Las salinas de Canarias, hoy en gran parte abandonadas o reducidas a una actividad residual, han encontrado en la artista Luna Bengoechea una nueva forma de ser miradas. Su trabajo Proyecto Salinas, iniciado en 2021, revisita la tradición salinera del Archipiélago desde una perspectiva contemporánea que conecta paisaje, ecología y patrimonio cultural. «Desde hace años trabajo sobre alimentación y sobre la relación del ser humano con la naturaleza», explica. Esa exploración la llevó a fijarse en estos espacios históricos, antaño esenciales en la economía insular. «En el siglo XIX hubo un gran apogeo en la producción de sal marina en todas las islas, y hoy apenas quedan salinas residuales, algunas en activo, otras infrautilizadas o directamente abandonadas», comparte la artista.

Luna Bengoechea junto a la muestra ‘De la sal’, expuesta en Santander.

Luna Bengoechea junto a la muestra ‘De la sal’, expuesta en Santander. / Víctor Moreno

Su exposición De la sal, presentada en Santander, profundiza en esa lectura del territorio a través de la comparación entre las salinas canarias y la antigua explotación de Cabezón de la Sal, en Cantabria. Aunque ambos modelos de producción son radicalmente distintos, Bengoechea encontró un punto de unión inesperado: «Aparentemente, son dos universos muy distintos, pero están conectados hoy en día porque tanto las salinas de Canarias como las minas de Trezano se encuentran en estado de abandono». Ese paralelismo, dice, permitió establecer una reflexión común sobre el valor de estos paisajes como «patrimonio histórico y cultural» y sobre la memoria que aún conservan.

Un proyecto coral y orgánico

La exposición combina instalaciones, intervenciones efímeras, archivo documental y participación local. La artista explica que la elección de lenguajes fue «bastante orgánica», coherente con su trayectoria creando piezas en el paisaje con materiales biodegradables. En Santander replicó su método habitual: «Realicé una moneda de cinco metros de diámetro usando sal marina y tierra, aludiendo al comercio y al origen etimológico del salario». A esa instalación se suman vídeos proyectados a gran escala que documentan las acciones realizadas en Canarias, únicas huellas de obras destinadas a desaparecer.

Una parte esencial del proyecto nace de la colaboración con habitantes de Cabezón de la Sal. «Hemos creado un proyecto coral en el que son las voces locales las que hablan de su territorio», explica. Vecinos y expertos aportaron fotografías, documentos y memoria oral, integrados en vitrinas y piezas sonoras. Entre ellos, el fotógrafo Javier Rosendo. «Me parecía importante que tuviesen su propia visión y su propia voz», afirma Bengoechea, que también reconoce el apoyo de instituciones locales como la biblioteca municipal o la oficina de turismo.

Proyecto Salinas.

Proyecto Salinas. / Yon bengoechea

Intervenir en paisajes en crisis

Trabajar en salinas abandonadas tiene sus retos. Las escalas son enormes y el clima se convierte en aliado o enemigo. En Guatiza (Lanzarote), su intervención midió 24 metros por lado, lo que requirió cuadrículas trazadas con cuerdas y clavos. En El Hierro, la obtención de sal fue un desafío añadido: «Tuvimos que traerla de Lanzarote porque allí no se produce la cantidad necesaria». En La Palma, una tormenta obligó a cambiar de ubicación el mismo día de la intervención: «El tiempo nos impidió intervenir en la salina que habíamos elegido, y tuvimos que trasladarnos a Fuencaliente sobre la marcha».

La artista subraya que la esencia del proyecto está en esa fragilidad: «Son intervenciones efímeras porque lo importante es respetar el entorno. Uso materiales orgánicos que pertenecen al propio lugar y no lo perjudican». Para ella, la fugacidad es un gesto simbólico: «Es parte del ciclo, como la propia vida».

Proyecto Salinas.

Proyecto Salinas. / Carolina Hernández

Patrimonio en riesgo y conciencia colectiva

Bengoechea considera imprescindible recuperar la memoria de estos espacios: «Hay que tener más conciencia de las tradiciones, de nuestra identidad y de nuestra historia». La sal marina artesanal, recuerda, posee un valor cultural y nutricional que contrasta con la producción industrial. «Reivindicar la sal cultivada de manera artesana en Canarias me parece fundamental», explica.

Material fotográfico que acompaña a la exposición 'De la sal'.

Material fotográfico que acompaña a la exposición ‘De la sal’. / Javier Rosendo

Tras De la sal, Luna Bengoechea trabaja en una nueva intervención para la Sala Europa, en Badajoz. «Voy a hacer una intervención con legumbres, dada la producción local de Extremadura», adelanta. El proyecto, comisariado por Adonay Bermúdez, se inaugurará el 22 de enero. Sobre De la sal, destaca también la labor de su comisaria, Dalia de la Rosa, «una figura clave en el comisariado en Canarias y responsable de múltiples proyectos en instituciones como La Regenta o Fotonoviembre».

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