La sencillez de la tiara de diamantes bandeau es solo aparente. La diadema fue realizada con diamantes de un collar que perteneció a la reina Emma. Se trataba del regalo de bodas que el pueblo holandés hizo a su futura reina por su matrimonio con Guillermo III en 1879. En 1937, el collar se utilizó para hacer una tiara de diamantes para la entonces princesa heredera Juliana, convirtiéndose en una de las favoritas de la royal.

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Para Beatriz de Holanda nunca fue una primera elección. Fue Máxima quien dio prestigio a la pieza, luciéndola en numerosas ocasiones desde los tiempos en que aún no era reina. Amalia, gran experta en tiaras, es consciente del valor de la reliquia y probablemente esperaba impaciente en momento oportuno para lucirla. El bandeau acaba de llevarlo su madre en Surinam: en esta doble exhibición podríamos leer un atisbo de impaciencia por parte de la princesa.

Entre los regalos que Emma de Holanda recibió por su boda figuraban algunas piezas espectaculares, como un devant de corsage de estilo neoclásico compuesto por más de doscientos diamantes con un diamante central de 30 quilates que se puede desmontar y llevar por separado. Mientras que las mujeres de la familia lo han usado como broche, Amalia optó por la versión en colgante, suspendido en un collar de diamantes.

A la princesa le encantan las joyas y se nota. No se limitó a las piezas históricas ya mencionadas, sino que enriqueció el conjunto con los pendientes de diamantes de la reina Guillermina y el brazalete de las Indias Orientales Holandesas de la reina Juliana, que también lució recientemente Máxima en Surinam. Además, hay otras joyas, algunas prestadas de la colección personal de su madre, otras propiedad de la royal. ¿Qué nos dice todo esto? Que e joyero de la reina está abierto a las incursiones de su hija y que ha llegado el momento de compartir el tesoro familiar con el heredero al trono.

Artículo publicado en Vanity Fair Francia. Accede al original aquí.