Si algo ha dado que hablar en los últimos años cuando se habla de Netflix, además de algunas de sus series más icónicas, ha sido su guerra contra las cuentas compartidas. Esta posibilidad, donde cualquiera podría prestar las claves a sus amigos, familiares o compañeros de trabajo, fue clave para que el servicio fuese ganando adeptos y masa crítica. Pero después de los días de vino y rosas que supuso la pandemia para la mayor plataforma de streaming, la vuelta a la normalidad le metió en la mayor crisis de su historia y, entre otras, cerró el grifo. Es cierto que en los primeros compases la medida era relativamente fácil de esquivar. Pero la compañía fue cerrando el número de agujeros, dificultando cada vez más saltarse los bloqueos. Esta semana ha dado un paso más en esta estrategia. Y no ha sido un paso cualquiera, más que nada por lo popular de su víctima: los Chromecast que funcionan con el sistema operativo Google TV.

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M. Mcloughlin

La empresa dirigida por Ted Sarandos ha declarado la guerra a estos accesorios. Muchos usuarios se empezaron a quejar hace unas semanas en varios foros de internet de que había desaparecido el icono de compartir pantalla en la app de Netflix, esa que permite ‘lanzar’ el contenido que estás viendo en el móvil a dispositivos externos. Algo que ha confirmado en una actualización de sus términos y condiciones de uso. «Netflix ya no admite la transmisión de programas desde un dispositivo móvil a la mayoría de televisores y dispositivos de streaming para TV. Tendrás que usar el mando a distancia físico del televisor o dispositivo de streaming para TV para navegar por Netflix», se puede leer en la documentación de la empresa.

Este cambio, que puede parecer menor, supone dos cambios importantes para muchos usuarios. Parte de los suscriptores seguían utilizando el smartphone como manera de búsqueda rápida y para navegar en el extenso catálogo de la compañía para navegar. Pero este aparato también era una vía para saltarse los bloqueos de uso en diferentes hogares, al ser más fácil de evitar estas restricciones.

El Google TV Streamer cambia su factor de forma. (M. McLoughlin)

La compañía no ha dado ninguna explicación y la medida afecta a todos los planes en el caso del Google TV Streamer así como en el caso del Chromecast con Google TV. Todavía hay una pequeña esperanza para los que siguen dependiendo de las versiones más antiguas de estos gadgets. Si pagan uno de los planes sin publicidad, podrán seguir utilizando esta función de momento. Algunos televisores con soporte para Google Cast nativo también se libran de la purga. La duda es cuándo se ampliará a otras plataformas como Fire TV o las Xiaomi Mi Box, porque las nuevas condiciones de Netflix hablan en genérico.

En el fondo, todo esto apunta a una misma conclusión: Netflix continúa ajustando su modelo de negocio con una precisión casi quirúrgica. La compañía ya no está pendiente de presumir de nuevas altas, de hecho ni siquiera comparte esas cifras, porque sabe que su verdadera fuerza está en esos cientos de millones de usuarios que ya tiene cautivos. Y es ahí donde está centrando todos sus esfuerzos, en cómo utiliza a esa masa crítica para seguir creciendo, no solo en ingresos, sino también en influencia dentro de un mercado cada vez más saturado.

El nuevo Chromecast ahora viene con control remoto. (M. Mcloughlin)

La reciente alianza con Spotify para alojar sus pódcast en vídeo sigue la lógica que Netflix ha aplicado durante años: exclusividad, control y un impulso decidido hacia la publicidad, una de sus grandes apuestas de futuro. El movimiento encaja también con su interés por el contenido en directo y por formatos que exigen inmediatez, como los eventos deportivos o los programas con componente temporal. Todo suma para construir una plataforma que ya no solo quiere que veas series y películas, sino que quiere acompañarte en más momentos del día y, de paso, abrir más ventanas para los anunciantes.

En este contexto, decisiones como limitar funciones en dispositivos como los Chromecast o cerrar las puertas al uso compartido de cuentas dejan de parecer simples molestias para convertirse en piezas de un engranaje mucho mayor. Netflix está recortando posibilidades, sí, pero lo está haciendo para reforzar un ecosistema en el que cada usuario cuente más, en el que no haya fugas y en el que cada minuto frente a la pantalla, sea viendo una serie, un evento en directo o un podcast en vídeo, tenga un valor medido y aprovechado.

Un recordatorio más de que en la batalla del streaming, Netflix no improvisa. Cada ajuste, por mínimo que parezca, forma parte de un plan más ambicioso para blindar su posición y exprimir al máximo su dominio en un sector donde ya no vale solo con tener contenido, hay que tener estrategia.

Si algo ha dado que hablar en los últimos años cuando se habla de Netflix, además de algunas de sus series más icónicas, ha sido su guerra contra las cuentas compartidas. Esta posibilidad, donde cualquiera podría prestar las claves a sus amigos, familiares o compañeros de trabajo, fue clave para que el servicio fuese ganando adeptos y masa crítica. Pero después de los días de vino y rosas que supuso la pandemia para la mayor plataforma de streaming, la vuelta a la normalidad le metió en la mayor crisis de su historia y, entre otras, cerró el grifo. Es cierto que en los primeros compases la medida era relativamente fácil de esquivar. Pero la compañía fue cerrando el número de agujeros, dificultando cada vez más saltarse los bloqueos. Esta semana ha dado un paso más en esta estrategia. Y no ha sido un paso cualquiera, más que nada por lo popular de su víctima: los Chromecast que funcionan con el sistema operativo Google TV.