Desde que Jerry Jameson dirigió el fracaso de Rescaten el Titanic en 1980, a nadie se le ocurrió intentar hacer nada relacionado con ello. Sin embargo, unos años más tarde James Cameron y Bigas Luna rodaron sendas adaptaciones de la catástrofe. Una que todos conocemos, Titanic, con Leonardo DiCaprio y Kate Winslet. La otra, La camarera del Titanic, que en Estados Unidos pasó a llamarse sencillamente La camarera, para evitar comparaciones con el exitazo de Cameron.

«El estudio entró en pánico. Es nuestro deber no entrar en pánico», dijo Cameron sobre la realización de Titanic para LA Times, en la que se invirtieron 200 millones de dólares de presupuesto, pues rodar en el agua y las escenas en el barco no eran precisamente económicas.

A pesar de constituirse en aquel entonces como la película más cara de la historia –superada hoy en día con creces–, la recaudación fue once veces su coste, y James Cameron se confirmó como el otro Rey Midas de Hollywood aparte de Steven Spielberg, consiguiendo una carta blanca absoluta que no gastaría hasta doce años después con Avatar.

A pesar de que James Cameron recordara para LA Times que para aquel entonces lo que pensaban era «¡Vaya!, esta película no tiene forma de recuperar su inversión. Es simplemente imposible», la película ganadora de 11 Oscar, no solo fue un éxito taquillero, sino que, además, el director y productor de la misma fue capaz de abaratar el presupuesto un millón de dólares con tan solo llevar a cabo un truco visual.

«Solo elegimos extras de baja estatura para que el set pareciera más grande», confesó. De esta manera, el conjunto parecería mucho más grande y espectacular –sobre todo en las escenas rodadas en la sala de máquinas–, y así, según Cameron, consiguió ahorrar un millón de dólares de renderizado de imágenes a posteriori.

Kate Winslet y Leonardo DiCaprio en Titanic (1997)GTRES

Lo curioso es que Kate Winslet encajó en la descripción con sus 1,69 metros de altura, algo con lo que, sin embargo, Leonardo DiCaprio no cumplió al medir 1,83. Por suerte, Cameron pudo hacer los trucos de cámara suficientes como para que jamás se notara, incluso tantos años después, que era el rey del mundo, aunque, como curiosidad, la célebre frase fuera una improvisación de Leonardo DiCaprio a la hora de rodar, ya que no figuraba en el guion.

A pesar de que el deseo de todos era ver cómo Rose DeWitt y Jack Dawson conseguían sobrevivir al hundimiento del Titanic, Cameron lo tenía claro: «La película habla sobre la muerte y la separación. Jack tenía que morir», dijo en una entrevista aVanity Fair.