La entrega de la Medalla de Oro de Gipuzkoa a título póstumo a Lourdes Iriondo en el veinte aniversario de su muerte se convirtió … en una celebración de la vida de la cantante de Urnieta y un acto de gratitud por su obra. La canción, la danza, el teatro y los bertsos se dieron cita ayer tarde en un emotivo acto celebrado en el Salón del Trono de la Diputación, precedido en la Plaza de Gipuzkoa por una ezpata dantza a cargo de 45 dantzaris de distintas localidades guipuzcoanas.

Al acto asistieron numerosos representantes institucionales, entre ellos, el viceconsejero de Cultura del Gobierno Vasco, Andoni Iturbe; los alcaldes de Donostia y Urnieta, Jon Insausti y Jorge Segurado –sobrino de la homenajeada–, respectivamente; el presidente de la Juntas, Xabier Ezeizabarrena; y junteros de los distintos grupos políticos. También estuvieron presentes las cuatro hermanas de Lourdes, Maria Ángeles, Maria Jesus Iriondo, Ana y Fátima. Las dos primeras recogieron de manos de la diputada general, Eider Mendoza, la Medalla de Oro y tras mostrar su gratitud, cedieron la palabra a su primo Joxe Mari Iriondo. Fue Joxe Mari quien reivindicó la reedición de los archivos escritos y sonoros que se conservan de aquella época. No puede decirse que la vida se lo pusiera fácil a Lourdes: mujer en una sociedad machista, euskaldun en un régimen opresor y con pulsiones uniformizantes, y cantante en un panorama musical de hombres. Ahí se integró en el grupo Ez Dok Amairu, hasta que los problemas de salud la obligaron a bajarse de los escenarios allá por 1978, justo cuando hubiera podido dejar atrás aquel mundo de papeleos administrativos en mil y una censuras para desarrollar su carrera musical en un clima de normalidad.


Tras los bertsos cantados por Alaia Martín que dieron inicio al acto ya en las dependencias del palacio foral, así lo recordó en su laudatio la escritora Mariasun Landa, quien se remontó a los tiempos en los que conoció a Lourdes, durante una actuación en el Instituto Don Bosco. Corría 1964 y el público estaba a otras cosas, pero el tesón y la calidad musical de la creadora donostiarra no tardaron en imponerse. Recordar a Lourdes Iriondo, recalcó Landa, «no es recuperar a una imagen del pasado» y la propia Mendoza enlazó con esta idea al señalar durante su intervención: «No te queremos en una vitrina, tampoco solamente en el hermoso blanco y negro de las fotografías».

En la hora y media que duró el acto, desarrollado íntegramente en euskera, se alternaron los testimonios grabados de quienes conocieron más de cerca a la galardonada con actuaciones musicales a cargo de la cantante Ainara Ortega que, acompañada por Mikel Azpiroz (piano), Anjel Unzu (guitarra) y Juanan Urriza (batería), interpretó las canciones ‘Loa loa ttuntturrun berde’, ‘Isiltasuna’, ‘Gaua’, ‘Hala ere’ y ‘Errota zaharra’ con la que pusieron punto final a la ceremonia. Antes, los jóvenes actores de Borobil Teatroa Estudio representaron un fragmento de la obra teatral de Lourdes Iriondo ‘Buruntza azpian’.

No hay que olvidar –y los participantes lógicamente lo pusieron de relieve–, que cuando las fuerzas abandonaron a Iriondo respecto a seguir con las actuaciones en directo, volcó su aliento creativo en la literatura juvenil, en donde produjo una notable obra, mientras ejercía como profesora de Plástica en el Instituto de Urnieta.