El arquitecto Frank Gehry, reconocido internacionalmente por sus emblemáticos edificios, entre ellos el museo Guggenheim de Bilbao, falleció el pasado 5 de diciembre en su casa de Santa Mónica. Con su estilo deconstructivista, consiguió hacerse con el premio Pritzer en 1989, y el Príncipe de Asturias en 2014. Su obra arquitectónica ha dejadado marcadas ciudades como Los Ángeles o París, y también dejó huella en Castelló.
A finales de la primera década del 2000, el nombre del arquitecto empezaba a salpicar las cabeceras de Castellón. Una década después del nacimiento del Guggenheim, el prestigioso arquitecto iba a diseñar en la capital de la Plana la sede de la VIU (Universidad Internacional Valenciana).
Fue en abril del 2008 cuando Alejandro Font de Mora, entonces era el conseller de Educación, anunció que sería Gehry quien se encargaría de diseñar la sede de la VIU, que ya llevaba medio año siendo protagonista de titulares. Por aquel entonces, el alcalde, Alberto Fabra, quiso convertir este edificio en «un referente arquitectónico» para destacar «su relevancia y significación para la ciudad». Con ello, buscaban sumar a la ciudad edificios de grandes arquitectos para que Castelló pudiera figurar entre las primeras capitales del mundo en arquitectura.

Imagen de archivo de los terrenos donde se iba a construir la VIU. / Mediterráneo
El alcalde y el conseller viajaron a California para reunirse con el arquitecto ese mismo mes de abril para aclarar las características del edificio que se iba a construir en una parcela de 11.000 metros norte de Castellón, en la confluencia de la ronda de circunvalación y el bulevar del Riu Sec. El edificio iba a ocupar 8.000m2 y se empezaría a construir en 2009.

Visita de los representantes de Frank Gehry a los terrenos donde se iba a construir la VIU. / Mediterráneo
Un proyecto fantasma
En el 2010 todavía no había empezado aquella obra, y tampoco se habían hecho públicos los detalles del diseño del rectorado ni en el coste económico del mismo. La VIU se instaló provisionalmente en la calle Mayor mientras se anunciaba que el inicio de las obras se retrasaría al 2011. La oposición reclamaba a los ediles que hicieran públicos los contratos que avalaran la construcción de aquel edificio que no llegaba a ver la luz, mientras Fabra ponía el foco en la crisis económica que estaba azotando el país y que cambió las prioridades de inversión de la Generalitat, que pasó de querer hacer una gran inversión para construir un edificio de referencia en arquitectura, a dejar de lado el ambicioso proyecto.
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