Inauguración de las puertas en el Museo de la Catedral.
López describió su obra como «una mezcla entre lo humano y cotidiano y lo sobrenatural» y recordó que «si bien el boceto inicial era una obra centrada en el Jardín del Edén», poco a poco «fuimos añadiendo figuras».
En las estructuras de bronce se puede ver a la Virgen de adolescente con la Catedral de fondos, a una Eva y un Adán actualizados, la cabeza de Dios o a Jesús de niño, pero también elementos de la naturaleza como flores que «simbolizan la pureza», un membrillero, una bandada de pájaros y animales como perros y gatos. «Son elementos que se pueden encontrar en cualquier jardín», señaló el pintor. El artista defendía así la coherencia figurativa del conjunto en contraste con las tendencias abstractas actuales y apostando por el sello personal que le define como creador.
Las puertas de López son «un reflejo de lo cotidiano» en un trabajo «de carácter religioso». «Me llama la atención si las personas que no creemos mucho podemos hacer un trabajo religioso». Sin embargo, al ver las puertas instaladas, reconoció haber descubierto en ellas «una espiritualidad que puede equivaler a un sentimiento religioso».