Un gran temor recorre la revolución de la IA en Wall Street y está provocando pequeños ‘espasmos’ en las cotizaciones desde hace semanas: ¿y si los beneficios que trae la IA no son tan grandes como se esperaba? Esta posibilidad suena con más fuerza que nunca después de que el medio The Information revelara que Microsoft ha reducido sus perspectivas de crecimiento de las ventas de productos de IA. Esto se debe principalmente a que la demanda de los clientes no estaría acompañando a las prodigiosas estimaciones que llevaban meses sonando. Esta noticia no ha tardado en provocar un claro bajón en todos los índices norteamericanos y extender las caídas por todo el sector tecnológico.

Según indica la información publicada por el periódico norteamericano, muchos empleados de la empresa californiana no lograron los objetivos marcados por la compañía, un incumplimiento general que ha llevado a una revisión de estas cuotas a nivel total dentro de la empresa. Para poner en contexto la situación, una rebaja general de objetivos es algo muy extraño para la empresa fundada por Bill Gates.

Ya diversos analistas llevan meses advirtiendo de que el riesgo de que la inversión en IA no llegue a los beneficios es real, desde el MIT hasta el mismo Sam Altman, CEO y fundador de OpenAI. Los datos de Microsoft en ese sentido, de confirmarse, serían un enorme jarro de agua fría que aportaría a esta teoría un ejemplo práctico. Prueba de ello es que el impacto ya se deja sentir en los mercados durante la jornada del miércoles. En las horas previas a la cotización, los principales índices de Wall Street se movían con claras alzas de casi un punto, pero la noticia les llevó a caer en línea recta hacia abajo, hacia leves descensos.

En el caso del Nasdaq 100, principal afectado por la situación, las caídas son de casi medio punto en un día que, hasta la publicación de la noticia, parecía que sería plácido. Microsoft se deja cerca de un 3%, pero esta incertidumbre se ha extendido a todo el sector tecnológico. Nvidia cae un 1% y Broadcom un 2,2%. Amazon cede un 1,16%. En otros valores más grandes como Meta reina la calma por el momento. Alphabet cae, pero con serenidad, marcando un descenso cercano al 0,13%.

El peligro de volar cerca del sol

La presión es máxima sobre un Microsoft que, al igual que otras empresas del sector, está realizando grandes inversiones para ponerse al día respecto a la IA. En sus últimos resultados, la firma dijo que espera un gasto trimestral récord de capital de unos 35.000 millones de euros (el año pasado estaban en 24.000 millones) y que este crecerá todavía más en ejercicios posteriores. No es la única: se calcula (según datos de Goldman Sachs) que solo las grandes empresas estadounidenses gastarán cerca de 400.000 millones en inversión en IA este año.

Durante todas las revoluciones tecnológicas siempre hay problemas a la hora de trasladar los descubrimientos al sistema de producción existente: elementos que hoy nos parecen imprescindibles para la vida, como la electricidad, tardaron décadas en encontrar su hueco en las industrias. En los años 80, un chascarrillo en EEUU comentaba que los ordenadores estaban empezando a estar por todas partes, salvo en las oficinas. Pero el problema de la IA es que sus expectativas (y sus costes) son tan exorbitantes que las firmas del sector no pueden permitirse esperar décadas hasta hallar su nicho.

Según los cálculos de HSBC, OpenAI va a perder 490.000 millones de dólares de aquí a 2030, ante los gigantescos costes de mantener sus servidores y la dificultad de cobrar a los usuarios por todo ese gasto. Para ello, necesita que las empresas adopten masivamente la IA, para poder ingresar el dinero que necesita por su uso a gran escala. Y eso sería posible si su adopción provocara un aumento de la productividad de cerca del 4% anual, como estimó la firma de consultoría McKinsey en 2023.

