«El museo más grande del mundo vive un final de ciclo». La frase es de Emmanuel Macron y va a cumplir un año. El presidente francés dijo aquello sobre el Louvre cuando en enero de este año anunció un «nuevo renacimiento» del museo más visitado del mundo (8,7 millones de visitantes en 2024). Lo que no sabía Macron es que en realidad estaba anunciando el annus horribilis del Louvre.
Más que anuncios, el museo situado a orillas del Sena en París necesitaba reformas. El 13 de enero, la presidenta-directora del Museo del Louvre, Laurence des Cars, envió una carta a la ministra de Cultura, Rachida Dati, para alertar de su estado.
Entre los problemas que planteaba figuraba la «multiplicación de desperfectos en espacios a veces muy degradados», «equipamientos técnicos obsoletos», «inquietantes oscilaciones de temperatura» que afectan a la conservación, etc. Los episodios de los últimos meses han demostrado que las reformas del museo más importante de Francia son urgentes porque su estado está a un paso de resultar ruinoso.
Un robo increíble y nada sofisticado
El domingo 19 de octubre saltaron las alarmas, literalmente. A plena luz del día, el Louvre sufrió un sorprendente robo. Los ladrones se llevaron ocho joyas de la Corona de Francia.
Llegaron a las 9:30, justo después de que el museo abriera sus puertas a los visitantes. Los cacos llegaron en moto acompañados de un camión con montacargas que habían sustraído nueve días antes. Activaron el montacargas, rompieron el cristal de una ventana y accedieron al interior del museo.
Dos de los ladrones, disfrazados de obreros con chalecos reflectantes, ascendieron hasta el primer piso. Luego, utilizaron una sierra radial para cortar el vidrio del balcón, entrar en la galería de Apolo y llevarse las joyas. Estuvieron dentro cuatro minutos. La única cámara de seguridad de la galería apuntaba en la dirección opuesta a la del balcón. Los cacos huyeron a las 9:38 en las motos y luego en automóviles, con los que marcharon hacia el este de París.
Fue increíble, pero no perfecto. En pocos días la policía francesa detuvo a los presuntos autores. Sin embargo, las joyas, valoradas en 88 millones de euros, aún no han sido recuperadas.
Más allá de la labor policial, se abrió una investigación administrativa para aclarar lo sucedido y evaluar posibles fallos de seguridad. El Senado tiene previsto presentar este miércoles sus conclusiones.
Mal por fuera y por dentro: también las tuberías
Cuando aún se escuchaba el eco de las alarmas del robo, el 17 de noviembre, el Louvre tuvo que cerrar una de sus galerías debido al frágil estado del edificio. Se trataba de un espacio de oficinas y, por precaución, de una galería de antigüedades griegas que se encuentra debajo. Se habían detectado problemas de fragilidad en algunas de las vigas de esa zona del edificio.
Diez días después, diferentes obras y documentos antiguos resultaron dañados por una inundación en la Biblioteca de antigüedades egipcias. La razón, la avería de unas tuberías; el problema, que se sabía de su mal estado desde hacía tiempo.
Lo contó La Tribune de l’Art, una publicación especializada, que tuvo acceso a un correo electrónico interno del Comité de Higiene, de Seguridad y de Condiciones de Trabajo del museo. «Una válvula que alimentaba las tuberías encima de la documentación, que se sabía que estaban defectuosas, provocó una importante inundación de agua sucia que dañó gravemente obras y documentos y deterioró considerablemente los espacios de trabajo de nuestros compañeros», decía.
Como consecuencia, el alfombrado se mojó y los despachos quedaron inutilizables. Los empleados que trabajaban esa noche pudieron cortar la fuga sin que llegara a afectar una caja eléctrica en una planta inferior, lo que hubiera corrido el riesgo de provocar un accidente «grave», según ese comité.
El responsable de La Tribune de l’Art, Didier Rykner, cifró en unas 400 obras las que resultaron dañadas, algunas de ellas en un estado «irrecuperable». Según Rykner, el suceso no sorprendió al personal del Louvre, porque desde hace años reclamaban fondos para proteger la zona de la posible rotura de unas canalizaciones cuyo mal estado era conocido por los responsables del servicio.
No hubo dinero para arreglar a tiempo esas tuberías y mejorar la precaria biblioteca, pero sí para otros menesteres. Rykner contó que se habían gastado 276.000 euros en mobiliario de diseño para los despachos de la dirección del museo. Esa discutible gestión del dinero alimenta el malestar entre parte del personal, que denuncia la falta de inversiones en áreas consideradas esenciales para la conservación del patrimonio.
Lo que llega: una huelga
Los sindicatos del Louvre convocaron el lunes una huelga indefinida a partir del 15 de diciembre. Con el paro exigen la creación de nuevos puestos y la priorización de las reparaciones más urgentes.
La convocatoria de huelga de los sindicatos fue aprobada por unanimidad en una asamblea general que reunió a unas 200 personas la mañana del lunes. El personal del museo se siente «la última línea de defensa antes del colapso», advirtieron los sindicatos en una carta explicativa del preaviso, dirigida a la ministra de Cultura, Rachida Dati.
Ante el cúmulo de desastres que ha vivido el Louvre este año, los sindicatos exigen un cambio de prioridades y ocuparse de lo más urgente: la restauración del edificio, la protección del palacio, sus colecciones, sus visitantes y su personal. Se refieren al «estado ruinoso del edificio» y aseguran que «visitar el Louvre se ha convertido en una auténtica carrera de obstáculos».
Entradas más caras para financiar las mejoras
También denuncian una «carga de trabajo en constante aumento» y por ello exigen la urgente creación de unos 200 puestos de recepción y seguridad. Al ser contactada por AFP, la dirección del museo declinó hacer comentarios de inmediato.
A mediados de enero de 2026, subirá el precio de la entrada para visitantes no europeos: de 22 a 32 euros. Es una de las medidas aprobadas para reforzar las finanzas del museo. De los 8,7 millones de visitantes que el Louvre recibió en 2024, el 69% eran extranjeros. Según un informe reciente del Tribunal de Cuentas, el museo se enfrenta a una montaña de inversiones que no puede financiar.