El Mallorca ha contado a lo largo de su historia con porteros de un nivel espectacular y sobre todo en la época moderna los nombres de grandes guardametas se han ido sucediendo uno tras otro. No hace mucho en esta misma sección recordábamos los tiempos de Zaki Badou, para muchos, el número 1 en el podio de los mejores arqueros que han vestido la casaca bermellona. Pero también hay una corriente de infinidad de seguidores que sitúan en ese lugar a otro enorme talento bajo los palos, el argentino Carlos Ángel Roa (Santa Fe, Argentina, 1969), conocido como el ‘Lechuga’ por su vertiente vegetariana.

Llegó para engrosar las filas del equipo de Héctor Cúper la temporada 97/98 procedente de Lanús. En ese momento era un desconocido y la afición tenía a un ídolo bajo los palos, el guardameta Kike Burgos, que se lesionó en pretemporada y Héctor Cúper se empeñó en la contratación de su compatriota.

El debate

En sus inicios se planteó el debate de si la titularidad tenía que recaer en el guardameta del ascenso a Primera o en el recién llegado y lo cierto es que durante esa temporada ambos porteros disfrutaron de muchos minutos entre los compromisos internacionales de Roa y que también sufrió lesiones. Kike llegó a jugar 14 partidos, el resto fueron para el internacional.


Kike Burgos y Carlos Roa, en la primera temporada del argentino en el Mallorca.

Ese primer año el Mallorca cayó en la final de la Copa del Rey ante el Barcelona en la tanda de penaltis y fue ahí donde Carlos se consagró en el planeta fútbol como uno de los mejores porteros del mundo. Pero sin duda fue el curso siguiente cuando esa condición se acentuó con un Mallorca que ese curso, el 98/99 ganó la Supercopa al Barcelona y además el propio ‘Lechuga’ se hizo con el trofeo Zamora a portero menos batido. Añadió a su historial ser subcampeón de la Recopa además de titular con Argentina en el Mundial de Francia donde se convirtió en héroe nacional para su país.


Información de Ultima Hora correspondiente al mes de junio de 1999.

Y en ese escenario las ofertas empezaron a sonar con fuerza al teléfono de su agente, Alejandro Camaño. Una de ellas fue la del Manchester United, que aquellos años era un equipo de referencia mundial.

Con la oferta millonaria sobre la mesa para la temporada 99/00, Carlos tomó una de las decisiones más difíciles de su vida deportiva, retirarse del fútbol. Oficializó su marcha un 25 de junio de 1999 cuando decidió seguir a Dios a través de las directrices de la Iglesia Adventista del Séptimo Día.


En julio de 2000 el portero oficializaba su regreso al fútbol.

A mí Dios me ha dado muchas cosas y creo que yo le he dado muy poco en base a la obediencia que uno debe tener», dijo ese día en la sala de prensa del Lluís Sitjar. «Creo que he sido un mal ejemplo, un mal cristiano porque en mi opinión no he hecho las cosas como tenía que hacerlas». En abril de 2000 decidió regresar. Antes, el mes de febrero, había tanteado ya la posibilidad. No fue una seguna parte tan brilante com la primera, pero nada eclipsó su condición de leyenda.


Información del regreso del portero a la Isla.

Carlos Roa era un portero con una personalidad enorme en el campo. El área era suya y no tenía amigos, pero era noble y muy seguro. Su última experiencia fue como entrenador de porteros de Matías Almeyda en el AEK Atenas de Grecia. El ahora entrenador del Sevilla no pudo llevárselo al Pizjuán. En Mallorca los aficionados que vivieron la época dorada de finales de los noventa recuerdan sus paradas y sobre todo el cariño que sentía por todos los aficionados. Sin duda fue un lujo poder contar con uno de los guardametas que en su día fue un top mundial. Sus manos detuvieron muchos balones que iban directos a puerta.