Por eso Gran Canaria ha dejado de susurrar al ciclismo: ahora habla alto, claro y con acento esloveno.
Tadej Pogacar se ha enfundado el dorsal sin carrera a la vista para liderar la primera edición de Gran Canaria 365, una semana que ha convertido la isla en un cuartel de invierno con sol, puertos y carreteras que parecen diseñadas para la épica.
El Faro de Maspalomas fue el pistoletazo de salida de una ruta que no necesitó pancartas para parecer una clásica: Los Cercados de Espino, Soria, Barranquillo Andrés… un catálogo de rampas que se clavan, de curvas que se cosen al paisaje volcánico, de carreteras que hacen del entrenamiento una especie de contemplación activa.
Pogacar rueda allí con Jasper Philipsen, Cian Uijtdebroeks, Pavel Sivakov, Elisa Bálsamo o Urska Zigart, un elenco que confirma que el Archipiélago ya no es refugio discreto sino un escenario codiciado.
El presidente del Cabildo, Antonio Morales, lo celebra convencido: la isla está lista para ofrecer ciclismo de máximo nivel los 365 días del año.
Las mañanas son puro oficio: La Breña, Cazadores, Agüimes… asfalto suave, tráfico amable y la sensación de que cada pedalada entra limpia.
Por la tarde, cambio de registro: Pogacar deja el maillot por la pala y se pierde en las pistas del Club Conde Jackson de Maspalomas. Risas, golpes ajustados y una química que demuestra que el ritmo del día no acaba en la carretera. Este clima, esta convivencia, este equilibrio, explican por qué el esloveno ya habla de volver.
El gran examen llega con el Pico de las Nieves, la subida que todos quieren conocer y pocos olvidan.
Pogacar la mira con ambición y la imagina dentro de una gran vuelta. Tres o cuatro etapas posibles, dice, y uno tiene la impresión de que no exagera. Y mientras afina sensaciones para un 2026 que ya asoma, la isla completa su propia hoja de ruta.
Carlos Álamo, consejero de Turismo, lo resume sin adornos: “Gran Canaria y el ciclismo encajan de forma natural”.
Los números lo avalan: impacto global, inscripciones agotadas, hoteles llenos y una comunidad entregada.
La isla quiere recuperar su vuelta, sueña con un criterium y trabaja para que LaVuelta llegue en 2027. No es una aspiración: es un plan.
Y cuando Pogacar pedalea por aquí, el plan se acelera. Porque donde rueda el campeón, el mapa del ciclismo cambia. Y Gran Canaria ya ha encontrado su lugar en él.

