Si parecía que Stella Donnelly estaba desaparecida… es porque lo estaba: Stella explicaba en esta entrevista en Dod Magazine que la presión de la industria, la cantidad de conciertos, el exceso de trabajo, el no saber decir no a nada, le hicieron desfallecer. Necesitaba parar, abandonar su carrera. Hasta se hizo panadera.

Pero un día se dio cuenta de que la música sí que es realmente lo suyo. Lo que se le da mejor, en sus propias palabras. Recuperada la ilusión, preparó este disco con su marido y unos colegas. Sin excusas ni dilaciones. Casi ni sin sello: Secretly Canadian había prescindido de ella. Estuvo a punto de publicarlo directamente en su bandcamp. Por suerte, ha tenido edición vía Dot Dash Records.

Por suerte para ella, más para nosotros. ‘Flood’ (2022) no era un mal disco, pero le faltaba la magia de ‘Beware of the Dogs’ (2019). La tranquilidad de saber que a la única que tiene algo que demostrar era a sí misma le ha hecho recuperar la chispa. Este es un disco sencillo, corto y magnífico de indie-pop lo-fi. Está autoproducido y es austero a más no poder. Pero también es de muy hondo calado emocional. Porque este es un disco de ruptura y abandono. Pero de ruptura de amistad, que es aún más dolorosa que la de una relación amorosa. El lenguaje que usa Stella es el mismo, pero la huella es más profunda. Todas las letras son un diálogo (más bien un monólogo) con la otra parte. Una parte que nunca va a contestar.

Ya en la inicial ‘Standing Ovation’ pide un aplauso por esa persona “que ya nunca responde”. El lento lamento inicial sintetizado da lugar a una trotona tonada para decir que “nunca podré reemplazar a nadie tan grande como tú”. Sí, esa es la Stella que amamos: la que brilla, tan dulce y tan triste, en ‘Being Nice’, una canción breve y pizpireta, que contrasta con una letra en que relata “me desperté sangrando /h e limpiado las manchas millones de veces”. Stella nos ofrece unas canciones con melodías tan claras y tan precisas que no les hace falta mucho más.

Como ‘Feel it Change’, con su perfecto estribillo “I love you baby, but I’m scared to be near you” (“te quiero cariño, pero me da miedo estar cerca de ti”). ‘Baths’ es una nana prácticamente a capella, que nos lleva a una de las piezas mayores del disco, puede que de la carrera de Donnelly, ‘Year of Trouble’, un canto de añoranza total hacia la persona perdida. Se asienta sobre apenas tres notas de piano… pero qué tres notas. Junto a la interpretación de Stella, su hermosa voz aniñada, son suficientes para emocionar hasta el tuétano. Al final se permite desmelenarse un poco, subir la intensidad a lo gran cantautora de los setenta.

‘W.A.L.K’ remite a los primeros R.E.M. Aquí Stella suplica, en un momento dado, “take back my little life” (“devuélveme mi pequeña vida”). Todo sobre una guitarra frugal, con un par de destellos de coros, hasta que rompe toda la banda en un crescendo emocional. Otro tema que huele a clásico de Donnelly, en la estela (musicalmente hablando) de ‘Boys Will Be Boys’ es ‘Ghosts’. Tan sencilla y tan calma, pero tan redonda.

A pesar de tanta pena, Stella logra emerger y sonar cada vez más esperanzada hacia el final del disco. ‘Laying Low’, el cierre, es estival, casi funky. Stella parece recuperarse poco a poco de la puñalada y la consternación: voy a dejar de estar tumbada, anuncia. Stella ha vuelto. Y por la puerta grande.