Hace mucho tiempo que Nick Cave cambió las drogas duras por el té matcha, pero nos sigue pareciendo un milagro que continúe en la brecha –por lacerante que sea– haciendo discos buenos –en solitario, junto a Warren Ellis o con The Bad Seeds– y llenando auditorios hasta la bandera obteniendo con ello un merecido premio a la resiliencia. “Live God” es el quinto disco oficial en vivo de Nick Cave & The Bad Seeds asociado esta vez a la publicación de “Wild God” (2024), el decimoctavo álbum en estudio de la banda cuyo tour ha recorrido Reino Unido, Europa y Norteamérica entre 2024 y 2025, alcanzando Australia y Nueva Zelanda en 2026.
“Live God” es un regalo para quienes no hayan podido presenciar aún el gospel telúrico de la “mala semilla” más fértil de la historia del rock con sus dieciocho piezas procedentes de actuaciones registradas entre septiembre y noviembre de 2024, repartidas entre “Wild God” (2024) [8], “Ghosteen” (2019) [1], “Skeleton Tree” (2016) [1], “CARNAGE” (2021) [2] –junto a Warren Ellis, único álbum presente sin la etiqueta Bad Seeds–, “The Lyre Of Orpheus” (2004) [1], “The Boatman’s Call” (1997) [1], “Let Love In” (1994) [1], “Henry’s Dream” (1992) [1], “The Firstborn Is Dead” (1985) [1] y “From Her To Eternity” (1984) [1]. El peso específico de “Wild God” fue inicialmente mayor si bien ha ido reduciéndose de forma paulatina a medida que la gira avanzaba en favor de un repertorio más atento con el resto de la producción de su autor.
Rodeado de un conjunto de músicos en cuyo centro se encuentran tipos infalibles como Warren Ellis, George Vjestica, Jim Sclavunos, Thomas Wydler y Colin Greenwood –de Radiohead, sustituyendo temporalmente al ex-Triffids Martyn Casey–, además de un cuarteto de voces, nos tenemos que remontar a “Live At The Royal Albert Hall” (2008) –“Live From KCRW” (2013) fue una actuación radiofónica con poco público– como inmediato precedente aún con Mick Harvey (que hoy opera por su cuenta) y Conway Savage (fallecido en 2018) a bordo. En ambos documentos, “Red Right Hand” ya se había convertido en ese clásico que los fans esperan religiosamente para desahogarse haciendo coro no de un salmo cristiano sino de algo más tenebroso, a la altura en capacidad incendiaria de himnos antiguos como “Tupelo” o “From Her To Eternity” (con letra de Anita Lane) o las recientes “Frogs” y “Wild God”, donde el amor se encarna en música y letras que miran el futuro con mucha más esperanza.
En directo, Cave el predicador sabe adoptar todos los papeles entre la energía euforizante del rock’n’roll y entregas más contemplativas, ambas naturales de ese dios salvaje que inspira al autor de “Murder Ballads” (2011). “Conversion”, otro tema de “Wild God”, expresa admirablemente ambas facetas de Cave, la calmada y la catártica, quien al final de su interpretación repite persuasivamente, sin fondo musical, “you’re beautiful, you’re beautiful, stop, stop, stop, stop, stop”. Es imposible no comulgar con esto.
Ese contrapunto entre ambos mundos, el feroz y el baladista, fundidos, resumidos en uno, recorre la versión en directo del último Nick Cave, casi el de siempre, con sus Bad Seeds, probablemente el espectáculo de rock más perturbador, glorioso y purificador que obedezca a las leyes del comercio. “Into My Arms” es otro momento álgido de aquellas noches donde se vuelve a escuchar al público entonar sus estribillos justo antes de acabar con la breve “As The Waters Cover The Sea”, grabada en París y también la última de “Wild God”. Amén y amén. ∎