Desde que comenzó con un personaje episódico en Sin Identidad, hasta llegar a series como Élite o Com si fos ahir, Alexandra Pino se ha ganado un lugar destacado en el audiovisual español. Formada en la Escuela de Cristina Rota y con preparación musical junto a Coco Comín, su paso por series como Caminantes (Orange TV) y Madres. Amor y vida la situó en el radar del público. En 2024, su paso por Élite —la serie de Netflix que continúa marcando a generaciones— consolidó una trayectoria ascendente, llena de energía y determinación.
Pero, fuera del set, hay otra disciplina que la define: el deporte. Desde niña, el tenis ha sido su gran refugio y casi su primera vocación. Federada durante su infancia, el camino de su vida la llevó a una bifurcación ante la que tuvo que decidir si ir por la derecha o por la izquierda: dedicarse de lleno al tenis o a la interpretación. Hoy combina su carrera como actriz con el tenis, el pádel, el surf y el running. El deporte no solo la acompaña, sino que sostiene su equilibrio mental y su manera de entender la vida. Con ella, hablamos de esfuerzo, juego y constancia.

Alexandra Pino, practica tenis y estuvo federada cuando era pequeña
Propias
Alexandra, ¿cómo estás?
Hola, muy bien, encantada de estar aquí contigo.
De pequeña estuviste federada en tenis y te llegaste a plantear el dar el salto a profesional. ¿Cómo recuerdas aquella etapa de entrenamiento constante?
Pues con mucha nostalgia, diversión y con una pasión tremenda; me encantaba ganar y recuerdo cómo me hervía la sangre. También tengo muy presente el momento en el que tuve que elegir entre la actuación o dedicarme al tenis, al final me decidí por la interpretación.
¿Qué es lo más duro del tenis?
Uf, la cabeza; para mí, luchar con uno mismo, con tu mente. Cada partido, y todavía me pasa a día de hoy, es una mezcla de competir contra el otro mientras peleas contigo misma todo el rato.
¿Cuando has remontado un 5-1 en contra sobre la pista?
Me acuerdo de un partido con una chica que era buenísima y muy técnica. Era una final y mi entrenador se me acercó y me dijo: “Aquí hay que remontar”, porque estaba perdiendo 6-1. Pensé: “¿Cómo voy a remontar si esta tía es increíble?” Y dije: “Da igual, voy a ganar”, y al final le gané.

El partido de su vida que más ilusión le ha hecho ganar a Alexandra Pino fue contra su padre
Propias
¿Hasta qué punto es clave tener una mentalidad centrada?
Creo que es imprescindible, porque conozco a amigos tenistas muy buenos que no han llegado a ser top ten por la mente. Al final, la cabeza lo es todo. Para ser un tenista completo hay que tenerlo todo; es un deporte tan exigente que si fallas en uno de los aspectos, se acabó. Es igual de importante ser fuerte físicamente que tener la mente, la constancia y todo lo demás.
¿Cómo se controla la presión de levantar un marcador en contra?
Ahora lo aplico un poco a la interpretación, porque realmente es lo mismo: cuando estás en una escena o un ensayo y piensas “Uy, estoy floja, algo va mal, no estoy conectada, estoy fuera, distraída”, es como en el tenis, cuando de repente te das cuenta de que estás fuera del partido. Es una negociación constante contigo misma: “Venga, puedes un poco más, concéntrate, sigue, sigue”. Recuerdo frases que me decía a mí misma y me da un poco de vergüenza contarlo porque era pequeña: Llegué a pedirle a la tierra que estuviera ahí para ayudarme y le decía: “Por favor, tierra, ayúdame, mundo, dame fuerza”. No sabía muy bien cómo, pero le pedías a todo, como si fueras agua o huracán, intentando seguir adelante. Hoy me doy cuenta de que tenía sentido, era intuitivo, como energía; ya somos parte del planeta y, de alguna manera, lo estaba manifestando antes de que eso estuviera de moda.
Es una negociación constante contigo misma: ‘Venga, puedes un poco más, concéntrate, sigue, sigue’
Alexandra PinoActriz
Tu padre te transmitió el amor por el deporte desde niña. ¿Cuál fue su papel en tu formación como tenista?
La verdad es que le estoy eternamente agradecida a mi padre por haberme metido en el deporte desde pequeña. Vengo de Torrelles de Llobregat, un pueblo donde, en mi instituto, las chicas no formaban gran parte del mundo deportivo y siempre me sentí bastante sola en ese aspecto. Ahí, mi padre me dijo: “Vamos, a jugar”, y lo viví desde pequeña. Me gustaba el fútbol, pero mi madre no quería que jugase, así que me engañó y me dijo: “Oye, en el pueblo están jugando a tenis”, porque había un preparador muy bueno, José Cuadrado, el padre de Carlos Cuadrado, que entrenaba allí. Así que me propuso: “¿Por qué no te metes al tenis?” Y así empecé, como una estrategia de mi madre para que no jugase al fútbol.
A día de hoy, ¿entrenas?
No, no entreno, pero juego mucho porque se ha puesto totalmente de moda. Me viene genial, porque a mí no me gusta socializar tomando cañas, ni bajando al bar; ahora puedo hacerlo jugando, y me encanta. Antes mis amigos me proponían quedar para tomar una cerveza, y ahora me proponen partidos de tenis, lo que me gusta mucho porque, además, les gano a todos.
En el tenis, cada punto es una oportunidad de volver a empezar. ¿Dirías que esa filosofía te acompaña también en la vida cotidiana?
Sí, en mi vida sí, totalmente, pero en la actuación siempre noto las diferencias. Un profesor decía que actuar es como el tenis: tú le pasas la bola al otro, le das una frase y, según cómo se la pases, él te responde. Me gusta jugar, pero cuando juego al tenis disfruto de ganar. En la actuación hay algo del arte que no va tanto de competir y ganar, lo que, a veces, me choca porque quiero hacer el paralelismo e integrarlo.

