Carmen Delia Aranda Rodríguez

Miércoles, 3 de diciembre 2025, 16:42

La gripe comienza a asomar por las consultas canarias. Sin embargo, medidas tan lógicas como usar mascarillas al acudir a un centro de salud con síntomas gripales no están dentro de los planes de la mayoría de la población. Por ello, este miércoles, el Ministerio de Sanidad se sentó con el resto de las comunidades a fin de establecer un protocolo común de medidas para reducir el impacto de las infecciones respiratorias, entre ellas, el uso obligatorio de mascarilla en centros sanitarios y sociosanitarios o la restricción de las visitas de cortesía a las residencias con vulnerables, si la incidencia se dispara.

El archipiélago aplica esta hoja de ruta ante la gripe desde el año pasado, pese a que el Ministerio de Sanidad no logró consensuarla con las comunidades. «El protocolo establece cuatro escenarios de actuación en función de la incidencia», señaló el director general de Salud Pública del Gobierno de Canarias, José Díaz-Flores.

El documento canario establece cuatro niveles de riesgo en función de la circulación de la gripe: el nivel basal o escenario 0, con una incidencia inferior a los 57 casos por 100.000 habitantes; el escenario 1, de riesgo bajo o moderado, con un umbral de entre 157 y 217 casos por 100.000 habitantes; el escenario 2, con un riesgo alto y una incidencia comprendida entre 218 y 251 casos por 100.000 habitantes. Cuando se supera esta tasa, se entra en el escenario 3, con riesgo muy alto.

  • Incidencia
    A 23 de noviembre, la incidencia en las islas estaba en 52 casos por 100.000 habitantes

  • Fase epidémica
    Se prevé que Canarias entre en la fase epidémica estos días, cuando supere los 57 casos por 100.000 habitantes

  • Medidas
    En este escenario se aconseja la mascarilla a personas con síntomas y en espacios frecuentados por vulnerables

  • Nivel 2
    La mascarilla será obligatoria en centros sanitarios y residencias con personas vulnerables, donde se limitarán las visitas

«En Canarias estamos en el escenario 0 y se prevé que podamos pasar al 1 en los próximos días, lo que implica la recomendación del uso de mascarillas en toda persona con síntomas para proteger a los vulnerables y también la recomendación de mascarillas para trabajadores y pacientes de los servicios de urgencias, oncología e inmunodeprimidos», señaló Díaz-Flores.

Hasta hace unos días la incidencia de la gripe rondaba los 52 casos por 100.000 habitantes en las islas y se espera que estos días el archipiélago entre en el primer escalón de la fase epidémica, con cuatro semanas de antelación respecto a las fechas habituales de infección estacional. Esta anticipación se atribuye a la rápida transmisión del subclado K entre una población que carece del recuerdo inmunológico ante la nueva mutación de la gripe A.

Las infecciones llegan a las consultas

«La gripe ya está empezando a despegar y, probablemente, en las próximas semanas, con las llegadas de las cenas y los encuentros navideños, seguro que va a subir muchísimo», señala el presidente de la Sociedad Canaria de Medicina Familiar y Comunitaria (Socamfyc), Gustavo Moreno. Solo durante una mañana, por su consulta han pasado unas seis personas con síntomas gripales.

Sin embargo, «prácticamente nadie» acude al centro sanitario con mascarilla, lamenta el médico. «Son muy pocos los que vienen con mascarilla; normalmente se la ponen las personas vulnerables, no quienes tienen síntomas», recalca el doctor.

Con síntomas y sin mascarilla

Coincide con él la portavoz de la Asociación de Médicos de Atención Primaria de Canarias (Amapcan), Ana Joyanes. «Nos llegan sin mascarilla y tosiendo. Ya no tenemos miedo a la covid y nos importa tres cominos contagiar a los demás», indica la doctora, que aboga por normalizar el uso de la mascarilla cuando tenemos síntomas gripales, como han hecho en las culturas orientales.

Respecto a la politización del debate del plan para frenar la gripe, Moreno sostiene que «hay que trazar una línea roja» para que las cuestiones que afectan a la salud pública no sean objeto de enfrentamiento político y emanen del consenso de los profesionales sanitarios. «El problema surge cuando no se tocan estas cuestiones y se normaliza estar enfermo», afirma.

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