Con 25 años Jennifer Lawrence ya había sido nominada dos veces al Oscar, había ganado uno y era la mujer mejor pagada de Hollywood. Diez años después, con solo 35, ya ha recibido un premio a su trayectoria. Fue el pasado mes de septiembre en el Festival de cine de San Sebastián, donde la actriz recibió el Premio Donostia y causó la expectación que siempre acompaña a las grandes estrellas allá donde van. Su presencia en cualquier alfombra roja levanta tanta admiración como sus interpretaciones en la gran pantalla y durante la promoción de su nuevo trabajo ha dejado patente que Lawrence además de posicionarse como una de las mejores actrices de su generación, ha configurado también un estilo propio que va de lo ultra sofisticado a lo vanguardista de una manera natural sorprendente. En Die my love, la adaptación de la novela Mátate, amor de la argentina Ariana Harwicz, Jennifer Lawrence se mete en la piel de su protagonista y es también productora de la cinta. Con ella ha estado visitando platós y alfombras rojas en los últimos meses, alternando diseños de Dior, marca de la que es embajadora, con firmas conocidas por sus diseños minimalistas y contemporáneos.

Una de ellas la eligió precisamente para su paso por el Festival de cine de San Sebastián. Para sus dos posados en Donosti recurrió a Phoebe Philo, máximo exponente del lujo silencioso y una de las voces más influyentes de la moda de las últimas décadas. Para recoger el premio por su trayectoria, Lawrence sorprendió con un vestido en verde militar, con hombros muy marcados, una manga larga y otra corta y una abertura en el costado y la espalda.

Jennifer Lawrence

Carlos Alvarez/Getty Images

Lo combinó con zapatos-calcetín de la marca, firmando una de los estilismos más originales de la gala, alejado del clásico vestido de alfombra roja. Por la mañana también impactó en la presentación llevando otra creación de la diseñadora británica: una blusa de manga corta con una larga cola y unos pantalones holgados de una sofisticación sobria deslumbrante.