Alexandra Pino, actriz que practica pádel, surf y running
Paul Meraki
En tu etapa federada, ¿qué tipo de superficie preferías: tierra batida, pista rápida o hierba? ¿Por qué?
Tierra batida, sin duda. Empecé de pequeña a jugar en esa superficie, en las pistas de mi pueblo, que es donde más he jugado.
¿Cómo trabajabas la precisión del saque y la lectura del efecto contrario?
Yo siempre he sido una deportista más de aguantar, más defensiva que de técnica. Siempre fui un poco cazurra con la técnica, porque lo que me gustaba era jugar, competir y ganar. Cuando había que ponerse muy serio y técnico, prefería hacerlo a mi manera y, de hecho, lo que peor se me daba era el saque, que además era lo que menos me gustaba porque me aburría muchísimo. Entrar el saque era tedioso; yo lo que quería era jugar y competir.
¿Qué valor le das al juego de piernas y a la anticipación dentro de tu estilo como jugadora?
Todo. Las piernas en el tenis son un conjunto; cómo te deslizas, cómo te mueves… Cómo manejas el cuerpo, al final, es casi más importante que la mano.
¿Qué raqueta utilizas?
La de Rafa Nadal, Babolat.
¿Sueles mirar la tensión del cordaje y el peso para el control?
La verdad es que no soy tan pro; tiro con lo que sea, no soy tan rayada.
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¿Qué partido no vas a olvidar por lo bien que te salió?
Podría hablar de cualquier partido que he jugado contra X, pero el que no olvido es el del día que gané, por primera vez, a mi padre. Ese partido se me quedó grabado porque cuando creces y le ganas a alguien que te ha estado ganando durante años, porque nunca te dejaba ganar, dices: “¿Ahora qué?”
Vamos al otro lado. ¿Qué partido no consigues olvidar por lo mal que salió todo?
Es increíble cómo el deporte se relaciona, al menos para mí, con los padres. Cuando iba a torneos, alucinaba con la presión que ejercían algunos de ellos sobre sus hijos: niños llorando, gritos de padres y madres, ¡incluso entre ellos! Por suerte, los míos siempre me apoyaron: “No pasa nada si pierdes”. Recuerdo un partido en el que yo era pequeña y mi padre me miraba mientras leía un libro. Cada vez que perdía un punto, se giraba sin querer, sin dar importancia. Llegó un momento en que yo ya no estaba concentrada en el partido, sino en no fallarle, en agradarle, así que tiré la raqueta, me giré y le dije: “¡¿Por qué te giras?! ¿Por qué te giras? ¡No te gires!”. Él me respondió: “¿Qué dices? ¡Alexandra, por favor, juega, que la otra chica está ahí!”. Yo pensé: “Déjame, olvídate de mí”, tiré la raqueta y me fui. Fue horrible. Es la única vez que me he ido. Me petó la cabeza.
Muy ligado al tenis, en los últimos años el pádel se ha convertido en un fenómeno social. ¿Qué te atrae de este deporte?
Es divertidísimo, me encanta. Me atrae el hecho de que puedes jugar con todo el mundo: con amigos de toda la vida, con las señoras y señores de tu barrio o de tu pueblo… Además, es más dinámico, entretenido y muy social.
Cuando juegas con alguien muy cercano, es un desastre; te lo dices todo y no te controlas
Alexandra PinoActriz
El pádel combina precisión y reflejos en espacios reducidos. ¿Te resulta más desafiante la técnica o la lectura del juego?
Un poco la lectura del juego. Con gente de nivel medio no hay problema, pero cuando subes de nivel, la bola va muy rápida. Jugar con alguien que sabe y te presiona exige controlar todo, porque saben a dónde van a tirar y te apuntan a la pared; tienes que reaccionar y leer la jugada constantemente. Si vienes del tenis, la técnica se coge en un par de días.
Venir del tenis, ¿es una ventaja o todo lo contrario?
No, todo lo contrario, es una superventaja, de verdad. Siempre te dicen: “Tú vienes del tenis, ¿eh? Se nota”. Además, si has jugado un deporte de raqueta, tienes mucha coordinación ojo-mano; el instinto ya responde solo. Hay gente que no la tiene tan desarrollada, y eso son años de práctica y de haberlo trabajado.
¿Cuáles son los golpes más importantes en pádel?
Para mí, cuando hay que subir a la red, porque al final el punto se gana desde ahí. Acabar el punto en la red, obligar al otro a bajar y machacar.

