En julio de 1985 -¡ya hace 40 años!- entré como colaborador taurino en La Tribuna. Aquí seguimos, fieles a este proyecto editorial. Es el último periódico en papel que nos queda. En aquel julio me llamó Pepe Sánchez Robles, combativo responsable de la crítica taurina, para colaborar con las entrevistas en el callejón de aquella corrida de Asprona. Luego vendría la feria de ese año, que organizó como pudo -y como le dejó el sistema, pues iba por libre- el recordado Paco Gil. Recuerdo que conseguí una exclusiva para el periódico, donde el salmantino se explayó a gusto. De mi paso por el callejón recuerdo el señorío en el trato de Samuel Flores y Ortega Cano, la bondad de Dámaso conmigo y la ilustración en el hablar de Esplá y Victor Mendes. Entonces el callejón estaba hipercontrolado por mi amigo Joaquín Coy, quien sólo me dejaba entrar en el descanso. Si me quedaba en el cuarto toro en el burladero, me echaba con cariño: «Galiacho, salga al tendido». Recuerdo de aquel tiempo a compañeros, además de Robles, como Calamardo, el enciclopédico Josico (que firmaba con el misterioso JV) o el maestro Manolo Molés, al que, al acabar la corrida, tomaba en un grabadora su visión de la faena, que luego transcribía. Se fue Robles al diario La Verdad y llegó mi amigo Antonio Rodríguez, duro y peleón en la crítica. Pasé a ocupar una sección que tomaba inspiración de García Lorca. La titulé Con ángel, duende y musa. Y empezamos a soltar tralla. Recuerdo una llamada del empresario Camará a Luis Parreño para que bajara el pistón. Luego me inventé un personaje literario, inspirado en mi admirado Joaquín Vidal: el catedrático Apolonio Salmuera, un solitario del tendido y mi visión de la corrida a través de él. Corría 1990. La dedicación a las oposiciones y un intento de censura por parte de un redactor jefe de entonces me obligaron a decir adiós. El semanario taurino nacional 6 toros 6 celebró mi ausencia: «La plaza de Albacete respira con la marcha del aprendiz de Vidalito». Aquel aprendiz sigue por aquí.