Unos 40,8 millones de personas en el mundo viven con el virus de la inmunodeficiencia humana, más conocido como VIH. En el año 2024, contrajeron el virus 1,3 millones y 630.000 fallecieron a causa de enfermedades relacionadas con el sida, la etapa más avanzada de la infección.

Aunque estos datos son mundiales, durante la última Conferencia Europea del Sida, celebrada en París el pasado mes de octubre, se puso de manifiesto que Europa es la única región del mundo donde aumentaron las muertes relacionadas con el VIH entre 2010 y 2022.

Para los expertos, la tendencia al alza “es preocupante”. Así lo define María Velasco, presidenta del Grupo de Estudio de Sida de la Sociedad Española de Enfermedades Infecciosas y Microbiología Clínica (GeSIDA), que explica que Ucrania y Rusia eran dos regiones con cifras elevadas de nuevos contagios antes de que estallara el conflicto y que este ha empeorado la situación en el continente europeo. “La guerra impacta en el acceso al diagnóstico y posterior tratamiento”, comenta a El Confidencial.

Pero no es el único motivo que menciona, también le intranquiliza el “cambio de tendencia política” que está viviendo la región y que provoca que se le preste “menos atención” al virus. “Si bajamos la guardia es más fácil que se produzcan más infecciones y, por lo tanto, aumenten las muertes”, añade.

Tal y como refleja el último informe del Centro Europeo para la Prevención y Control de las Enfermedades (ECDC), los datos de 2024 indican que en el conjunto de la Región Europea de la OMS, que abarca 53 Estados miembros en Europa y Asia central (aunque solo hay datos de 49), se notificaron 105.922 diagnósticos y, aunque la cifra es más baja que la de 2023, 11 países registran aumentos, de modo que la «caída no es uniforme».

Igualmente, el escrito insiste en que la epidemia se centra en Europa del Este, con 27,2 diagnósticos por cada 100.000 habitantes, unas cinco veces más que el oeste, el centro y la propia Unión Europea, que mantienen cifras en torno a 5–6 por 100.000.

Los médicos de Rumanía señalan que la enfermedad “está infradiagnosticada”, aunque los pacientes que sufren el virus tienen acceso a tratamientos “modernos” que proporciona el Gobierno. Entre las personas con mayor riesgo de contraer el VIH se encuentran los consumidores de drogas, las trabajadoras sexuales y las personas con varias parejas sexuales. “La principal vía para garantizar un correcto diagnóstico es mediante pruebas anuales”, apunta el doctor Adrian Marinescu, médico especialista en enfermedades infecciosas y director del Instituto Matei Balș de Bucarest.

Países como Bulgaria están muy concienciados con las campañas de prevención. Se organizan en torno al 1 de diciembre, Día Mundial del Sida; 14 de febrero, San Valentín; tercer domingo de mayo, en honor a la jornada de solidaridad con las personas afectadas por el VIH y, por último, otra en verano. “Incluyen pruebas gratuitas, actos informativos, distribución de material educativo y asesoramiento”, explican las autoridades sanitarias.

Sin embargo, solo una cuarta parte de los búlgaros estaría dispuesto a mantener una amistad con una persona seropositiva y un 3% se casaría con un paciente, así lo muestra una encuesta publicada por la iniciativa Health Without Borders. “La tolerancia hacia las personas que viven con VIH y el conocimiento sobre el virus es preocupantemente bajo. Solo el 18% de las personas encuestadas conoce la existencia de la profilaxis preexposición (PrEP)”, describe el escrito.

Por eso, la doctora Velasco recalca que lo más importante es que “no se produzcan nuevos casos” y considera que el uso de la PrEP se tiene que extender: “En Europa se concentra en cuatro grandes países y no alcanzamos las cifras que se necesitan para controlar la infección”. La Comisión Europea aprobó el pasado mes de septiembre la primera medicación inyectable semestral, lenacapavir. «Una inyección dos veces al año puede ayudar a las personas a mantener su rutina de PrEP, en comparación con otras opciones que requieren una dosis diaria», dictaminaba la Agencia Europea del Medicamento.

¿Se puede revertir la situación?

Los objetivos del Programa Conjunto de las Naciones Unidas sobre el VIH (ONUSIDA) son acabar con el sida como amenaza para la salud pública para 2030, eliminando el estigma y la discriminación, y centrarse en los objetivos 95-95-95. Esto significa que para el año indicado, el 95% de las personas con VIH conocerán su estado serológico, el 95% de quienes lo conocen estarán en tratamiento antirretroviral y el 95% de quienes están en tratamiento alcanzarán la supresión viral.

