“Nos enviaban currículums. Incluso clientes de toda la vida pensaban que habíamos abierto otra tienda. Tuvimos que aclararlo: no somos nosotros”. La escena podría parecer anecdótica, pero ha dado pie a una campaña tan inesperada como simbólica. La Llar del Llibre, librería de referencia en Sabadell desde 1957, ha respondido a la llegada de La Casa del Libro, una de las mayores cadenas del país, con una intervención elegante en su escaparate. Sin una palabra más alta que otra, el comercio local ha querido marcar distancia, evitar confusiones y recordar quién es quién en esta historia de nombres (muy) parecidos.
El pasado jueves, La Casa del Libro abrió sede en la Rambla, 118, en pleno centro de Sabadell, aún no tenía ninguna tienda. Apenas once minutos a pie (750 metros) la separan de La Llar del Llibre, situada en la calle Sant Antoni, 20. La cercanía física se ve amplificada por la similitud de nombres, lo que ha generado cierta confusión entre la clientela. ¿Una expansión? ¿Un cambio de local? ¿Una fusión? Nada de eso.
La reacción de La Llar del Llibre fue inmediata. Vació su escaparate de libros y colocó en su lugar una serie de carteles con mensajes sencillos y medidos. En uno de ellos, se define “llar” como “un lugar donde un individuo o grupo habita, creando en ellos la sensación de seguridad y calma”. Debajo, la palabra “casa”, en color verde, aparece reducida a su definición más literal: “vivienda física”.
“Nos pareció una forma fina, sin ruido, de explicar que no somos lo mismo. Ni mejores ni peores, simplemente distintos”, explica Miquel Fàbregues, uno de los propietarios de la librería. Lejos de querer alimentar una polémica, Fàbregues insiste en el tono mesurado de la acción. “No hay hachas de guerra ni campañas agresivas. Esto no va de enfrentamientos. Solo queríamos evitar malentendidos y poner en valor lo que somos”.
Y lo que son, lo resumen en otro cartel con trazo directo: «Tu ‘Llar‘ desde 1957. Sólo en la calle Sant Antoni, 20 y Les Valls, 29«. Un aviso, pero también una promesa. En la elección cromática también hay mensaje: el color teja, vinculado a la palabra “llar”, es el tono corporativo del establecimiento sabadellense; el verde, asociado a “casa”, representa a la cadena estatal.
“No es una crítica a nadie. Pero después de tantos años resistiendo, creemos que es justo decir que la Llar somos nosotros. Es un comercio de ciudad, familiar, con raíces”, remata Fàbregues.
El contraste entre ambos modelos es difícil de ignorar. Por un lado, La Casa del Libro forma parte del conglomerado editorial Planeta y cuenta con una red de librerías en toda España. Por el otro, La Llar del Llibre representa un negocio local, gestionado con vocación cultural, resistente a los cambios del mercado y con un fondo cuidadosamente seleccionado.
La irrupción de grandes cadenas en ciudades medianas no es nueva, pero en sectores como el libro —donde la venta directa lucha contra gigantes como Amazon o las descargas digitales— cualquier movimiento se nota. En Sabadell, el cierre de librerías independientes ha sido una constante en los últimos años. La librería PAES o la Macondo, nombres que fueron referentes han bajado la persiana.
“Cada vez somos menos. Por eso, en lugar de quejarnos, intentamos hacerlo mejor. Cuidar el trato, el fondo, la prescripción. Nos sentimos parte de esta ciudad, y queremos seguir aquí”, añade el librero.
Lectores entre dos aguas
La llegada de La Casa del Libro ha despertado reacciones diversas entre los vecinos. En redes sociales y grupos de WhatsApp se entrecruzan comentarios: hay quien aplaude la pluralidad de oferta y quien ve una amenaza a los comercios de toda la vida. Hay quien interpreta la campaña de La Llar del Llibre como una estrategia de marketing, y quien la lee como un lamento amable por lo que se pierde.
En cualquier caso, no hay duelo declarado. Al menos no en voz alta. La Casa del Libro ha iniciado su actividad sin pronunciamientos públicos. En su escaparate, ningún mensaje más allá de los habituales lanzamientos editoriales. En el de su vecina, en cambio, las palabras han pesado. Porque, como recuerdan desde La Llar del Llibre, un hogar no es solo un espacio físico, y eso, a veces, también conviene escribirlo en grande.
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