El cardiólogo Valentín Fuster, director general del Centro Nacional de Investigaciones Cardiovasculares (CNIC), ha hecho un llamado a profundizar en la relación entre el deterioro cognitivo y la salud cardiovascular. Durante el simposio internacional ‘Understanding the Neurovascular Network to Prevent Dementia’, Fuster instó a investigar las interacciones entre ambos factores para avanzar en la prevención de enfermedades como la demencia.

Interacciones críticas entre el cerebro y el sistema cardiovascular

Fuster destacó que las enfermedades cardiovasculares son la causa subyacente de diversos síndromes cognitivos, incluyendo el deterioro cognitivo vascular y la demencia. Varios estudios han mostrado que los factores de riesgo cardiovasculares y metabólicos pueden influir en la expresión de otros tipos de demencia, en especial la enfermedad de Alzheimer. Sin embargo, el doctor subrayó que «se sabe poco sobre su interacción durante sus largas fases preclínicas y cómo se influyen entre sí», resaltando la necesidad urgente de entender mejor los mecanismos que impulsan estos procesos.

Durante el simposio, se presentaron investigaciones de expertos como David Attwell, Andy Shih del Seattle Children’s Research Institute, y Susanne van Below, quienes abordaron el papel esencial de la red neurovascular en la demencia. Se concluyó que la integración de la biología vascular y la neurociencia es fundamental para prevenir el envejecimiento cerebral y la demencia.

Un nuevo enfoque en la patogénesis del Alzheimer

La coordinadora del Programa de Factores de Riesgo Cardiovascular y Salud Cerebral del CNIC, María Ángeles Moro, explicó que el cerebro contiene cerca de 700 kilómetros de vasos sanguíneos que aportan los nutrientes y el oxígeno necesarios para su correcto funcionamiento. Detalló que «células neurales y vasculares forman una red integrada de señalización que coordina de manera muy precisa las señales vasculares con la plasticidad y la excitabilidad neuronal». Esta compleja relación debe ser comprendida tanto en condiciones de salud como de enfermedad, dado que es esencial para la función cerebral y la cognición.

El director del Instituto de Investigación del Cerebro y la Mente de la Familia Feil de la Facultad de Medicina Weill Cornell en Nueva York, Constantino Iadecola, afirmó que hasta hace poco no se había considerado el papel de las alteraciones vasculares en las enfermedades neurológicas, excepto en casos de ictus. En este sentido, la investigadora del Centro de Neurociencia Cajal del CSIC, Marta Cortés-Canteli, apuntó que la salud cardiovascular es un «pilar fundamental» en la patogénesis del Alzheimer, ya que un riesgo vascular elevado provoca hipometabolismo cerebral y daño neuronal.

La prevalencia de Alzheimer se triplica en individuos con aterosclerosis, y el aumento de la placa de ateroma está directamente relacionado con una disminución del metabolismo cerebral. Este nuevo enfoque redefine la enfermedad como un problema sistémico y no solo neurológico, lo que subraya la necesidad de un abordaje interdisciplinario en la investigación y tratamiento de la demencia.