Al hilo de este dato, la especialista en Medicina Interna arroja otra problemática: la disminución de financiación. Reino Unido, Francia, Alemania, Países Bajos y Estados Unidos eran los cinco países que aportaban más de 90% de las subvenciones de intervenciones internacionales contra el VIH. La Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID) desapareció durante la primera mitad del año y con ella, la financiación estadounidense. Los otros cuatro países anunciaron reducciones de sus ayudas entre este año y 2026, algo que podría causar entre 4,4 y 10,8 millones de infecciones de aquí a 2030 en 26 países de ingresos medios y bajos.

Velasco, opina al respecto que la solución no está en bajar esa meta porque no se vaya a cumplir: “Están calculados para poder acabar con la epidemia de VIH en un tiempo razonablemente lógico”. No obstante, puntualiza que los tratamientos son posibles gracias al presupuesto y a los procedimientos de entrada en el sistema sanitario. “En los países que están en guerra, esto es bastante complicado”, reconoce.

Asimismo, narra que el estigma y la desinformación afectan a la población más joven. “Pueden pensar que no importa el contagio o que, como tiene un tratamiento, no va a tener tanto impacto. Por eso tenemos que tomar acción e insistir en un diagnóstico precoz”, expone. A pesar de ello, continúa mostrándose optimista en la evolución de la enfermedad durante los próximos diez años: “Tenemos las herramientas suficientes como para que las infecciones sean anecdóticas. También es importante eliminar la culpa y el castigo”, incide.

El informe del ECDC también recoge que casi un 30% de los nuevos diagnósticos en la región europea corresponden a personas nacidas fuera del país, en el caso concreto de la UE, el porcentaje supera la mitad. “La adquisición del VIH en muchos de los migrantes se produce cuando llegan al país de acogida: a veces tienen que practicar sexo por trabajo, no conocen la infección o su cultura no les permite negociar esas barreras de protección. Debemos extender las políticas de cribado y normalizar la infección por VIH en todas las poblaciones y niveles asistenciales para crear herramientas de diagnóstico que nos adviertan de las personas a las que realizar los cribados”, sostiene Velasco.

En cambio, Irlanda declaraba en 2023 que casi dos tercios de los casos detectados correspondían a personas previamente diagnosticadas fuera del país. El Health Service Executive, institución que controla los servicios públicos de salud, anima a ponerse en contacto con ellos a todas las personas que conozcan su diagnóstico y se muden al país, con el fin de “evitar” cualquier interrupción a su atención: “Se facilitará mediante los servicios clínicos y ONG. Las clínicas no tienen listas de espera y dan prioridad a estos pacientes”.

Por su parte, el sistema sanitario griego arrastra una carencia crónica de servicios de apoyo, como traducción o ayuda social, para estos pacientes, lo que complica aún más la interacción de estos con los tratamientos. “Como en la mayoría de países europeos, las poblaciones migrantes se enfrentan a dificultades adicionales para el diagnóstico temprano y el acceso a los servicios. El 55% de estos casos se diagnostican cuando ya tienen inmunosupresión o síntomas clínicos”, manifiesta la Organización Nacional de Salud Pública de Grecia.

En España se notificaron 3.196 nuevos diagnósticos de VIH en 2023. La vía de transmisión predominante sigue siendo la sexual (80,7%), con la mayor incidencia entre hombres que tienen sexo con hombres (55%). Acerca de las relaciones heterosexuales, representan el 25,7% de los casos y el uso de drogas inyectables el 1,7%, teniendo en cuenta a toda la población.

Por edades, el 33,5% de los nuevos diagnósticos se encuentran en el grupo de 25 a 34 años, el 11,5% tenía entre 15 y 24 años y el 18,3% tenía 50 años o más. Cabe destacar que la tasa específica por edad más alta se produjo en el grupo de edad de 30 a 34 años.

Tal y como describe la presidenta de GeSIDA, históricamente “hemos tenido más casos” porque la epidemia azotó más fuerte a España que a otros países. “Desde nuestra institución, que cumple 30 años, hemos acompañado a la ciencia y a muchos profesionales para conseguir una atención excelente de las personas con VIH. Eso se traduce en que hemos conseguido disminuir las cifras, pero no es para que nos relajemos”, concluye.