Los datos en el fútbol no son una ciencia exacta, pero a veces son un buen indicador para valorar el rendimiento de un equipo. El Wolverhampton, rival del Manchester United, llegaba a la decimoquinta jornada de la Premier League con solo 2 puntos. Encadenaba ocho partidos consecutivos sin ganar y su último triunfo en Liga se remontaba al curso pasado, a la jornada 34. Para sorpresa de nadie, volvió a caer ante el cuadro de Rúben Amorim en un Molineux Stadium que organizó una notable protesta contra el club en los primeros minutos de partido.
El 1-3 incluso quedó corto: los Wolves no encajaron una ‘manita’ gracias al buen hacer de su portero Johnstone. Entre el desacierto de los ‘red devils’ en el primer tiempo y la insistencia del siempre optimista Bellegarde, lograron llegar al descanso con un 1-1 que fue un espejismo. En el segundo tiempo, la defensa de tres del cuadro de Edwards se olvidó de coordinarse y puso la alfombra roja a su espalda para que los atacantes del United los destrozaran.
Los despistes en la zaga de los Wolves fueron continuos desde el primer minuto de choque. Johnstone empezó el partido como lo acabó: apagando fuegos. Que el primer gol de los de Amorim llegase en el minuto 35 fue incluso una buena noticia para los Wolves, un claro reflejo de lo que es este equipo: André se durmió en una zona sensible, dejando a Cunha solo dentro del área. Sin embargo, el brasileño no pudo cumplir la ley del ex en el mano a mano y cedió el balón, demasiado atrás, a Bruno Fernandes. Se resbaló, se levantó y el balón, tras tocar en Johnstone, entró llorando.

Manchester United’s Bruno Fernandes, left, celebrates after scoring during the Premier League soccer match between Wolverhampton Wandere and Manchester United in Wolverhampton, England Monday, Dec. 8, 2025. (AP Photo/Dave Shopland) Associated Press / LaPresse Only italy and spain / Associated Press / LaPresse / LAP
Pero, para sorpresa de todos, Bellegarde, que había estado muy participativo, cazó un centro cruzado lanzándose al suelo para hacer estallar de ilusión al Molineux. Había vida, pero pocos motivos para creer. Un susto que el United solventó nada más empezar el segundo tiempo. Arrollador, el equipo ‘red devil’ puso el 1-2, obra de Mbeumo, tras una cesión de Dalot de la muerte. Y así empezaba el festival de errores de la zaga de los Wolves.
Los centrocampistas dejaban demasiado tiempo a Bruno Fernandes para pensar y la defensa parecía empeñada en no tirar bien la línea en la casi media hora que quedaba de partido. Y así firmó Mount el 1-3, en el 63’, a placer. La fiesta del United solo se prolongó con un gol más, de Bruno Fernandes, desde los once metros. El broche de oro a su gran partido: doblete y asistencia.