Y, quizás por ello, se entiende también que no mencione en ningún momento quién las publica o el nombre. La ley de octubre de 1981 que regula el uso de la bandera de España, firmada en su momento por el propio Juan Carlos, no prohíbe su uso per se para promocionar algo, pero sí presentarla como parte de «los símbolos» de “entidades privadas”. En cualquier caso, el movimiento resulta de mal gusto y peor olfato, máxime cuando ni avisó previamente a Zarzuela, donde desconocían la existencia del vídeo (aunque Juan Carlos comió con su familia el pasado 22 de noviembre), y cuando se eligió una hora de publicación en la que el rey Felipe estaba ocupado en un acto institucional del Consejo de Estado.

El rey Juan Carlos también vuelve a incidir en que su versión está libre de “distorsiones interesadas” (el rey ha acusado en Francia al Gobierno de Pedro Sánchez de soñar con abolir la monarquía y, en sus memorias, de lanzar contra el “una caza de brujas” y “un juicio moral” por las investigaciones fiscales que le llevaron a hacer dos regulaciones para evitar el juicio por delito fiscal). Y pide “apoyo” para su hijo Felipe VI, al que presenta en sus memorias como el rey de una monarquía “debilitada”… Obviando que fue Juan Carlos el principal responsable de sus peores valoraciones, allá por 2013, cuando la aprobación de la monarquía bajó hasta 3,68 sobre 10 en la encuesta del CIS. Hasta el punto de que el Gobierno de Mariano Rajoy tuvo que tomar la determinación de retirar las preguntas sobre la monarquía en 2015 (aunque Felipe había mejorado la valoración de su padre), una decisión que se ha mantenido hasta nuestros días.

Pero lo peor del vídeo, como viene siendo habitual últimamente en Juan Carlos, es doble. Por un lado, su falta absoluta de contrición, de la que ha venido presumiendo estas semanas. Juan Carlos sólo ha admitido culpas en su memorias como “hombre”, no como rey. Y ha calificado eventos como los 100 millones no declarados recibidos de Arabia Saudí como “errores”. El segundo es el daño que hace a quien precisamente afirma defender, a su hijo. Cada vez que Juan Carlos da su versión “en primera persona”, parece estar buscando un sitio en algo de lo que ha sido excluido precisamente para poder defender la institución que un día encabezó: la celebración este año del 50 aniversario de la implantación de la monarquía en nuestro país.

Lanzar un vídeo casi a hurtadillas, pasando por encima de Casa Real y del actual monarca, sólo sirve para recordarnos cuáles fueron los motivos que lo llevaron a abdicar y, casi desde entonces, a exhibir comportamientos un tanto desleales con su sucesor como Jefe de Estado, su hijo el rey Felipe VI.