Moisés Rodríguez

Miércoles, 10 de diciembre 2025, 01:06

| Actualizado 08:03h.

Luis Lonjedo es pintor de lo cotidiano. Si le das un pincel y un lienzo, te retrata lo que sucede a su alrededor. Un día le encargaron un trabajo durante una presentación en un concesionario de Honda. Por allí andaba Marc Márquez, ahora flamante campeón del mundo con Ducati. Mientras el risueño piloto participaba en el evento, Lonjedo le observaba y daba trazos. Pasaron los minutos y se sucedieron las caricias al trozo de tela. Hasta que la imagen que se había formado en el cerebro del artista valenciano quedó plasmada sobre aquel panel que cuando llegó la gente al establecimiento era blanco. «¿Y esto lo has hecho en este rato?», le preguntó, perplejo, el piloto que ya colecciona con el de 2025 siete títulos de MotoGP.

«He llegado a descubrir que la pintura y el dibujo es un lenguaje que me apasiona y que a través de ese código puedo llegar a los demás», argumenta Luis Lonjedo. Algo así debió responderle a Marc Márquez. Cuenta la anécdota con una pequeña interrupción. Un grupo de niñas abre la puerta. Buscan al pintor porque quieren que las retrate. Es uno de los pasatiempos favoritos de los alumnos que se quedan al comedor del colegio El Pilar de Valencia. En este centro, el artista concibió la pintura que hará de recepcionista perenne en la exposición ‘La transformación de Valencia 1866-2026’, que se inaugura este 12 de diciembre en el Centre del Carme de Cultura Contemporánea. La muestra, que se ubicará en la sala Dormitorio y se podrá visitar hasta mediados de febrero, forma parte del programa con motivo de la conmemoración del 160 aniversario de LAS PROVINCIAS.

A Luis Lonjedo, artista que ya ha ilustrado varias informaciones de este periódico, le entregaron una fotografía. Era una instantánea tomada por Jesús Signes, uno de los reporteros gráficos que trabajan en el diario. Captó una de las oleadas de gente, en su gran mayoría joven, que se desplazó en masa a través del Pont de la Solidaritat para ayudar en los días posteriores a la dana. «Me encargaron que pintara una obra en homenaje a aquellos voluntarios», precisa el artista valenciano. Que en cierto modo, aquella petición encerraba un reto superlativo: por su carga emotiva y porque él mismo fue una de las personas que emprendieron la cruzada contra el fango entre finales de octubre y noviembre de 2024.

La obra de Lonjedo muestra una oleada de voluntarios en el Pont de la Solidaritat rumbo a la zona 0.

La obra de Lonjedo muestra una oleada de voluntarios en el Pont de la Solidaritat rumbo a la zona 0.

IRENE MARSILLA

«Esa emoción tratas de llevarla al lienzo. Yo no sufrí la dana, pero fui tres días a Paiporta. Me acuerdo de lo que viví, este puente, de la gente, y de la soledad», destaca. «Acabamos en una peluquería de unos pakistaníes, que les llegaba el barro hasta arriba. Pero estaban a la vez llenos de esperanza, porque bromeaban. Pasó uno por la calle y les comentó si tenían para cortarles el pelo a las 7 de la tarde, y les respondió: ‘¡Vale, te apunto!’. Ya te digo, la escena era caótica, ni pelo ni nada, pero se lo tomaban con optimismo», subraya.

Luis Lonjedo empleó sus vivencias y sus aptitudes artísticas para confeccionar el mural. Una pintura que puede ser un satélite de su particular ‘capilla sixtina’, una obra que está realizando en la escalera del edificio del colegio El Pilar. Allí también ha recreado una escena de la dana y ha dejado para la posteridad una frase que le apasiona del cantautor Silvio Rodríguez: «Sólo el amor convierte en milagro el barro». Y él ha recreado con pintura, pero con mucho amor, a esos voluntarios que fueron ángeles de la guarda para miles de personas en los peores días de la tragedia de 2024.

