Los padres de las dos niñas que fueron encontradas muertas el pasado sábado en Jaén han podido trasladar a los investigadores toda la información que manejan sobre las últimas horas que las adolescentes pasaron con vida, así como transmitir sus dudas sobre el relato que se ha realizado en un prinicipio de los hechos. La Policía ha recogido sus testimonios en el contexto de la investigación abierta, para despejar todas las incógnitas pese a que, de forma preliminar, se descartó la participación de terceras personas en las muertes. Como viene informando EL MUNDO, la hipótesis principal que manejan los investigadores apunta al suicidio. La autopsia señaló también en esa dirección aunque los forenses aún no tienen los resultados de los análisis de tóxicos que se han enviado al laboratorio.
Gracias a las declaraciones recabadas por EL MUNDO entre los familiares de Sharit y Rosamed, se puede hacer una reconstrucción más o menos fiable de las últimas horas de las niñas.
Tanto Sharit como Rosamed debían estar de vuelta en sus respectivas viviendas a las 22 horas. Habían salido a dar una vuelta con unas amigas y tenían indicaciones de que tenían que regresar a esa hora. Sobre las 20.10 horas, Sharit había intercambiado mensajes con su novio. Ésta le contaba que estaba dando una vuelta con su amiga.
A las 9.41, Rosemed envió un mensaje a Sharit con un mensajes de despedida. Aunque del relato inicial de lo ocurrido se desprende que las niñas estaban juntas en ese momento. Claudia cree que la única explicación posible es que Sharit iba entonces camino de su casa cuando recibió el mensaje y, tras leer su contenido, se dio la vuelta para hablar con su amiga. Aun así, Claudia cree que, en circunstancias normales, Sharit hubiera avisado a su madre de que se iba a retrasar.
A las 9.46 horas, Sharit envió un mensaje a su novio diciéndole que quería poner fin a la relación que ambos mantenían desde hacía poco más de cinco meses y pese a que poco antes habían hablado con normalidad. El chico, un joven de su misma edad al que había conocido en una fiesta de la comunidad latina en Jaén, se quedó muy sorprendido porque -según él mismo ha contado a EL MUNDO- ni habían discutido esa tarde ni ninguna otra en el tiempo que llevaban saliendo juntos. «Estábamos bien y la relación era súper buena», asegura. Claudia lo corrobora: «Mi hija estaba muy enamorada de ese niño».
Otro aspecto que lleva a la madre a pensar que alguien pudo manipular los móviles -que es otra de las hipótesis que baraja- es que los mensajes que recibieron las adolescentes de sus familiares (nerviosos ya por el retraso injustificado) se marcaron como «leídos» cuando se suponía que las dos chicas estaban ya muertas.
Según relata Claudia, al ver que la noche avanzaba y que la niña no llegaba a casa a la hora prevista (las 22 horas), Claudia envió a su hija varios mensajes que ésta no respondió. Ni siquiera aparecían como vistos (marcado en azul) en su pantalla, señala. Sin embargo, horas después, esos mensajes cambiaron a modo «leído». Claudia se volvió loca de alegría pensando que por fin tendría respuesta y volvió a llamar a su hija, recuerda, pero de nuevo nadie le contestó. Cuando los familiares encontraron los cuerpos sobre la 1.30 de la madrugada, las dos adolescentes tenían los teléfonos móviles guardados en los bolsillos de su ropa.
El padre de Rosmed, Asmed, narra un relato parecido. «Nos preocupamos porque siempre avisaba si se iba a retrasar», precisa. El viernes no lo hizo. Algo le había ocurrido, pensaron él y su mujer, Rosa.
Horas antes, a media tarde, Rosmed había enviado un mensaje de audio a su padre comentándole que estaba con Sharit, que habían comprado unas chuches, que iban a comérselas y a dar una vuelta. Que hacía algo de frío pero que no se estaba mal en la calle. Nada en sus palabras hacía presagiar la tragedia, dice su padre.
Asmed salió a buscar a las chicas junto a su mujer, Rosa, y otro de sus hijos. No tienen coche, así que fueron en patinete y dieron tantas vueltas mientras las buscaban que el patinete se les quedó sin batería, comenta. Sobre la 1.20 horas, Rosa y el chico se acercaron a una discoteca que había cerca del parque y el joven entró por si las niñas estuvieran en el local. La mujer se quedó en la puerta esperando. De allí volvieron al parque, donde el padre acababa de localizar los cadáveres.
La madre de Sharit, al igual que la de Rosmed, descarta que la tragedia de las niñas tenga algo que ver con la de otro joven del instituto en el que habían estudiado, IES El Valle, que se quitó la vida hace dos semanas. Si bien en el caso de Rosmed, tras informar su madre de varios episodios de acoso, se activó un protocolo de prevención de la autoagresión en el instituto de Enseñanza Secundaria al que la chica iba a clase hace ahora dos años, finalmente la menor se cambió de centro escolar y acabó la educación obligatoria en el IES Santa Catalina, también en la capital.
Este curso académico, ambas jóvenes se habían matriculado de un ciclo medio de Formación Profesional de Estética en el IES San Juan Bosco, pero Rosmed se había dado de baja prácticamente al principio y así lo han confirmado desde la Consejería de Desarrollo Educativo de la Junta de Andalucía.
Claudia describe a Sharit como a una niña «feliz, responsable y obediente», que apenas se disgustaba por nada. Tanto es así, dice, que no se enfadaba ni siquiera cuando la castigaba o lo retiraba el teléfono móvil.
Nada en el comportamiento de la joven le hizo suponer lo que estaba por ocurrir. De hecho, dice Claudia, «mi niña hizo su tarea antes de salir de casa» y le había comprado su regalo de cumpleaños a una de las amigas que celebra su aniversario en diciembre.
El delegado del Gobierno en Andalucía, Pedro Fernández, insistió este martes en que todas las vías de investigación siguen abiertas. Y que se está realizando un análisis exhaustivo de los testimonios de los testigos, del entorno, de la familia y de aquellos otros elementos personales de los que se pueda extraer «cualquier tipo de información que nos permita aclarar qué es lo que ha ocurrido».