Según los códigos que rigen el alma, la Copa del Mundo en Qatar 2022 es, quizás, la gesta menor del Papu Gómez (Buenos Aires, 1988). A nivel deportivo, y teniendo en cuenta que acaba de volver tras una sanción por dopaje de dos años, … ha elegido el Padova Calcio (Serie B) para comenzar nuevamente. Para recuperar su voltaje, su finura, su pie de terciopelo y su tercer ojo. Al final, son las decisiones de cada uno los insondables que marcan el camino de las personas, sobre todo a nivel humano. Es fantástico, pero también resulta virulento y sobrecogedor.

Con ofertas importantes de Arabia, el diez argentino —quien ha soportado un trato execrable a su figura— asume su parte de responsabilidad en lo sucedido. No pide ser exonerado de nada; sólo percutir una vez más por las arenas movedizas del calcio, el fútbol, ese que le encumbró a lo más alto, pero también le cerró las puertas como un apestado.

—En su caso lo fácil habría sido ir a Arabia.

—Hubo clubes de allí interesados, sí. También en Dubai y Argentina, pero no quería alejarme de Italia. Mi familia está muy adaptada, se encuentra bien. Además, me quería dar una oportunidad aquí y no marcharme ya a una liga menor como es, para mí, la de los Emiratos. Quería comprobar si aún era competitivo en Serie A o Serie B. nada más. Luego, ya veremos.

—Su contrato es de medio millón de euros por dos años, con opción a un tercero. Imagino que la diferencia económica es sideral.

—Sí, claro. En mi caso, por suerte, tengo claro lo que quiero. Una vez solo perseguí el dinero, y fue cuando fiché por el Metalist (Ucrania). Un error garrafal. En esta ocasión me he movido por el orgullo, sí… El de retirarme dentro de un campo. No era una cuestión de dinero mi vuelta al fútbol. Más bien querer demostrar a la gente que estoy para jugar, incluso aun estando dos años parado. La parte económica era lo menos importante.

—¿Por qué perseguir el dinero, en su caso, fue un error?

—¿Has visto mi carrera? Era joven, y venía de hacer tres temporadas fantásticas en Catania (2010-13). Estaba cerca de dar el paso a un club grande como el Inter o el Atlético con el Cholo… Entonces, irme a una liga como la ucraniana, desaparecer, quizás supuso un paso atrás a nivel deportivo. También te digo que era muy joven, algo inexperto, el representante de esa época que puede no me aconsejara bien… Ya sabes. Me dije: «Bueno, me voy a ganar algo de dinero». Un error, sí.

«Simeone me dice que quiere ficharme, que sería el primero para el nuevo curso. Lo intentaron, pero mi club pedía mucho dinero»

—¿Al Atlético con Simeone?

—Yo estaba en mi último año en Catania. Y el Cholo, primeros años con los rojiblancos. Comemos en Buenos Aires. No era el Atlético de hoy, me refiero con ese poder económico. Me dice que quiere ficharme, que sería el primero para el nuevo curso. Lo intentaron, pero mi club pedía mucho dinero. No salió, y ellos terminaron contratando a David Villa. Me habría encantado, porque me encandilaba la Liga. Además, al Cholo ya lo tuve en el Catania y San Lorenzo. Lo conocía bien. Habría sido un placer haberme puesto a sus órdenes.

—¿Por qué el Padova?

—Me guie por el romanticismo. Hubo equipos de Serie B más importantes que el Padova. Sondearon mi fichaje, sí. Estaba esperando algo de la Serie A, pero no apareció nada. Cuando surgió esta posibilidad, no sé, me reuní con Mirabelli (director deportivo), y me gustó lo que dijo.

—¿Qué fue?

—Me hizo sentir importante. Su intención es armar un proyecto a mi alrededor. Lo que yo no quería es que me hicieran un favor por ser el Papu Gómez, haber ganado el Mundial con Argentina y demás… Quería, de verdad, ser querido. Exacto, eso fue lo que me convenció.

