La crisis en la familia imperial japonesa avanza inexorable, con cada vez menos miembros en activo: sólo 12, de los que cinco podrían perder la condición de miembros si se casasen, sólo por ser mujeres; y sólo hay tres herederos posibles con la ley actual, uno de ellos con 90 años ya. Todo por plegarse a una ley de 1947, que ni siquiera tiene rango constitucional (la Constitución japonesa lo único que dice es que el trono debe transmitirse de forma dinástica, pero sin establecer preferencias o limitaciones). La llegada al poder de Sanae Takaichi, primera mujer en alcanzar el cargo de primera ministra, combinada con la creciente popularidad de la princesa imperial Aiko, hija de los emperadores, que acaba de cumplir 24 años y protagoniza cada vez más actos oficiales, ha resucitado las esperanzas de cambio. De que quizás el Gobierno se tomaría más en serio la voluntad popular, que en numerosas encuestas se ha mostrado partidaria de cambiar la ley con una mayoría aplastante (cercana al 80%) y facilitar el acceso al trono y a la permanencia en la familia real de las mujeres, algo que hasta la ONU ha conminado a Japón a hacer. Pero el principal obstáculo, además del tradicional inmovilismo político (puede que Takaichi sea mujer, pero su partido lleva gobernando Japón de forma casi permanente desde 1955), está dentro de la propia Familia Imperial: el príncipe Fumihito de Akishino, actual príncipe heredero, conocido por sus tiranteces con la Casa Imperial.
Se da la circunstancia de que Fumihito y Aiko cumplen años de manera consecutiva, el 30 de noviembre y el 1 de diciembre, respectivamente. Por la onomástica, es tradicional que cada miembro de la Familia Imperial haga llegar unas palabras a la prensa, con sus ideas o reflexiones. Y Fumihito se ha mostrado poco ambivalente en su 60º cumpleaños al hablar de la cada vez más reducida Familia Imperial: “no hay nada que pueda hacerse bajo el sistema actual”. Un reconocimiento de que el problema existe, sí. Pero, en vez de sugerir una reforma, sólo ha ofrecido una idea: “La única manera de seguir adelante es reduciendo el número de actividades oficiales” de los imperiales. Y no es la primera vez que sus palabras zanjan el debate.
El año pasado, sin ir más lejos, en idénticas circunstancias, sus palabras se centraron en las mujeres de la familia. En septiembre de 2024, dos meses antes de su cumpleaños, se filtró un informe interno de la Dieta japonesa, en el que tanto Gobierno como oposición coincidían en explorar la posibilidad de que las princesas no dejasen de serlo al casarse fuera de la familia imperial (otro tipo de matrimonio es hoy imposible, por otro lado. Con lo que la única opción, como en el caso de Akiko de Mikasha, es quedarse solteras). Fumihito aprovechó su cumpleaños para darle la vuelta al asunto: «Los miembros relevantes de la Familia Imperial son personas reales. ¿En qué tipo de situación se verían [si se llevase a cabo esa reforma]?». Por si quedaban dudas, explico que la Casa Imperial “necesita entender y ser consciente de lo que opinen los miembros afectados”. Es decir, que no se llevase a cabo esa reforma sin tener en cuenta a las mujeres afectadas por ella. Cuando la posibilidad de que se manifiesten contra la tradición es totalmente impensable. Y cuando incluso él mismo confesaba no haber hablado ni con su propia hija (la muy popular y querida princesa Kako) de los planes que esta pudiese tener para su futuro matrimonio.
Fumihito de Akishino obviamente defiende su posición: a sus 60 años, el hermano del actual emperador no sólo es el heredero designado. También es el padre del príncipe Hisahito, el único varón de la familia capaz de prolongar la estirpe, con tan sólo 19 años. Cualquier cambio en la ley sálica vigente afectaría no sólo a sus posibilidades como futuro emperador, sino que también enterraría directamente las de Hisahito, con varios miembros de la Familia Imperial mejor posicionados para sucederle… Empezando por su propia hermana Kako.