La opa de BBVA sobre Banco Sabadell encadena varios meses críticos con decisiones trascendentales para el futuro de la operación. Este 6 de agosto llega una nueva prueba de fuego con las dos juntas de accionistas consecutivas que ha convocado la entidad catalana para … poder aprobar la venta de la filial británica TSB a Banco Santander por 3.100 millones de euros y repartir 2.500 millones de macrodividendo extraordinario. Una vez se conozca la decisión de los dueños del Sabadell, el banco vasco volverá a estudiar si continúa o no con la opa.

El análisis de la Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia (CNMC) dio luz verde en abril a la operación con compromisos pactados con BBVA. Después, el Gobierno endureció las condiciones para prohibirle la fusión con Sabadell durante al menos tres años por cuestiones de interés general, como argumentaron. Ninguno de estos eventos forzó a la entidad vasca a desistir de la operación. Pero el Sabadell tenía aún un as en la manga.

Aunque el banco trató de desvincular la decisión de la opa, el Sabadell vendió TSB por unos 3.100 millones de euros y al mismo tiempo anunció que gran parte de ello lo repartiría entre sus accionistas, 2.500 millones. Al estar bajo una opa, la ley exige que ambas decisiones deben ser refrendadas por su junta de accionistas y por eso los catalanes han convocado dos juntas para este 6 de agosto, una detrás de otra. Tanto la operación como el dividendo se han interpretado desde el primer momento en el mercado como un acto defensivo del Sabadell frente a BBVA. Un intento más de repeler a los vascos en vista de que las autoridades no les han torcido el brazo.

Fuentes financieras señalan que lo esperado en el Sabadell es que sus accionistas den el visto bueno a ambas cosas. La duda está en el apoyo que recibirán ya que las juntas caen en pleno mes de agosto, vacaciones, y la participación puede ser bastante baja. Así las cosas, estas juntas servirán a los catalanes para pulsar el ánimo de sus accionistas de cara a cuando se abra el periodo de aceptación, esperado para septiembre, que es cuando los accionistas tendrán que decidir si vender o no a BBVA. El último precedente fue la junta ordinaria, en marzo, cuando los primeros espadas de la entidad catalana se dieron un baño de masas con sus accionistas más fieles y un larguísimo aplauso al presidente Josep Oliu.

En el Sabadell se espera el visto bueno de los accionistas, aunque la participación apunta a que sería bastante baja

Asimismo, en la mente de los accionistas están también las proyecciones del nuevo plan estratégico del banco. La entidad dirigida por César González-Bueno anunció a finales de julio un nuevo plan hasta 2027 en el que estima que remunerará a sus accionistas con 6.300 millones de euros en estos tres años, incluido el dividendo extraordinario.

Decisión de BBVA

En su caso, BBVA seguirá muy de cerca lo que suceda en la junta. El consejero delegado, Onur Genç, señaló en la presentación de resultados del segundo trimestre que tras estos cónclaves de los accionistas puede dar marcha atrás. «Después de las juntas del Sabadell se podrá tomar la decisión de retirar la oferta, existe la posibilidad, y es una decisión que tomará BBVA cuando se produzcan las juntas», dijo, para ahondar en que tendrían «todo el derecho» si la venta de TSB y el macrodividendo salen adelante. «No hay garantías de nada», añadió.

En los últimos días han crecido las especulaciones a este respecto ya que BBVA ha decidido retrasar a septiembre, con el visto bueno de la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV), el periodo de aceptación de la opa. Una decisión que en principio está justificada para evitar abrir la opa en agosto, que se considera casi ‘de facto’ un mes inhábil. Por lo pronto, Genç ha dejado todas las opciones abiertas sobre la continuidad de la operación.

Lo que marcará el futuro de la operación es la rentabilidad y el atractivo que BBVA crea que tiene la opa al Sabadell después de que se desprendan de una filial importante como TSB y repartan el dividendo. Asimismo, en el aire también están las sinergias esperadas por el banco vasco con la adquisición de la entidad catalana debido a la intervención del Gobierno en la opa.