“Es emocionante poder entretener al público de todo el mundo, es la razón por la que hago lo que hago, para que puedas evadirte de tus problemas, de tu día a día, de todo lo que está provocando que te salgan canas”, nos dice el productor estadounidense Jerry Bruckheimer (Detroit, 1943) en una suite del Mandarin Oriental Ritz de Madrid. “Siempre digo que estamos en el negocio del transporte, transportamos a la gente a un lugar diferente”.
Bruckheimer lleva en su negocio, el de producir películas (y también muchas series) en Hollywood desde los años 70, cuando dejó atrás el mundo de la publicidad. Y lo cierto es que la huella que ha dejado en la meca del cine en 50 años de trayectoria prácticamente no tiene parangón, sobre todo a nivel de taquilla (en gran parte gracias a su asociación con el ya fallecido Don Simpson, de cuya importancia en su carrera le preguntamos luego).
Hablamos de alguien que, después de llamar la atención gracias a sus contribuciones con Paul Schrader para sacar adelante filmes arriesgados (e icónicos) como American Gigolo (1980) o El beso de la pantera (1982), ha estado detrás de blockbusters (incluyendo sus secuelas) del calibre de Flashdance, Superdetective en Hollywood, Top Gun, Marea roja, Dos policías rebeldes, Mentes peligrosas, La roca, Con Air, Armageddon, Enemigo público, 60 segundos, Black Hawk derribado, Piratas del Caribe o La búsqueda (National Treasure), por nombrar solo algunos. Y también trasladó en este siglo su tacto de rey Midas a la pequeña pantalla como productor ejecutivo de exitazos como CSI, Caso abierto o Sin rastro.
A sus 82 años, no ha perdido el ánimo para seguir muy activo en la industria, ni tampoco su ojo o agudeza. Lo demuestra en esta entrevista, pero, sobre todo, con el pelotazo que ha pegado este año con F1, película que ha producido para Apple y que en el momento de escribir estas líneas está en el top 7 de las que más han recaudado en el mundo en 2025, con más de 631 millones de dólares. Es una cifra muy significativa en la era pospandemia, tan incierta para Hollywood, pero lo es más si se tiene en cuenta que se trata de una producción original (cierto que ambientada en un mundo con tanto tirón como el de la Fórmula 1). Es decir, que no es una secuela y pertenece al género de superhéroes o a la animación para niños.
“F1 ha sido un éxito porque es una película que funciona muy bien a nivel emocional, con personajes que buscan una redención”, nos cuenta Jerry Bruckheimer, que ha venido a promocionar la película a Madrid de cara a la temporada de premios, una responsabilidad que tampoco abandona pese a su veteranía. “Es una gran historia para todos, ya que todo el mundo en algún momento ha fracasado en algo y busca redimirse”.
No ha sido el único gran triunfo en taquilla del productor en este último lustro. Ni el mayor, porque ese honor recae con diferencia en Top Gun: Maverick, que recaudó casi 1.500 millones en todo el mundo a pesar de que su estreno en cines se retrasó casi tres años por la pandemia (y le otorgó a Bruckheimer la única nominación al Oscar como productor de toda su dilatada carrera). Y tiene en común con F1 su director, Joseph Kosinski, con el que Bruckheimer parece haber entablado una colaboración tan fructífera como las que mantuvo en el pasado con Michael Bay o Tony Scott.