Fue la última paliza para el pobre Lucas. A media mañana del pasado miércoles, Juan David, pareja sentimental de Bárbara, de 21 años, molió a palos a su hijastro. No era la primera vez. Le había pegado desde el principio, desde que lo conoció. Circula por redes un vídeo grabado por un vecino de La Garrucha, Almería, en el que se ve a Juan David cogiendo de una pierna a Lucas, cabeza abajo. Lo tiene en volandas y lo deja caer. Ya en el suelo, lo patea.

Después, cuando el pobre se levanta, el niño se agarra de su mano, obediente, para irse caminando. Parece que se aguanta las lágrimas y los lamentos, como sabiendo que cualquier grito o gemido podía provocar mayor violencia y un mayor sufrimiento. Aprendizaje a palos.

Los investigadores lo tienen claro: Juan David mató al niño, dice la autopsia que lo reventó. La madre, Bárbara, estaba delante y lo consintió. No hizo nada por protegerle, por cuidarle y tuvo decenas de oportunidades. Tras el crimen estuvieron pensado qué hacer. Cómo salir impunes de algo que los dos sabían que estaba mal. Tenían que deshacerse del cadáver. Se lo llevaron a una playa, cerca de Mojácar, y lo dejaron dentro de un búnker de la Guerra Civil. Se sabe porque la Guardia Civil ha encontrado imágenes en la que se ve a los dos, Bárbara y Juan David, con el cadáver en brazos. No hay género de duda.

Sobre las siete y media de la tarde, Bárbara mandó una nota de voz a su pareja sentimental: estaban juntos, pero él quería una coartada. En esa nota de voz se la oye gemir, llorar y excusarse: «Estoy mal de la cabeza. Lucas no reacciona, mi amor. Y yo me siento mal, no sé qué pasó. Él estaba bien, pero se animó a caminar y ya se empezó a poner mal, y yo empecé a caminar como loca pensando a ver qué hacía, mi amor. Y no sé dónde estoy, estoy cegada, mi amor, estoy cegada. Estoy en una alucinación pensando que mi hijo sí está bien. Y yo me quiero morir, perdón, por decirte esto, pero yo me voy a morir, no me imagino la vida sin mi hijo, amor. Yo solo quiero estar con él, amor. Perdón por arruinarte tu vida de esta manera, Juan. Yo sé que la mejor decisión hubiera sido haberte dejado en paz. Y nada de esto hubiera pasado…».

Bárbara llama amor a Juan David, su pareja sentimental, mientras el cadáver de su hijo, molido a palos, se enfriaba. Como signo de fingido cariño, dejó un peluche al lado del pequeño Lucas. En la nota de voz alega una enfermedad mental para tratar de reducir su condena. También asume toda la responsabilidad. Juan David usó este audio: se lo mandó a sus amigos para que quedase constancia de que la culpa era de Bárbara, no suya.

Ese audio acabó llegando a los abuelos del pequeño Lucas, al Ayuntamiento y a la Guardia Civil. La familia se movilizó pidiendo ayuda para buscar a Lucas y a Bárbara. Finalmente fue el alcalde, junto a la Benemérita, los que encontraron el cuerpo del pequeño Lucas. Los golpes y los restos de sangre se veían a simple vista. La autopsia además desveló algo terrible: agresiones sexuales.

No es una frase vacía: la muerte se podría haber evitado. Una semana antes los abuelos del menor fueron al puesto de la Guardia Civil y dijeron que sospechaban de las palizas. Habían estado con Lucas. Le habían visto con una gran herida en la cabeza y moratones. No se creyeron a su hija cuando les dijo que se había caído. En el cuartel les invitaron a denunciar, pero tenían miedo y no presentaron denuncia. Se quedó en nada.

Por otro lado, mes y medio antes, la justicia dictó una orden de alejamiento de Juan David respecto a Lucas y Bárbara. Fue el pasado 20 de octubre. Sabían que los maltrataban a ambos, pero la fiscalía del menor no hizo nada, la misma fiscalía que sí va a todos los juicios de separaciones de adultos cuando tienen hijos menores y piden pensiones de alimentos. Se excusan en los Servicios Sociales, sin su informe, al parecer preceptivo, no pueden instar la retirada de la custodia. Servicios Sociales iba a acudir al piso patera en el que vivía Bárbara con su hijo. La cita era al día siguiente del crimen. Llegaron muy tarde.

Tras el crimen, el mismo miércoles antes de deshacerse del cadáver, Juan David, compró un billete. Pensaba huir a Madrid el jueves. Los agentes de la Policía Judicial de la Guardia Civil de Almería lo detuvieron antes. A Bárbara y a su presunto asesino les espera la prisión permanente revisable. A las instituciones, la mala conciencia de no haber hecho nada. Se tirarán la pelota unos a otros, ya lo están haciendo. Bárbara está embarazada de cinco meses. El padre es Juan David. Ninguno merece ser padre, pero biológicamente lo van a ser. ¿Vamos a hacer algo?