No es la primera vez que Russell Crowe interpreta a un hombre nacido en la península ibérica. El primero es, de hecho, el papel que le dio el Oscar, Máximo Décimo Meridio, hijo pródigo de lo que, con el devenir de los siglos, sería Extremadura. No obstante, su próximo papel lo fija, ya oficialmente, a España: Juan Ramírez Sánchez de Villalobos, espadachín y metalúrgico de la corte de Carlos III, coprotagonista del remake de Highlander (Los inmortales).

Esta versión de Los inmortales llegará a lo largo de 2026 y tendrá, al frente, a Henry Cavill bajo la dirección de Chad Stahelski, responsable de la saga de John Wick

Los inmortales, estrenada en 1986, está disponible en Prime Video, Movistar Plus+ y FlixOlé e inspiró tres secuelas: en la segunda, El desafío, aún se mantuvo Sean Connery, que encarnaba a Juan Ramírez Sánchez (que el nombre no te engañe, puesto que, en su más remoto origen, estaba el Antiguo Egipto). 

No obstante, el único protagonista que fue fijo en toda la franquicia era Christopher Lambert, cuyo personaje da vida, en el remake, Henry Cavill. 

Russell Crowe cumple su sueño

Cuando le han preguntado por su espadachín egipcio en Highlanders, Russell Crowe no ha tardado en deshacerse en elogios hacia Sean Connery: él no viene a enmendarle la plana ni a corregir la interpretación de nadie, y menos aún la de una leyenda del cine como el escocés. Lo que sí ha hecho Russell Crowe es recordar el día en el que Ridley Scott lo miró a los ojos y le dijo que no en el set de Gladiator.

En cuanto Crowe supo que su personaje era de origen español (si somos lo suficientemente laxos con el gentilicio como para atribuírselo a alguien nacido en el 180 D.C.), el actor neozelandés le sugirió a Ridley Scott que añadiese acento español a su interpretación. “Como Antonio Banderas, pero con una dicción ligeramente mejor”, bromeó Russell Crowe.

Ridley Scott, conocido por imponer el inglés en sus dramas históricos (no ya cuando esto era lo habitual, sino en dos tan recientes y, por ello, anómalos como El último duelo y Napoleón, amén de Gladiator II), negó con la cabeza. “Ni de coña vas a hacer eso”, le dijo a Russell Crowe, que acabó ganando el Oscar. Así que esta historia tiene un doble final feliz: Scott se salió con la suya y Crowe, dos décadas y media después, también, ya que ahora podrá españolear a su gusto con Highlander.