En apenas unas horas se ha dado una concatenación cósmica de sucesos, que diría Leire Pajín. Isabel Preysler y Dani Martín, dos perfiles bastante alejados de la confrontación ideológica, han expresado su opinión sobre la situación del país. Un gesto que refleja la crispación que recorre la sociedad española respecto a la situación política del país y el zumbido mediático consecuente. Incluso las celebrities más reservadas han sentido la presión, o la necesidad, de posicionarse.

La primera sacudida llegó desde el escenario. Dani Martín, durante uno de sus conciertos, se lanzó a una crítica directa al sistema político español. El exvocalista de El Canto del Loco, poco dado a pronunciarse en estos asuntos, lamentó la falta de explicaciones de los líderes y la ausencia de reconocimiento a los profesionales esenciales durante la pandemia. Fue más allá: anunció que no votará en las próximas elecciones e invitó al público a seguir su ejemplo para evidenciar su descontento. Su discurso, aplaudido por miles de fans, dibuja el hartazgo de una generación que reclama soluciones para los jóvenes, acceso a la vivienda y oportunidades laborales.

Fuera del escenario las palabras de Dani Martín se hicieron virales. Tanto, que el cantante ha escrito unas palabras de disculpas en las redes sociales: «Cuando cometo un error, me gusta pedir perdón. Si hay algo necesario en este Estado de derecho es ir a votar, así que quiero pedir disculpas por mis palabras equivocadas, fruto del hartazgo ante la falta de integridad y compromiso que estamos viviendo. Ojalá una gestión más justa, más unidad y mismos derechos y oportunidades para todas y todas».

Apenas unas horas después llegó desde Puerta de Hierro otra declaración sorprendente. Durante una entrevista con Susanna Griso, Isabel Preysler dejó atrás décadas de reserva para pronunciarse sobre el presidente del Gobierno. Aunque intentó esquivar el terreno político con su habitual elegancia, acabó verbalizando lo que nunca antes se había atrevido a decir: «No tengo nada bueno que decir sobre el Gobierno», zanjó, sorprendiendo a la presentadora y a los cámaras presentes. Un comentario inesperado que contrasta con la prudencia que la ha acompañado desde sus años junto a Miguel Boyer, cuando vivió tantos momentos en primera persona.

Este tipo de pronunciamientos, antes impensables entre figuras de primera línea, se han convertido en un fenómeno global. Los expertos en comunicación recuerdan que posicionarse políticamente puede reforzar la autenticidad de una celebridad, pero también polarizar a su audiencia y afectar a sus relaciones comerciales. Las marcas evalúan minuciosamente cualquier gesto público y, en tiempos de polarización, cada declaración se convierte en un riesgo calculado. Las redes sociales solo amplifican ese efecto: cada frase se multiplica, se descontextualiza y se convierte en un arma pública.

La cuestión no es una frivolidad. Estados Unidos ya vivió este escenario con uno de los casos más mediáticos: Taylor Swift. Tras años de neutralidad absoluta, la artista decidió pronunciarse contra Donald Trump y apoyar abiertamente a candidatos demócratas. Su intervención generó un terremoto político, elevó la participación juvenil en varios estados clave y despertó la furia del expresidente, que acusó a Swift de “desleal”. Un precedente que demuestra cómo las palabras de un famoso pueden impactar no solo en su imagen, sino en el tablero político.

En apenas unas horas se ha dado una concatenación cósmica de sucesos, que diría Leire Pajín. Isabel Preysler y Dani Martín, dos perfiles bastante alejados de la confrontación ideológica, han expresado su opinión sobre la situación del país. Un gesto que refleja la crispación que recorre la sociedad española respecto a la situación política del país y el zumbido mediático consecuente. Incluso las celebrities más reservadas han sentido la presión, o la necesidad, de posicionarse.