Sin embargo, la adopción masiva y revolucionaria que esperaban las grandes firmas del sector no se está dando. Según la Oficina de Estadísticas de Empleo de EEUU, el uso de la IA para «producir bienes y servicios» solo ha llegado a entre un 9% y un 12% de las empresas estadounidenses. Otras encuestas apuntan a que un 45% de las empresas del país tienen suscripciones a servicios de IA, pero solo un 12% de los trabajadores usa estos servicios de forma diaria. Probablemente, el ejemplo más claro de la dificultad para integrar la IA en el trabajo es el informe del MIT de este verano, The GenAI Divide: State of AI in Business 2025, que apuntaba a que el 95% de los programas piloto de IA en empresas de EEUU han fracasado.

Todo esto llega precisamente cuando Anthropic, una de las grandes firmas del sector de la IA, está preparando su salida a bolsa, según informa el Financial Times. Normalmente, las salidas a bolsa de firmas privadas como esta se producen cuando su negocio ya está maduro y su modelo de negocio es lo suficientemente viable a medio plazo para no depender de las inyecciones de dinero de capital privado. Sin embargo, todavía no hay ninguna señal de que ni esta compañía, ni su gran rival OpenAI, hayan alcanzado ese punto. Una salida a bolsa de una firma valorada en unos 350.000 millones de dólares, tras la inversión reciente de Nvidia y Microsoft, pero sin expectativas de beneficios, sería algo nunca visto.

El gran miedo de los mercados ahora mismo es que la IA tenga un efecto mucho más mediocre de lo esperado. Si, por ejemplo, al final solo la acaba usando un 15-20% de las empresas, y sus efectos sobre la productividad son inferiores al 1%, difícilmente se podría hablar de un fracaso rotundo, pero todo el sector tendría que ser revalorado a la baja. Y, con toda seguridad, los costes exorbitantes de los modelos de IA actuales se harían definitivamente inviables.

Este temor ya lo anunciaba hace unos meses Bain&Company en su informe sectorial donde decía que con toda la cantidad que se ha invertido el sector tecnológico podría quedarse en unos ingresos insuficientes para que en muchos casos se alcance la rentabilidad. «En caso de no lograr un mercado de 2 billones de dólares, no se logrará satisfacer la demanda de forma rentable. La demanda de computación supera por tanto los semiconductores que requerirá un aumento drástico del suministro de energía en redes que no han aumentado su capacidad en décadas». Para justificar las inversiones que se están poniendo encima de la mesa, la consultora considera que sería necesario un beneficio de entre el 10% y 25%. Algo que sí podrían conseguir según sus estimaciones muchas empresas líderes, pero que no llegaría a todas.

La semana pasada, en una entrevista con elEconomista.es, Andrei Gorodilov, gestor de fondos de inversión en Fidelity, alertaba de ese desequilibrio latente en el mercado de la IA: «Yo no soy un experto, pero soy un escéptico del milagro de la IA, no tanto porque no vaya a transformar nuestras vidas, si no más por la asignación de capital en todo este proceso. Y cuánto se ha invertido en cada cosa, y quién cosechará los beneficios», alertaba.

Además, diversos analistas advierten de que el fallo de una sola de estas grandes empresas podría tener un importante eco en todo el hábitat empresarial que se está creando. El motivo es que empresas como Microsoft, Nvidia o Amazon están alimentando un motor de deuda y, especialmente, de inversiones endogámicas. Microsoft ha invertido directamente en OpenAI, que usará al mismo tiempo infraestructura de la empresa para su expansión. Tiene inversiones paralelas con Nvidia (a través de Anthropic, por ejemplo). También ha cerrado acuerdos de inversión con Broadcom.

A falta de confirmación oficial, un recorte de ventas en Microsoft, uno de los grandes titanes del sector, sería la punta de lanza de un problema mucho más profundo. La IA se encuentra en un momento de gran tensión donde la perspectiva de unos ingresos menores de lo esperado puede abrir un enorme abismo entre el mundo que el mercado ha soñado y la realidad. Queda por ver si este revés es solo una anécdota en el camino conjunto hacia la nueva tecnología o la primera alarma de algo mucho más grande.

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