Alexandra Pino, actriz activa deportivamente gracias al tenis, el pádel, el surf y el running
Paul Meraki
El trabajo en pareja es clave. ¿Cómo llevas la comunicación y la confianza con tu compañera o compañero en la pista?
Ahora juego mucho con Albert Baró, que también es actor; somos compañeros de pádel y últimamente jugamos bastante juntos, nos entendemos muy bien. También te diría que es mejor jugar con alguien con quien no tengas tanta confianza, porque cuando juegas con un amigo muy cercano, familiar o pareja, es un desastre: te lo dices todo y no te controlas. En cambio, jugar con alguien equilibrado, controlado y con la confianza justa para no insultarte es perfecto.
Muchas actrices, actores y deportistas lo practican por diversión y desconexión. ¿Qué lugar ocupa para ti: ocio, entrenamiento o reto personal?
Ahora mismo es ocio. Me encantaría entrenar tenis y pádel todos los días de la semana, pero no se puede. Hay que dedicar tiempo a otras cosas, porque si dependiera de mí, entrenaría todo el día; pasaría horas jugando porque me parece lo más divertido del mundo.
¿Qué tipo de pala utilizas?
Tengo muchas, porque mi ex jugaba a pádel y, al final, me fui quedando con las palas. Ahora juego con una de Adidas; estuve en la Reserve Cup de Málaga, y la pala está hecha por Alé Galán, está muy bien.
Desde que tenía nueve años salía a correr por la montaña; cuando estaba muy agobiada, me iba a correr para despejarme y huir de todo
Alexandra PinoActriz
Eres actriz y debes ir con cuidado, ¿tienes alguna rutina de calentamiento específica para prevenir lesiones de codo u hombro?
No, siempre he sido bastante salvaje y lo sigo siendo. Tengo mucha suerte, toco madera, pero me he lesionado muy pocas veces. Jugando al pádel una vez me fracturé el hombro; estuve con yeso porque me resbalé al cometer un error importante: me puse a jugar con unas Converse.
Ibas con el calzado equivocado… ¿Qué bambas utilizas ahora?
Unas Joma. Llevaba dos años jugando y me preguntaba: “¿Por qué me duelen tanto los pies?” Resulta que llevaba zapatillas del mismo número que llevo normalmente para ir por la calle. Ahora, con 32 años, descubro que las zapatillas que tengo que usar para jugar deben ser dos tallas más grandes que mi pie.

Alexandra Pino, actriz que corre desde los 9 años
Propias
En tu edad adulta descubriste el surf y el running. ¿Qué te aportan que otros deportes no te dan?
El running, sí, siempre. Desde que tenía nueve años salía a correr por la montaña; cuando tenía un examen o estaba muy agobiada, me iba a correr para despejarme y huir de todo. El surf, en cambio, lo he descubierto ahora y creo que es mi deporte favorito. Siempre digo que todos son mis favoritos, pero el surf me da una conexión especial con la naturaleza que ningún otro deporte me había dado: la belleza, la grandeza, estar en el mar, ver las puestas de sol, flotar en la inmensidad y esperar a que llegue tu ola.
El surf requiere paciencia y conexión con el entorno. ¿Qué sientes al enfrentarte al mar?
¿Sabes el síndrome de Stendhal? Creo que lo tengo, porque cuando entro al mar, te juro que a veces he llorado de felicidad, de estar ahí con el sol, el agua mojándome sobre la tabla y el frío en la cara. Me entra una paz enorme; creo que es el momento de paz y amor más grande que siento. No sé por qué, no te lo puedo explicar.
Correr me da agilidad mental; aprender textos sentada me cuesta muchísimo
Alexandra PinoActriz
Decías que el running siempre ha estado ahí… Correr en solitario suele ser un momento de reflexión. ¿Piensas en tus personajes o desconectas por completo?
Sí, sí pienso en eso. A veces salgo a correr para olvidarme de todo pero, otras, corro con el personaje en mente y me lo tomo como una forma de explorarlo; voy corriendo, repasando el texto, jugando con la escena. Me ayuda mucho porque da agilidad mental; aprender los textos sentada me cuesta muchísimo y me ha llevado años descubrir que tengo problemas de concentración así. Por eso, normalmente salgo a caminar o a correr mientras estudio, porque al hacer una acción, incluso por la montaña, puedo centrar la cabeza en aprender.
Los rodajes pueden ser físicamente exigentes. ¿El entrenamiento deportivo te ha ayudado a soportar largas jornadas de trabajo?
Recuerdo un rodaje en especial, Caminantes, que hicimos en Bilbao y dirigía Koldo Serra. Teníamos que estar corriendo todo el rato, porque era un fan footage y tenías que repetir escenas corriendo de un lado del bosque al otro unas 15 o 20 veces y, al acabar, estaba súper fresca. Siempre me he tenido mucho pulmón en todos los sentidos; en general, me cuesta cansarme, incluso en la vida.

