La estradense Sofía Blanco (33) triunfa internacionalmente junto a su socio, el brasileño Caio Barboza (36), con un innovador proyecto de restauración arquitectónica llamado Boat House, y que recientemente ha recibido el premio a Proyecto de Vivienda Privada del Año de los Structural Timber Awards (Premios de Madera Estructural). Este no es, no obstante, el primer reconocimiento que ha destacado el trabajo de Barboza Blanco, sino que también ha sido reconocido por el Premio Luis Moreno Mansilla, el FAD Awards, el Bauwelt Award, o el Premio COAM Emergente.

Arriba, Barboza y Blanco. A la derecha, la estructura de madera del Boat House. 
|  Rohan Strathie

Caio Barboza, cofundador el estudio junto a Blanco. / .

Blanco mantiene raíces estradenses y una estrecha relación con el municipio al que pertenece su familia paterna. De hecho, visita la villa con frecuencia, y durante años pasaba en ella semanas compartiendo momentos con sus abuelos. Si bien su vida transcurre principalmente en Santiago de Compostela, donde desde 2023 gestiona junto a su socio el estudio de arquitectura con el que ahora colecciona distinciones.

Éxito internacional con raíz estradense

Éxito internacional con raíz estradense / ,

La marca se caracteriza por su gran adaptabilidad, capaz de trabajar en proyectos más locales, y de menor escala, como el Boat House, o en otros más ambiciosos en cuanto a lo que infraestructura se refiere. Entre ella y su socio, hablan cinco idiomas y han trabajado en más de 40 países, lo que dota a la empresa de un perfil internacional que los lleva a gestionar iniciativas en cualquier parte del globo.

El Boat House fue uno de los primeros de Barboza y Blanco. Su misión no era nada simple, debían restaurar un antiguo almacén de barcos en la pequeña ciudad costera de Fife, en Escocia. Para ello, lo primero era inspeccionar el entorno, así como la propia edificación. Fue ahí cuando se percataron de dos cosas: la estructura estaba considerablemente dañada debido al abandono durante años, y en el bosque contiguo había madera residual, después de que los vecinos realizaran una tala decenal para que algunos de los ejemplares creciesen con mayor diámetro.

La filosofía era clara, querían demostrar que se puede hacer arquitectura moderna de forma sostenible, e incluso primitiva, de un modo artesanal y respetuoso. Así que, empleando la madera residual de la tala mencionada anteriormente, realizaron un trabajo de restauración estructural de premio.

Tanto Barboza como Blanco recuerdan, por ejemplo, que uno de los mayores retos fue retirar los árboles del bosque sin introducir vehículos pesados que afectasen a la fauna y flora de la zona. Para ello, fue preciso emplear caballos belgas, caracterizados por su alta capacidad muscular. Además, pese a estar instalados en Santiago, debían viajar con asiduidad a Fife para revisar los trabajos, desplazándose al menos una vez al mes durante todo un año.

Otra de las peculiaridades de este proceso, en el que la madera maciza es la absoluta protagonista, es que la estructura no cuenta con tornillos ni enlaces metálicos. Todo el ensamblado se llevó a cabo mediante la creación de engranajes en la propia superficie de la madera, tomando como inspiración métodos de la arquitectura china y japonesa.

«Estamos muy contentos e ilusionados por que el proyecto esté recibiendo reconocimientos, pero lo que más nos satisface es ver que se valora el trabajo de todo el equipo. Durante todo el proceso hubo muchas reuniones y si algo destacamos es la magnífica comunicación con el resto de agentes, especialmente con los carpinteros, pero también con los ingenieros forestales y artesanos», señalan los arquitectos.

Pese al corto recorrido como firma, Barboza Blanco ya acumula numerosas distinciones. Ha conseguido llamar la atención de su sector y hacerse un hueco con una fuerte seña identitaria, pero también con una alta capacidad de adaptación. Los perfiles diferentes pero complementarios de ambos socios hacen que la fusión sea sinónimo de éxito. Un éxito que comenzó a gestarse ya en las aulas de Harvard, cuando ambos se conocieron mientras cursaban un máster de Diseño. Los derroteros de la vida los llevaron por caminos diferentes hasta hace dos años, momento en el que crearon este estudio que, pese a su alcance internacional, decidieron ubicar en la ciudad gallega, sin que esto fuese nunca un límite para su crecimiento.

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