La lectura nacional será inevitable y marcará el resto de citas autonómicas. Las elecciones de Extremadura, en apenas dos semanas, serán «el primer termómetro» con el que los partidos podrán, al fin, calibrar en qué punto se encuentra la opinión pública en esta convulsa legislatura. … Distintos cuadros del PP reconocen que «hay mucho en juego». Alberto Núñez Feijóo ha desplegado una agenda de arranque de campaña, primero en Badajoz y este viernes en Cáceres, que no deja lugar a dudas. La orden es volcarse. Las urnas deben confirmar si, como vienen pronosticando, el PSOE pierde apoyos estrepitosamente. También aclararán la posición y la fuerza que tienen populares y Vox en el ámbito de la derecha. Y si, como también esperan en Génova, el partido de Santiago Abascal crece pero no tanto como algunos sondeos predicen.

Fuentes del PP dan por hecho que se confirmará, con total seguridad, el proceso de derechización que la sociedad española está experimentando. Le dan mucha relevancia al hecho de que Extremadura sea un territorio tradicionalmente fiel a la izquierda. «Vamos a ver un cambio sociológico muy relevante», advierten. Y también recuerdan que en 2023 el PSOE fue el partido que ganó las elecciones, aunque quedaron empatados en 28 escaños. La presidenta de la Junta, María Guardiola, se prepara para una campaña en la que ya cuenta con la victoria. El reto será acercarse mucho, casi rozar, la absoluta. Es una comunidad complicada al tener solo dos circunscripciones.

Pero la sola victoria del PP y, sobre todo, una suma de la derecha tan clara (hace dos años y medio no lo estuvo en absoluto) será «un éxito» para los intereses de Feijóo mirando al PSOE. Los socialistas saben que el punto de partida es complicado. Su candidato, Miguel Ángel Gallardo, procesado en el caso del hermano del presidente del Gobierno y que irá a juicio en la primavera, lastra las posibilidades de mejorar. Pero el PSOE también sabe que la situación nacional, con un desgaste muy fuerte de Pedro Sánchez por los pactos con los independentistas y la acumulación de frentes judiciales -ahora mismo la trama Koldo con José Luis Ábalos y el asesor que da nombre al caso en la cárcel; y también el escándalo de Paco Salazar en pleno auge- condenan a la formación a tener un mal resultado. Lo que está por ver, admiten en el PP, «es cómo de malo».

Feijóo necesita una derrota de los socialistas. Y no es lo único que necesita. También que Vox -que crecerá porque en 2023 tuvo 5 diputados y poco más del 8% del voto- no se dispare. Santiago Abascal ha decidido volcarse en la campaña como si fuera prácticamente el candidato. Su constante presencia -varios mítines desde hace semanas- sobre el territorio preocupa a algunos dirigentes populares, conscientes de que el líder de Vox es el principal activo que tiene su partido. Otros dirigentes consultados por ABC, en cambio, consideran que «se está involucrando demasiado» y que será «el principal responsable» del resultado, sea el que sea. La aspiración de los populares es que su rival por la derecha crezca, pero que no consiga un resultado excepcional. «Esto nos ayudaría mucho a poner las cosas en su sitio», zanjan. También son conscientes de que hay otras comunidades autónomas en las que el resultado de Abascal puede ser bastante superior.

El problema de fondo -pensando en un futuro gobierno- es la escasa sintonía que tienen PP y Vox en Extremadura. Hasta el punto de que en el entorno de Abascal, como publicó ABC, no descartan forzar una repetición electoral si sus votos son necesarios para investir a Guardiola y la presidenta se niega a aceptar todas sus condiciones.

El PP cuenta con un descalabro del PSOE y aspira a que Vox no logre un gran resultado

Este mismo jueves mismo el líder del PP reconoció desde Don Benito (Badajoz) que las elecciones de Extremadura «son importantes para toda España» – «nunca antes lo habían sido tanto», llegó a afirmar- si realmente se quiere enviar «un mensaje de cambio» que «ponga fin al sanchismo». Casi a la vez, Abascal desplegaba un durísimo discurso «contra el bipartidismo» equiparando a PP y PSOE por haber generado «una herencia de abandono para las tierras leales de España». El tono no irá a menos a lo largo de estas dos semanas, como ya publicó ABC. Las formaciones de la derecha tenían prisa por zanjar el pacto en la Comunidad Valenciana y entregarse a una campaña en la que hay demasiado en juego.