«Dios, el amor es jodidamente embarazoso. Solo mira cómo me crucifico. Perdedor que no vale la pena mencionar. Me quedé en la cama, como una semana. Renuncio, renuncio, renuncio a todo». Estas palabras forman parte de la letra de ‘Love is embarrasing’ (2023) de … Olivia Rodrigo, un ejemplo de lo que le está pasando a la música pop en los últimos 50 años. Las canciones se han vuelto más deprimentes y contienen más palabras relacionadas con el estrés, además de ser más simples. Así lo afirman investigadores de la Universidad de Viena, que han analizado las letras de los cien temas más populares en EE.UU. cada semana entre 1973 y 2023. Los resultados, publicados en ‘Scientific Reports’, también muestran que, durante crisis sociales como la pandemia de la Covid-19, esta tendencia se atenuó, lo que sugiere que la música puede actuar como regulador de los estados de ánimo.
Los investigadores examinaron las letras de 20.186 canciones en inglés. No tuvieron en cuenta otros idiomas para mantener la coherencia lingüística ni los temas instrumentales. Tampoco se fijaron en la melodía o el ritmo. Todas las piezas estaban destacadas en la influyente lista Billboard Hot 100, que las clasifica según sus ventas y el número de veces que se reproducen en la radio o en plataformas de streaming.
Las letras fueron obtenidas con las herramientas APIs de Genius y Lyrics.ovh. Después, utilizando VADER Sentiment Analysis, una herramienta de análisis de sentimientos diseñada para evaluar si un texto expresa una actitud positiva, negativa o neutral, se asignó un puntaje de sentimiento, con un rango de -1 (muy negativo) a +1 (muy positivo). Una tercera aplicación, LIWC (Linguistic Inquiry and Word Count), identificó las palabras relacionadas con el estrés, la ansiedad o la tristeza. Además, se utilizó un algoritmo para analizar la complejidad estructural de las letras.
Enfermedades de la desesperación
«A largo plazo, la música popular refleja cambios más amplios en el clima emocional de la sociedad. El aumento del lenguaje negativo y relacionado con el estrés en las letras coincide con el aumento bien documentado del estrés, la ansiedad y las ‘enfermedades de la desesperación’ en la población», afirma Mauricio Martins, investigador de la Facultad de Psicología en la Universidad de Viena y autor principal del estudio. Estas tendencias se producen a pesar del aumento del nivel de vida en los últimos 70 años, lo que sugiere que la prosperidad económica no lleva necesariamente a canciones más optimistas.
Las letras más sencillas reflejan la reducción de la capacidad de atención y lingüística
Al mismo tiempo, las letras más sencillas «también pueden reflejar cambios culturales y cognitivos, como la reducción de la capacidad de atención, los cambios en los hábitos de escucha con el streaming o la disminución general de la complejidad lingüística observada en los libros y la comunicación en línea», explica. El investigador está llevando a cabo un nuevo estudio con películas, en el que «también descubrimos que la complejidad del guion y la trama disminuye con el tiempo y se predice por la fatiga de los participantes y su capacidad para realizar tareas cognitivas que requieren esfuerzo».
Martins subraya que estas tendencias no significan que todas las canciones nuevas sean simples o negativas: «Más bien, el perfil emocional y estructural promedio de la música que encabeza las listas ha cambiado de maneras que se alinean con patrones psicológicos y culturales más amplios», concluye. Por eso, la letra de ‘Love is embarrasing’ no tiene nada que ver con ‘What it comes down to’, que The Isley Brothers entonaba en 1973 y que el investigador pone como en ejemplo. En ella se dicen cosas como «Aquí estoy amándote, eres como un sueño hecho realidad. Durante tanto tiempo he esperado este momento. Chica, lo que significas para mí, en realidad, es más de lo que alguna vez esperé. Siempre serás, más que adecuada para mí, cada día te amo más». Para Martins, estas dos canciones «no definen sus épocas, pero ilustran la tendencia más amplia hacia letras más simples y una expresión emocional más intensa a lo largo del tiempo».
Atentados y Covid-19
El estudio también tuvo en cuenta si grandes eventos traumáticos como los atentados del 11 de septiembre o la epidemia de la Covid-19 tuvieron un impacto significativo en las letras. No observaron grandes cambios tras la caída de las Torres Gemelas, pero sí en la pandemia, cuando las canciones parecían reflejar más patrones de modulación emocional y evasión, probablemente como una forma de escapar del miedo y el trauma.
Durante la pandemia las canciones no fueron más oscuras. La gente necesitaba evadirse y la música actuó como un regulador emocional
«Este es uno de los hallazgos más sorprendentes -reconoce Martins-. Durante las grandes crisis sociales, las personas no se inclinaron por letras más oscuras y estresantes. En cambio, se inclinaron por música menos negativa y, en ocasiones, más compleja. Esto concuerda con la teoría clásica del manejo del estado de ánimo: cuando el estrés se vuelve abrumador, las personas suelen buscar arte que contraste con su estado emocional en lugar de reflejarlo». En la vida cotidiana, la mayoría de las personas elige «música congruente con las emociones (por ejemplo, canciones tristes cuando están tristes), pero en situaciones extremas, como al principio de la pandemia, los oyentes parecen usar la música como mecanismo de afrontamiento. En otras palabras, las crisis revelan el papel regulador de la música: las personas se apoyan en ella para contrarrestar la sobrecarga emocional».
Y entonces llegó Trump
Además, los resultados reflejaron una notable diferencia entre las canciones del segundo mandato de Obama y las del primero de Trump. Las canciones durante el gobierno del republicano mostraron un aumento en la complejidad de las letras. «El aumento de la complejidad después de 2016 contradice las predicciones previas de que las letras seguirían simplificándose indefinidamente. No podemos extraer conclusiones definitivas sobre la causa. Podría estar relacionada con la polarización política, cambios en el discurso público o una reflexión cultural más amplia tras acontecimientos políticos inesperados; sin embargo, estas explicaciones siguen siendo especulativas hasta que se comprueben directamente. Las investigaciones futuras deberán examinar la relación entre el discurso político, el cambio social y la complejidad artística de forma más explícita».
Los autores utilizaron solo canciones en la lista Billboard, que no representan toda la diversidad de géneros musicales, especialmente los emergentes o subculturas musicales como el hip-hop en sus inicios o el reggaetón, pero muestra cómo las canciones reflejan las emociones y el estrés de los tiempos que nos han tocado vivir.
¿Qué pasará en los próximos años? ¿La tendencia continuará? «Es díficil realizar predicciones fiables -admite el autor-. Investigaciones anteriores que analizaron letras únicamente hasta 2016 sugirieron que la simplificación continuaría indefinidamente. Sin embargo, en nuestros datos, observamos un claro repunte en la complejidad lírica entre 2016 y 2020, lo que contradice dichas previsiones. Dado que aún desconocemos la causa de este cambio, sigue siendo incierto si indica una reversión estable o solo una fluctuación temporal vinculada a condiciones culturales o políticas específicas. Hasta que se comprendan mejor estos mecanismos, cualquier afirmación sobre la trayectoria futura de la complejidad lírica seguirá siendo especulativa».