Ana y Oscar, dramaturga y abogado, compraron un amplio ático al pie de la sierra del Tibidabo en Barcelona, justo en el punto donde la trama urbana inicia su ascenso hacia la montaña. Esta posición privilegiada ofrece una panorámica poco común de la ciudad, que abarca desde la sierra de Collserola hasta el centro y el mar. “El ático no era de origen del edificio (aunque podía parecerlo) y contaba con una reforma interior de principios del 2000 para una familia grande, con largos pasillos y espacios segregados que daban a las diferentes habitaciones”, comienza MH.AP, el joven estudio encargado de reformar la vivienda. Su cambio integral ha priorizado las zonas sociales con vistas generosas, la luz natural y la calma mediterránea. Marina Huguet (Reus, España) y Andrés Peñuela (Medellín, Colombia) son sus fundadores, graduados ambos en Arquitectura por la ETSAV de Barcelona. Comenzaron su práctica como nómadas, viviendo y trabajando en Suecia, Francia y el sudeste asiático. Durante ese tiempo, colaboraron con despachos como Barozzi Veiga, Tham & Videgårdy Dominique Perrault, entre otros. En 2015 regresaron a España y decidieron fundar su propio proyecto, con el que buscan producir una arquitectura vinculada al contexto social, económico y cultural de cada lugar, y que el año pasado fue galardonado con un Premio AJAC del COAC.

Una de las vistas de Barcelona que se ven desde el ático.En la cocina, lámparas colgantes Lomon de Torno Lighting. Encimera de inox, isla de micromortero y muebles bajos de roble con barniz al agua natural.

Con 190 metros cuadrados y otros 100 más de terrazas en ambos extremos, el piso podría haber albergado fácilmente tres dormitorios. “Sin embargo, los clientes nos pidieron centrar la atención en las áreas de estar y de encuentro, solicitando únicamente un dormitorio principal con baño en suite y una habitación de invitados. Esto nos permitió explorar una distribución en la que las zonas privadas quedaran en segundo plano, liberando espacio para relaciones más abiertas entre las distintas partes de la vivienda”, explican. Para ello, organizaron la planta a lo largo de un eje norte-sur. Los dormitorios y baños se ubican en el lado este, más tranquilo, mientras que la cocina, el comedor y la sala se abren hacia la amplia terraza oeste y las vistas. Dado que la privacidad y el ruido no eran una gran preocupación, trataron el dormitorio como una unidad flexible, instalando paneles correderos de madera en ambos lados que permiten conectar la estancia tanto con la sala como con el baño y el vestidor. “Lo más interesante de la reforma es la posición de la habitación. La contemplamos como un espacio mínimo dónde únicamente se duerme y le dimos importancia al ritual del baño, dándole a la ducha un lugar especial, lleno de luz natural y conectado con el exterior”, prosiguen.

En el comedor, armario a medida en madera de roble.

Inspirándose en la arquitectura mediterránea, trasladaron parte de la vida interior al exterior, extendiendo las estancias principales hacia la gran terraza. La cocina y el salón se comunican a través de este espacio central al aire libre con aperturas de suelo a techo. Para reforzar esta idea, utilizaron el mismo estuco de cal en tonos cálidos tanto dentro como fuera, creando una atmósfera suave y unificada, y también el mismo suelo de micromortero. Pocos materiales (madera de roble, muebles de obra, cerámica catalana y acero inoxidable que pone el punto moderno) pero repetidos aportan coherencia y además estos se usan indiscriminadamente diluyendo los límites. Por ejemplo, los porticones, un elemento de control solar exterior, se han metido en el interior de la casa. En cuanto a la paleta cromática, prevalecen los tonos claros: blancos rotos, cremas, beiges. En la terraza, una pérgola da sombra a la cocina al aire libre y a la gran mesa integrada. Así, las visuales y la conexión con el exterior se convierten en la base del proyecto.

En el dormitorio, moqueta azul de Cotlin y cama a medida forrada de la propia moqueta. Ventilador de Create y, sobre el estante, espejo The Cloud de Kilzi.

Con diseño funcional y a medida, muebles locales y una elegante paleta de materiales y colores, han construido una casa serena, sencilla, con pocos elementos y mobiliario porque no se necesitan, porque la propia arquitectura ya ha hecho la función. Hay algo de vernacular, pero también de tradicional, y de muy actual con las piezas de BD Barcelona, de Kilzi y la cama tapizada con la moqueta en azul eléctrico.

Vista desde la terraza hacia el interior. El techo de la pérgola es de mimbre.En la terraza, mesa y encimera con azulejos de Ceràmica Ferrés.

“Es una casa que responde a un contexto mediterráneo. Es contemporánea en su aproximación monocromática pero a la vez clásica en sus formas y por cómo la madera aporta calidez sin grandes gestos. El look final del proyecto es el resultado de un proceso a medias con el cliente. Nos gusta pensar que tanto ellos como nosotros, como el constructor Iñaki, los artesanos y todo aquel que ha participado, lo siente suyo. Admiramos a aquellos que han conseguido marcar tendencia y crear un estilo propio. Pero creemos que nosotros no lo tenemos muy definido, por lo dicho anteriormente (no empujamos a nuestros clientes, sino que cogemos sus deseos y les damos forma). Hay pequeñas cositas, sobre todo detalles que hablan de nosotros. Pero si tuviéramos que decir qué parte del proyecto nos representa más, sería la planta, donde hay un esfuerzo por equipar cada lugar para activarlo, de tal forma que no hay muros sin grosor programático y hay una reflexión sobre los modos de habitar”, concluyen los arquitectos.

Un rincón del salón con silla Constanza de Miguel y Gonzalo Milá para Isist Atelier y lámpara The Feather de Kilzi.En el salón, módulo de sofá Pillow de Muller van Severen y 2001 Side Table de Ramón Úbeda & Otto Canalda, ambos para BD Barcelona. Lámpara Giraffe de Kilzi y fotografía de Teddy Iborra. Chimenea de ladrillo refractario y suelo y paredes de toda la casa de micromortero, como los muebles de obra.