¿Tiene relación la enfermedad de Parkinson y la depresión con los trastornos inflamatorios intestinales? Es lo que sugieren algunos estudios recientes, cuyos resultados refuerzan la hipótesis de la existencia de un eje intestino-cerebro, que indica que la acumulación anómala de la proteína alfa-sinucleína en las neuronas, característica de la enfermedad …

¿Tiene relación la enfermedad de Parkinson y la depresión con los trastornos inflamatorios intestinales? Es lo que sugieren algunos estudios recientes, cuyos resultados refuerzan la hipótesis de la existencia de un eje intestino-cerebro, que indica que la acumulación anómala de la proteína alfa-sinucleína en las neuronas, característica de la enfermedad de Parkinson, se daría no sólo en el cerebro sino también en el sistema neuronal entérico, es decir, en las neuronas del intestino, así como en otras partes del cuerpo. 

De esta hipótesis hay dos variantes: una postula que el inicio de la acumulación de formas tóxicas de alfa-sinucleína empezaría en el cuerpo para extenderse después al cerebro, y otra postula justo lo contrario, que empezaría en el cerebro para extenderse después al resto del cuerpo. 

Ahora, un equipo liderado por Analia Bortolozzi, investigadora del Instituto de Investigaciones Biomédicas de Barcelona del CSIC (IIBB-CSIC) y del CIBERSAM, ha hallado un mecanismo molecular que probaría esa conexión: han identificado la misma desregulación de tres microRNA en muestras post-mortem del cerebro de pacientes con párkinson y con trastorno depresivo. 

Los microRNA son pequeñas moléculas reguladoras de la expresión génica. La desregulación que han hallado «se caracteriza por una baja expresión de miR-199a-5p y miR-219a-5p; y una sobreexpresión de miR-200a-3p», apunta Bortolozzi. Lo interesante del hallazgo es que el mismo patrón de estos tres microRNA alterados tanto en párkinson como en depresión, también se había descrito previamente en pacientes con patología inflamatoria intestinal. 

La desregulación de los microRNA produce proinflamación intestinal 

El estudio da un paso más y confirma, mediante pruebas en modelos murinos, que esta desregulación de los microRNA produce estados proinflamatorios intestinales, y lo ha conectado, concretamente, «con un aumento en la expresión de las citoquinas TNFα e IFN-gamma, y con la activación de la vía de señalización NFKB1, que son marcadores inflamatorios», apuntan desde el equipo de investigación.

Los investigadores han podido reproducir y confirmar la misma cascada molecular en dos modelos de ratón: el primero, un modelo con estrés que presenta un perfil similar a la depresión, mostraba el mismo patrón alterado de microRNA y un aumento de los marcadores inflamatorios en el cerebro. 

En un segundo modelo, con una sobreexpresión patológica de alfa-sinucleína en las neuronas de serotonina y que desarrolla un fenotipo depresivo y de párkinson, también se repetía el patrón exacto de microRNA y de inflamación, tanto en el cerebro como en el intestino.

La aportación clave del estudio, explica Analia Bortolozzi, «es que se identifica este eje específico de inflamación, la tríada de microRNA actuando sobre los marcadores de inflamación, como un mecanismo molecular común que conecta la fisiopatología del párkinson, de la depresión y de la disfunción intestinal».

El trabajo, que aparece publicado en la revista Journal of Neuroinflammation, tiene como primeros autores a Lluis Miquel Rio y a Judith Jericó-Escolar, ambos del IIBB-CSIC y del CIBERSAM, y ha contado con la colaboración de equipos de la Universidad de Barcelona, de la Universitat Autònoma de Barcelona y de la Universidad del País Vasco. También ha contado con el apoyo del Instituto Vasco de Medicina Legal y el Biobanco del Hospital Clínic de Barcelona, que han aportado las muestras de tejido humano.

Nuevas vías de investigación y aplicación en medicina

Este hallazgo proporciona «evidencia directa de un proceso patológico paralelo que abarca el eje intestino-cerebro y sugiere un bucle inflamatorio bidireccional», señalan los investigadores. Si bien en el caso de los humanos esta investigación solo analiza muestras de tejido cerebral, existen otros estudios que han confirmado la presencia de la acumulación patológica de alfa-sinucleína en el intestino. 

Además, explican, se sabe que los síntomas gastrointestinales a menudo preceden a los síntomas motores en años, aunque no todos los pacientes parecen seguir este patrón de propagación. 

«La base de nuestro estudio es la elevada correlación clínica ya documentada: más del 80% de los pacientes con párkinson presentan trastornos gastrointestinales, y existe una asociación bidireccional entre párkinson, depresión y enfermedades inflamatorias intestinales», apunta la investigadora, que añade: «Algunos estudios incluso sitúan la prevalencia de estos trastornos gastrointestinales en fases tempranas de la enfermedad en cifras del 81% e incluso del 88,9%».

Una de las implicaciones futuras más importantes de esta investigación es el potencial de este patrón de microRNA como biomarcador. Dado que el estudio demuestra que este patrón también existe en el tejido intestinal del modelo animal, «la idea de analizarlos en biopsias intestinales de pacientes vivos, que son más accesibles que el cerebro, es una extensión lógica y muy relevante de este trabajo», añade Bortolozzi. Sin embargo, comenta, también se podrían analizar fluidos biológicos, como el plasma o el líquido cefalorraquídeo, lo cual podría ser una herramienta útil para el diagnóstico precoz y la criba de pacientes

Los microRNA son una opción prometedora como biomarcadores para la detección del párkinson, ya que son estables en los fluidos corporales y más fácilmente accesibles. De hecho, ya existe una intensa investigación para identificar los microRNA que serían más idóneos para discriminar con precisión a los pacientes con párkinson de los controles sanos, con el objetivo de lograr un diagnóstico temprano y permitir una intervención precoz.