«Lo más duro fue el primer año. Entrenaba solo y tenía que hacer las veces de preparador físico y ‘mental coach’. Me alejé del fútbol y comencé a jugar al pádel»

Dos años en el dique seco. Su sanción venció hace apenas un mes. Estuvo entrenando hasta entonces en la Ciudad Deportiva del Renate, club de Serie C.

—Sí, me echaron una mano durante algunos meses. Verás, en realidad lo más duro fue el primer año. Entrenaba solo, y tenía que hacer las veces de preparador físico y mental coach. Me alejé del fútbol y comencé a jugar al pádel, que de alguna manera me ayudó también.

—Sí, pero jugaba de forma obsesiva, como queriendo escapar de algo.

—Tenía mucho tiempo libre, y no quería pensar demasiado. Al final, sí, me sobrepasé también en este deporte. También te digo que es mejor hacerlo ahí que en cualquier otro ámbito. Después, de alguna manera, poco a poco comencé a acercarme a campos de fútbol. Fue progresivo. Nada fácil.

El Padova le ficha cuando aún descuenta la suspensión. 

—Mi idea era firmar rápido, lo antes posible. No quería estar todo el mercado con la incertidumbre de si ficho o no ficho por alguien. Acepté y cerramos todo durante los primeros días de agosto. Es un proyecto que me seduce. El objetivo es subir a Serie A. De hecho, fue lo primero que le pregunté al director deportivo. No habría aceptado otra cosa, porque por mi mente pasa solo volver a Serie A. Estamos alineados. Nos gustaría, durante estos tres años que espero estar aquí, llevar al club de nuevo a la máxima categoría. Sería increíble, porque no sucede desde hace más de veinte años. Ahora acabamos de ascender a Serie B tras muchos años abajo. La idea es acomodarnos en la categoría para, después, alcanzar el sueño. Sí, el de jugar hasta los cuarenta años.

«Sabía que iba a ser duro y tuve que tener paciencia. Los meses pasaban, pero para mí eran eternos. Trabajaba para no volverme loco»

—El primer año parado se alejó del fútbol, quizás para no odiarlo. Incluso se planteó dejarlo. ¿Cómo fue el segundo? ¿En quién se apoyó?

—El pilar de todo fue mi mujer. La tuve cerca las 24 horas del día. Me ayudó más que yo mismo. Luego, sí, me apoyé en un psicólogo, en la familia, en amigos… Y traté de sobrellevarlo. Sabía que iba a ser duro, y tuve que tener paciencia. Los meses pasaban, pero para mí eran eternos. Trabajaba para no volverme loco, porque sabía que todo llegaría. Pedía permiso para entrenar, también. Vivía en Bérgamo, luego tenía las herramientas necesarias para entrenarme bien en gimnasio, en campos de fútbol con profesores amigos… Por suerte, espectacular en ese sentido. Muy agradecido a todos los que estuvieron ahí.

—¿Intentó hacerse entrenador?

—Sí, porque tenía mucho tiempo. Quería estudiar. También pregunté por el de director deportivo. La sanción me impedía hacer esto. Fue imposible. Estaba fuera de todo. Ahí te das cuenta que el sistema es un error total. Es fallido, porque no creo que te deban prohibir todo por una suspensión así.

Dice que la terbutalina, sustancia prohibida por la AMA que apareció en su cuerpo, fue «por un jarabe de su hijo injerido tras una noche de tos». Esto, además, no fue notificado a los médicos del club. ¿Es así?

—Hay un control sorpresa en Sevilla, poco antes del Mundial 2022. En España, cuando resultas positivo, no te sancionan al instante. En mi caso, de hecho, transcurrieron hasta diez meses (septiembre’23). Eso me permitió disputar la Copa del Mundo (dos partidos) y la Europa League que ganamos con el Sevilla. La notificación, eso sí, me llega a través de un mail cuando estaba en Qatar concentrado con Argentina. Ahí comienza la parte burocrática entre abogados y CELAD (Comisión Española de la Lucha Antidopaje en el Deporte).

