Un cuadro perdido reencontrado, azúcar como símbolo de poder y una batalla decisiva en Brasil. En abril de 1625, la mayor flota transatlántica jamás desplegada hasta entonces tomó por asalto la ciudad de Salvador de Bahía, un pequeño enclave de apenas 3.000 habitantes. Más de 12.000 hombres y 50 navíos dirigidos por el almirante Don Fabrique Álvarez de Toledo consiguieron expulsar a las fuerzas holandesas que habían tomado la ciudad un año antes. Aquella hazaña, que consolidó la hegemonía hispanoportuguesa en América, quedó retratada al detalle en una pintura olvidada que se ha convertido en protagonista del documental Bahía 1625, historia sobre lienzo, que se estrena mañana en cines tras su exitoso paso por el Festival de Huelva.
El filme, dirigido por Antonio Pérez Molero, reconstruye la historia de la toma y la recuperación de Salvador de Bahía a través de este cuadro misterioso. Un lienzo monumental repleto de detalles que cobran vida a lo largo del documental. «Es un documento histórico en sí mismo, más que una obra de arte», afirma uno de los historiadores que participan en la película. El público viaja de la mano de historiadores y cronistas del siglo XVII por Lisboa, Madrid, Cádiz, Ámsterdam, La Haya y, por supuesto, el Salvador de Bahía de hace cuatro siglos y el actual, donde permanecen las huellas de ese pasado.
Con animaciones, entrevistas a expertos y una cuidada narrativa, poco habitual en un documental histórico, la obra convierte en crónica visual la anatomía del lienzo. El documental parece una investigación policial en la que se muestra el traslado del cuadro al Museo Naval de Madrid, cómo los restauradores trabajan la obra, investigan su origen, se preguntan quién lo pintó, quién o lo encargó y descubren los misterios que esconde detrás de sus pinceladas.
Azúcar y esclavos
La historia, que navega entre el presente y el pasado, empieza explicando cómo el azúcar motivó la invasión de Salvador de Bahía por los holandeses. En 1580 Portugal pasó a formar parte de la Monarquía Hispánica, con ello, el comercio azucarero brasileño se integró bajo la misma corona. Eso no gustó en los Países Bajos, que en 1624 envió 24 navíos de la Compañía de las Indias Occidentales a conquistar Bahía. La ciudad, sorprendida, cayó en una noche. Fue una «bomba geopolítica», como se menciona en el documental.
Como resultado, en Ámsterdam, las acciones de la Compañía se dispararon. La respuesta de la Monarquía Hispánica fue rápida. El Conde Duque de Olivares ordenó a Don Fabrique de Toledo formar una flota para recuperar la plaza brasileña. En agosto de 1625, la inmensa flota llegó a Bahía y empezó una ofensiva terrestre y naval que terminó en victoria. El documental descubre esta historia, pero también los juegos políticos y económicos que había detrás, el triste final del Don Fabrique, la soberbia del Duque de Olivares y el papel que jugó la propaganda holandesa e imperial en esta lucha de poder, que empezó en los campos de batalla y se defendió en el arte y los «periódicos» de la época.
Bahía 1625, historia sobre lienzo, no es solo una reconstrucción bélica, es también un ensayo visual sobre la función del arte como archivo histórico esencial. Antonio Pérez Molero firma un documental ligero, dinámico y detallista, que combina la erudición de los historiadores, la crónica y la sensibilidad visual que descubre una historia más que curiosa a través de la lectura de una pintura desconocida hasta ahora.