Jordi Alba lloró como nunca tras ganar su último título. La final de la MLS Cup no fue solo una victoria más. Fue el punto final de una carrera brillante, la despedida de un futbolista que lo ganó todo y que se marchó rodeado de amigos, de fútbol… y de emoción.

El 3-1 definitivo de Tadeo Allende desató la euforia en el Chase Stadium. Pero mientras todo Inter Miami celebraba, Alba cayó de rodillas sobre el césped, roto en lágrimas, consciente de que aquel era el último gran momento de su carrera. Enseguida apareció Javier Mascherano, su entrenador, para abrazarlo. La imagen ya es historia del club: el adiós perfecto de un campeón.

A sus 36 años, y tras anunciar que la final sería su último partido como profesional, Alba cerró el círculo. De L’Hospitalet al mundo. De la banda del Camp Nou a la de Miami. De Messi a Messi. De Busquets a Busquets. En su último baile, volvió a ganar al lado de los mismos con los que hizo historia en el Barça y en la selección.

La noche fue de Inter Miami, que conquistó su primera MLS Cup con un 3-1 ante Vancouver. Pero el foco fue suyo. Mientras Messi levantaba su 48º título, Alba lloraba. Y abrazaba a todos.