La pintura está inspirada en la fotografía de Signes, que fue publicada en LAS PROVINCIAS, pero modificada por el artista siguiendo sus criterios estéticos. «El color te evoca un poco a ese fango que lo arrasó todo, que era poco menos rojo que el de mi obra. Pero es que el rojo crea vibración, y creo que tiene intensidad cromática. Recuerda también a la sangre, a la vida, a la vez que te hace pensar en el barro. Los carmines también entran bien, contribuye a crear tensión, pero a la vez ayuda a recordar la escena», explica Lonjedo, que también explica: «Para crear sensación de profundidad, si trabajas el primer plano, incluso hace referencia con la fragmentación del personaje. Y abajo hay una chica con un sombrero también fragmentado, que desaparece por la escena. Entonces hace referencia al cuadro como ventana, y a lo que no está en el lienzo, sino fuera de él. En el puente también queda una curva muy potente. Los occidentales leemos de izquierda a derecha, y da la sensación de profundidad».

Transmitir la tensión

El artista aprovechó la reconfiguración de la escena con fines estéticos para introducir elementos expresionistas. «También los empleó el fotógrafo con el gran angular, y permiten que la obra ponga en situación, que transmita la tensión que allí se vivió». «Esta perspectiva no es tranquila, no es sosegada, ni equilibrada. No. Aquí hay recursos expresionistas, tanto en la pincelada como el gesto», incide el artista. Tuvo que modificar la fotografía por posiciones de los protagonistas y objetos que no le cuadraban en lo que quería expresar. Pensó, visualizó, lo trasladó a un boceto… y no le gustó. A la segunda fue la vencida. Entonces sí. Asió el pincel y durante dos semanas creó la obra que será el primer impacto para los visitantes de ‘La transformación de Valencia 1866-2026’. El prólogo, la estación 0 antes de las 30 con las que la sala resumirá 160 años en los que la capital del Turia ha convivido ya con LAS PROVINCIAS.

El último ha estado muy condicionado por la dana. «La arquitectura de esta escena también transmite esperanza. Un poco unía a los que estaban bien con los que no. Eso es lo que pretende transmitir», señala Luis Lonjedo. El artista valenciano retrata lo que sucedió aquellos días. Le habría encantado como a todos que la tragedia no se hubiera dado y haber recibido otro encargo. Haciendo ciencia ficción: ‘¿Cómo hubiese resumido estos 160 años en una sola pintura?’. Tiene claro el tipo de escena que habría dibujado: «Yo pinto lo cotidiano, lo que ocurre, y de una manera lo más natural posible. Hubiera creado una escena muy sencilla: un parque, un árbol, un mercado, una calle oscura por la noche,.. cualquier escena que vemos todos los días. Los periodistas sois cronistas de lo que ocurre: un suceso, un premio, pero también contáis cosas que hacen referencia a la vida de las personas, esto también es bonito».

La charla se realiza en la sala donde ha reposado la obra que podrán admirar los visitantes a la exposición. Luis Lonjedo está relajado, sonriente, aunque sabe que al otro lado de la puerta les siguen esperando el grupo de niñas, pacientes ante la perspectiva de llevarse a casa un retrato. Pero él ama la docencia y las artes pictóricas. «La pintura y el dibujo me permiten llegar a los demás», incide. Esa vocación la encontró de casualidad, cuando estaba hecho un lío porque no se le daba bien memorizar y había aprobado COU a la segunda. También pasó el selectivo por los pelos y se matriculó en bellas artes por hacer algo: «Ahí saqué matrícula de honor en retrato y sobresaliente en dibujo del natural». Había hallado su vocación: «Soy feliz con lo que hago». Y ha sabido transmitir todo su amor y pasión a una escena que refleja lo mejor de las personas en uno de los peores momentos que ha vivido esta tierra.

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