Uno de los deportes que practica la actriz Alexandra Pino es el surf
Propias
En Élite, interpretas un papel dentro de una serie de alta intensidad emocional. ¿Cómo se mantiene la concentración durante el rodaje con papeles como ese?
Creo que, igual que en cualquier deporte, con mucho entrenamiento. Si has trabajado mucho antes de salir a jugar, vas confiado; solo tienes que pensar en jugar el partido y no preocuparte. Igual que en el tenis o el fútbol, al rodar una escena, hay que salir con la tranquilidad de: “Ya me he preparado, he trabajado muchísimas horas, ahora solo tengo que confiar y jugar este partido”, tirar mi pelota y devolverla, sin pensar en técnicas ni en nada más, solo en el momento presente.
El ritmo de grabación puede parecerse al de un torneo: presión, tiempo limitado, exigencia. ¿Cómo manejas esos momentos de tensión en un rodaje?
Es exactamente lo mismo y es increíble, no lo había pensado antes. Es superexigente, porque al final es un trabajo parecido: vas y juegas el partido sin saber cómo va a salir, y solo tienes esa oportunidad. Es ese momento, es ahora, y puede depender de todo: cómo estés tú ese día, cómo está tu cabeza, el entorno, tu contrincante, el viento; en la actuación, cómo están tus compañeros, la energía del equipo, si has tenido un buen o mal día. Por eso creo que es muy parecido, y me ha ayudado mucho dedicarme a estos deportes para mantener la mente firme, para soportar la presión y poder decir: “Da igual, juega el partido”.

Alexandra Pìno, actriz de Élite
Paul Meraki
En el deporte, las derrotas enseñan más que las victorias. ¿Te ocurre lo mismo con los castings que no salen?
Justo ayer vi un vídeo de mi compañera Betsi Turnez, con la que hicimos un corto, Ginoide, y además ganamos un premio. Estaba hablando de los noes y decía algo que me encantó: los noes no solo te enseñan en la profesión, sino también en la vida. Porque luego, en cualquier situación —en pareja, o en cualquier cosa—, si algo no se da, dices: “Vale, okey”, porque has estado tan en contacto con el no que se genera un músculo, una resiliencia con el fracaso, que es importantísimo. Son horribles los noes, los llevo fatal, son lo peor del mundo, pero es lo que hay; no te puedes quedar ahí. Eso lo aprendes muy joven cuando te dedicas a esta profesión, porque para conseguir un sí —o al menos en mi caso— necesitas pasar por muchos noes primero.
Siento un impulso creativo que siempre ha estado ahí: necesito explorar mi propio mundo
Alexandra PinoActriz
Acabas de estrenar Ginoide, ¿qué más se viene de Alexandra?
Ahora también está por salir El Mapa de los Anhelos, una adaptación de Alice Kelen para Netflix, que me hace especial ilusión porque comparto escenas con un gran amigo y compañero de profesión, Pablo Álvarez. Íbamos juntos a clase de interpretación y ahora estamos juntos en la serie; es increíble poder actuar con un amigo de forma profesional. Por otro lado, estoy muy enfocada, aparte de en pruebas como siempre, en la creación de un espectáculo artístico dirigido por mí. Siento un impulso que creo que siempre ha estado ahí, pero que no me había atrevido a materializar; artísticamente siento que hay algo que necesito contar o explorar. Hacer un proyecto propio es la oportunidad de expresarlo, porque normalmente trabajamos con creaciones de otros; yo también me siento creadora y necesito explorar mi propio mundo, algo que a veces tiene poca cabida en la profesión.