La última sesión de control del Congreso al Gobierno de este 2025 se le ha atragantado al PSOE. Ni siquiera uno de sus socios más leales, como Gabriel Rufián (ERC), ocultaba a su llegada al hemiciclo la estupefacción generalizada con la gestión de los supuestos … casos de acoso sexual de Francisco Salazar a compañeras socialistas. El martes se conoció la sentencia al fiscal general del Estado, Álvaro García Ortiz, que considera probado que él o alguien de su entorno con su autorización filtró datos confidenciales de Alberto González Amador, el novio de la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso. Pero el líder de la oposición, Alberto Núñez Feijóo, ha decantado este miércoles su careo con Pedro Sánchez por otros derroteros. El feminismo, quién lo iba a decir, como su talón de Aquiles.

Tras el clamor interno en el PSOE por la inacción frente a las denuncias internas acumuladas por Salazar, han trascendido otros casos de acoso sexual en el partido en Torremolinos (Málaga) y en la Diputación de Lugo. Algo que se suma al consumo de prostitución y los mensajes machistas que se intercambiaban el exministro José Luis Ábalos y su exasesor Koldo García, conocidos por la causa de corrupción abierta contra ellos. Feijóo, en una primera intervención muy breve, ha pedido a Sánchez que detallase los atributos que vio en todos ellos para darles cargos de confianza. «El feminismo nos da lecciones, a mí el primero, y la gran diferencia es que nosotros las asumimos mientras ustedes se abrazan al error histórico que se llama Vox», ha contestado inicialmente el jefe del Ejecutivo.

Pero Feijóo, que esta vez se ha centrado en un solo tema y no ha presentado una macedonia de polémicas, ha incidido en lo que para el PP es un falso feminismo del Gobierno. «Los eligió a todos porque están hechos a su imagen y semejanza. Usted no es mejor que ellos, es uno de ellos. Silencio en la Moncloa para quien acosa a las compañeras», ha empezado, y ha recordado que en verano solo detuvo el ascenso de Salazar en la Secretaría de Organización del PSOE cuando trascendieron las denuncias contra él públicamente, que tras eso contrató con su empresa y que «intentó parar» el expediente contra él en una «inacción» que han criticado cuadros internos de la formación.

«Entre el acosador y la acosada usted está con el acosador. Ha pasado usted del ‘Hermana, yo sí te creo’ al ‘Calladita estás más guapa’. Ha aprendido su feminismo en los prostíbulos, esos que no sabe si pagaron sus primarias», ha clamado el presidente del PP, recuperando de nuevo la polémica de las saunas que regentaba el fallecido suegro de Sánchez, Sabiniano Gómez. Ha sido entonces cuando el secretario general del PSOE ha rebajado el supuesto acoso sexual de Salazar a sus compañeras a «acoso laboral» —lo ha repetido hasta en dos ocasiones— y ha echado balones fuera como si la película no fuese con su Gobierno ni con su partido: «El acoso laboral, según una encuesta del Ministerio de Igualdad, es un problema estructural. Una de cada tres mujeres manifiesta que ha sufrido acoso laboral en su entorno de trabajo».

Sánchez ha defendido a su Ejecutivo, «el que hace obligatorio aprobar protocolos de acoso», frente a la supuesta inacción del PP en casos similares en Algeciras (Cádiz) y Estepona (Málaga). «Este Gobierno apoya a las mujeres y si hay una amenaza, es la coalición negacionista que forma usted con el señor Abascal», ha sentenciado. Sobre la ausencia de la vicepresidenta María Jesús Montero y de la ministra Pilar Alegría en la sesión de control, ambas señaladas por la gestión del caso Salazar —una por no hacer nada y otra por cenar con el presunto acosador meses después de su cese—, el presidente no ha dicho ni una sola palabra.

El presidente de Vox, Santiago Abascal, le ha echado en cara a Sánchez que su Ejecutivo tiene «más tramas que Netflix» y que con él en la Moncloa «las mujeres están en peligro» y «han aumentado las violaciones». Rufián, aunque le ha intentado echar un cable con una pregunta de calado social, con la vivienda en el centro, no ha podido evitar la pulla: «Más allá de Ábalos, Koldo, Cerdán, Salazar, que les deben de preocupar, a la gente no le da. ¿De qué sirve un país que va como un tiro en lo macro si a la gente no le da?».

(INFORMACIÓN EN ELABORACIÓN)