«Me levantaba a diario pensando que podrían suspenderme. Fue horrible. La paranoia, el qué dirán, la prensa, las noticias, cuánto tiempo me detendrían»…

—Su caso recuerda al de Sinner. Compite y gana cuando la bomba está punto de explotar, sabiendo que la opinión pública sabe la noticia de su positivo.

—Me levantaba a diario pensando que podrían suspenderme. Fue horrible. La paranoia, el qué dirán, la prensa, las noticias, cuánto tiempo me detendrían… Es un bucle mental sin salida. Además, no puedes contar mucho para que no trascendiera todo. ¿Sabes? Hay cosas que no cuadran. Jugué diez meses más teniendo abierta una causa por dopaje. Me parece otro error del sistema. Es irrisorio que por un jarabe, que por cierto, no me genera ventaja alguna, sancionen así a un deportista de élite. Dos años en lugar de tres meses. Exagerado. Curioso que, además, en todos estos años en que apelé (al TAS, Tribunal de Arbitraje Deportivo) no me hayan descontado ni siquiera un día. No le encuentro sentido a nada.

El Tribunal ratificó su inhabilitación. ¿No pudo demostrar nada?

—Claro que sí. Tengo la receta pediátrica del jarabe, que era para mi hijo. Lo tomé de forma accidental en una noche de ataque de tos. A ellos no les importa nada. Te dicen que no puedes equivocarte. Dos años fuera, una locura.

«Lo tomé de forma accidental en una noche de ataque de tos. A ellos no les importa nada. Te dicen que no puedes equivocarte. Dos años fuera, una locura»

—¿Asume su responsabilidad en el caso? Las normativas antidopaje son claras: debe ser el deportista quien consulte la lista de prohibiciones AMA.

—Sí, no le echo la culpa a nadie. No soy una víctima. Fui tonto, porque cometí un error. Llevo veinte años de carrera en el fútbol. Si yo hubiera declarado el jarabe no habría pasado nada. Me olvidé, la verdad. Después, lo de los dos años insisto que es una locura total. La responsabilidad es mía, toda mía.

¿Cree que las anomalías son del sistema? ¿Confía en la CELAD?

—Algo pasó. En medio de mi caso, el medio ‘Relevo’ destapó muchas irregularidades de la CELAD, de la directiva que mandaba, sí. Era el presidente José Luis Terreros (destituido de su cargo en 2024). En medio quedó mi caso, y cuando se marchan todos, entonces llega una nueva cúpula directiva…

«El Sevilla no me respaldó, me dejó solo. Le comunicaron a mis abogados que no harían nada. Quedé muy decepcionado»

—¿Se sintió abandonado por el Sevilla?

—No me respaldó, me dejó solo. No me ayudó en nada. Estaba Monchi… Ellos comunicaron a mis abogados que no harían nada. Notificaron que esto lo tenía que resolver solo, a expensas del club. Muy decepcionado con el Sevilla, aunque también te digo que no me sorprendió.

—¿Por qué?

—Muchas veces el lado humano se deja de lado. Yo era uno de los que más ganaba en el club, uno de los veteranos. Había muchos jóvenes. Estoy seguro que aprovecharon lo del dopaje para echarme.

—De la albiceleste desaparece tras ganar el Mundial. ¿Qué pasó?

—No, mira… Es normal… Estaba atravesando un momento feo. La vida sigue. No siento rencor por nadie. Cada cual sabe lo que hace, cómo moverse en la vida. Estaba concentrado en lo mío, en sobreponerme a ese golpe tan duro. La vida y el fútbol, por suerte, siguen. Mucha gente no te ayuda, otros sí… No pasa nada. No miro atrás. Jamás esperé nada de nadie.

—¿Le esperamos en la élite otra vez?

—Esperemos. Necesito volver a adaptarme. Mi cuerpo debe amigarse con el fútbol, nuevamente. Ojalá que en los próximos dos a tres años pueda jugar, divertirme. Si es en Serie A, mejor aún. De lo contrario, dónde sea.