El reconocimiento oficial de que 21 niños y adolescentes han muerto en Cuba por dengue y chikungunya ha provocado alarma internacional y llegó este lunes hasta las páginas de la prensa de Canadá, uno de los principales países de emisión de turistas a la Isla.

Según TVA Nouvelles, la viceministra de Salud cubana, Carilda Peña, confirmó la víspera que 33 personas han fallecido por arbovirosis, entre ellas 14 menores víctimas del chikungunya y siete (7) del dengue.

El medio quebequense subrayó que hasta la fecha, el ministerio de Salud Pública (MINSAP) no había reconocido muertes por chikungunya, pese a las denuncias de familiares y médicos que durante semanas alertaron sobre el incremento de casos graves y la saturación hospitalaria.

El reconocimiento tardío del régimen coincide con la actualización de las recomendaciones de viaje de Asuntos Globales Canadá, publicadas el 18 de noviembre, alertando del peligro de viajar a la Isla debido al brote epidémico y la precariedad del sistema sanitario cubano.

Según la entidad gubernamental canadiense, los viajeros y turistas que visiten Cuba deben saber que existe “un número mayor de casos de chikungunya de lo esperado”, e incluye a Cuba entre los países con brotes activos junto a Bangladesh, Kenia y Sri Lanka.

El aviso canadiense subraya que la atención médica en la isla es limitada, con hospitales en malas condiciones, falta de medicamentos y deficiencias de higiene. “Las clínicas internacionales ubicadas en zonas turísticas ofrecen servicios médicos mejores que los centros públicos, pero están reservadas a los extranjeros”, destaca el documento.

La alerta también recuerda los problemas estructurales que enfrenta el país: escasez de alimentos, combustible y medicinas, cortes eléctricos y deterioro de los servicios de emergencia. Los tiempos de respuesta de ambulancias, advierte, “pueden ser lentos, especialmente fuera de las zonas turísticas.”

La preocupación internacional se suma a la indignación dentro de la isla, donde ciudadanos y expertos denuncian el ocultamiento de cifras reales y la falta de transparencia del MINSAP.

Las muertes de menores confirmadas ahora dan la razón a las advertencias médicas y a las denuncias difundidas en redes sociales por cubanos que han sufrido la pérdida de familiares y allegados y que vienen denunciando que hay “muchos niños en estado crítico.”

Mientras Canadá lanza advertencias y los medios internacionales cubren la crisis, el régimen de Miguel Díaz-Canel continúa celebrando reuniones televisadas con “expertos y científicos” sin anunciar medidas concretas, sin presupuestos y sin reconocer su responsabilidad directa.

Cuba, que durante décadas vendió al mundo su modelo de salud como un símbolo revolucionario, enfrenta hoy un colapso sanitario visible desde el exterior: una epidemia que mata a sus niños, un sistema sin recursos, y un gobierno que sigue priorizando la propaganda sobre la verdad.