Suele decirse que uno necesita techo para dormir, que el agobio se incrementa al estar encerrado entre cuatro paredes y que, en ocasiones, solo con pisar el hogar siente uno que está en casa. Y todo es cierto. Sin embargo, debe comprenderse que el empleo de metonimias y sinécdoques no confecciona un retrato completo del inmueble en el que reside un individuo: la arquitectura es amplio universo y da lugar a un sinfín de edificios. Solo quien sabe de ello puede concluir que las viviendas de los años 70 fueron en España un auténtico cambio de paradigma.

Así lo ha expuesto Edu Saz, arquitecto y creador de contenido con más de 40.000 seguidores en Youtube. En un reciente vídeo ha aclarado que “las viviendas de los años 70 en España son las mejores por el diseño y el cambio social y económico”, otorgando una gran culpa de dicha calidad a la coyuntura que atravesaba el país. “La década de los 70 fue un auténtico punto de inflexión en España, y es que dejamos atrás la rigidez de los 50, el desarrollismo masivo de los 60 y entramos en una etapa en el que las viviendas se vuelven más atrevidas, más abiertas y, en definitiva, más modernas”, dice, resumiendo la situación en que “a medida que la clase media iba viviendo mejor, esto se reflejaba en las construcciones”.

Disección de una década revolucionaria

Las ventajas de estas viviendas eran visibles en diversos puntos de su construcción. En lo que al diseño, distribución y estilo respecta, muchos de estos inmuebles adoptaron layouts más abiertos, lo que se tradujo, explica, en un mejor aprovechamiento del espacio; todo esto, vino a fusionarse con una búsqueda de la integración de la naturaleza o en la fusión del exterior y el interior.

Además, según relata Saz, se emplearon materiales robustos como ladrillo u hormigón, así como maderas duras, lo que favorece la solidez estructural y la durabilidad y, en adición, permite reformas posteriores que extienden la vida del edificio hasta una suerte de inmortalidad. Por ello muchas de estas viviendas todavía están en pie. A todo esto hay que sumar el precio, generalmente bajo, de las casas. Existía un equilibrio inteligente entre precio, espacio y potencial que hacía de la compra de una casa una auténtica aventura segura y posible.

Para equilibrar la balanza, cita los sistemas antiguos de electricidad, fontanería, aislamiento y ventilación, así como la necesidad de reforma y los riesgos estructurales y de los propios materiales, como los factores —en algunos casos, monedas de doble cara que integran lo bueno y lo malo— no demasiado óptimos de estas construcciones.

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