El psicólogo y especialista en longevidad Marcos Apud sostiene que uno de los hábitos más determinantes para mejorar el bienestar integral es “dormir con el estómago vacío”. El experto, autor de obras como Neurolongevidad, explicó en una entrevista con LA NACION que la calidad del descanso está estrechamente vinculada con el horario de la última comida del día. Su planteamiento forma parte del enfoque de biohacking, una metodología que combina prácticas ancestrales con evidencia científica moderna. Según detalla, muchos problemas de energía, estrés y falta de claridad mental derivan de rutinas poco alineadas con los ritmos circadianos.

Apud recuerda que comenzó a investigar estos temas hace más de dos décadas, tras escuchar en un congreso que los psicoterapeutas podrían vivir menos años debido al desgaste emocional de la profesión. Desde entonces ha orientado su carrera a comprender cómo los hábitos cotidianos influyen en el envejecimiento y en la salud cerebral. Para él, el biohacking se basa en medir cómo responde el cuerpo a cambios en la alimentación, la exposición a la luz, el ejercicio físico o la gestión del estrés. Su meta no es simplemente prolongar la vida, sino añadir más bienestar, energía y capacidad de recuperación al paso del tiempo.

En su análisis, el experto destaca varios “hacks” que considera accesibles y con efectos globales en el organismo. Entre ellos menciona el ayuno, las duchas frías, la reducción de la luz azul al anochecer o el respeto de las fases del ciclo circadiano. Estas prácticas, señala, ayudan a reforzar la inmunidad, favorecer la claridad mental y mejorar el descanso. También recomienda reservar las tareas cognitivas más exigentes para las horas de mayor actividad biológica y evitar los líquidos durante la última hora del día. Con estos ajustes, afirma, se reducen la fatiga, el cansancio matutino y la sensación de agotamiento acumulado.

En este contexto, Apud identifica un comportamiento que, a su juicio, tiene un impacto especialmente notable: adelantar la cena para llegar a la noche con el sistema digestivo en reposo. Sugiere cenar con al menos tres horas de antelación para que el organismo pueda concentrarse en los procesos de regeneración nocturna. Asimismo, insiste en limitar la exposición a pantallas para no interferir con la producción de melatonina, esencial para un sueño reparador. Recuperar gestos tan simples como cenar temprano, explica, puede mejorar la energía, la recuperación y la calidad de vida en cualquier etapa de la vida.