Viernes, 12 de diciembre 2025, 20:05
| Actualizado 20:17h.
La historia reciente de Eibar también se ha escrito con sonido: indicativos, cuñas, retransmisiones deportivas, misas de Arrate, programas juveniles y boletines en euskera que entraban a diario por todas las casas eibarresas.
La primera gran protagonista fue Radio Juventud de Eibar, Estación Escuela EFJ-42 del Frente de Juventudes, inaugurada el 5 de diciembre de 1953 bajo la dirección del periodista Ignacio Ángel Ortiz,’ Basojaun’. Aunque nacida al servicio del franquismo, su vocación fue muy clara: ser una auténtica escuela de radiodifusión. Por sus estudios pasaron técnicos, locutores y guionistas que luego serían referencia, como Ángel Abad, Martínez Ayuso o Mateo Guilabert. Durante 38 años, Radio Juventud ofreció una programación muy ligada a la vida local, convirtiéndose en banda sonora cotidiana de miles de eibarreses.
En 1976 se integró en la nueva Radiocadena Española (RCE), dentro de la red pública estatal. Tras la fusión de RCE con Radio Nacional en 1988, la emisora pasó a denominarse Radio 5 Eibar. El 24 de julio de 1991 llegó el cierre definitivo de Radio Juventud de Eibar, junto a otros 23 centros en todo el Estado. La emisora desapareció pero su frecuencia pasó a ser utilizada por Radio 1 de RNE, dejando un importante vacío en la radio de proximidad.
El historiador y especialista en radio Alberto Ruiz de la Serna pone el foco en una singularidad eibarresa por la enorme densidad y arraigo de la radio local en una ciudad de tamaño medio. Ruiz de la Serna señala varios factores que explican este fenómeno. El primero, la existencia temprana de una emisora local profesional y, a la vez, escuela de radio: Radio Juventud de Eibar, EFJ-42, inaugurada en 1953. En una población «suficientemente grande para considerarla hábitat urbano, y a la vez no ser una gran ciudad despersonalizada», esa emisora permitió que la programación local llegara a miles de oyentes a través de voces perfectamente reconocibles: locutores que eran vecinos, personas tangibles, con las que se podía cruzar la mirada en la calle.
Esa proximidad humana –subraya el estudio– es una de las claves del éxito. «Los locutores han sido personas populares y accesibles, lo que humanizaría la comunicación», declara Ruiz de la Serna.
La propia ubicación física de la emisora, en plena calle Bidebarrieta, entre casas de vecinos, reforzaba esa sensación de radio integrada en la vida cotidiana, no de medio lejano ni abstracto.
El contenido fue la segunda gran clave. Desde sus orígenes, la programación de la radio eibarresa se vinculó estrechamente a la vida de la ciudad y de su comarca: información local, deporte de proximidad, cultura, fiestas, tejido asociativo. Mensajes que la audiencia sentía como propios, frente a los contenidos generalistas, «despersonalizados y menos cálidos», que llegaban desde las grandes cadenas. Todo ello hizo que «el ecosistema radiofónico fuera muy rico».
El contexto social y económico también ayudó. Eibar, ciudad industrial y de fuerte carácter técnico, no miró con desconfianza a un medio moderno como la radio. Al contrario, lo incorporó con naturalidad. Ruiz de la Serna recuerda que en los años 50 y 60 era frecuente la fabricación de receptores en pequeños talleres familiares en las grandes urbes… y también en Eibar, donde hubo negocios dedicados a montar radios. Eso abarata y facilita el acceso a aparatos receptores y multiplica los hogares conectados a las ondas. El estudio establece además un interesante paralelismo con Radio Vitoria. Cuando en 1982 el Gobierno Vasco compró la licencia al viejo titular, la población temió perder una fórmula de radio muy pegada a la ciudad. Finalmente, se preservó buena parte de esa personalidad: hoy sigue existiendo Radio Euskadi y Radio Vitoria.
La licencia en 1989
Ese modelo de radio con nombre y apellidos locales, que mantiene contenidos específicamente ligados a su entorno, es el que, a juicio de Ruiz de la Serna, también ha funcionado en Eibar a través de sus distintas emisoras. En paralelo, otra voz clave en la historia eibarresa ha sido Arrate Irratia, pionera en la emisión en euskera. Impulsada por el sacerdote Pedro Gorostidi, comenzó a emitir en onda media el 23 de diciembre de 1959. Su trayectoria estuvo marcada por las tensiones políticas: clausura en 1964 por orden del Ministerio de Información, reapertura en FM en julio de 1978 y nuevo cierre en noviembre de ese mismo año. El 30 de diciembre de 1982 regresó definitivamente a las ondas y en 1989 obtuvo su licencia definitiva. Hoy sigue emitiendo desde las inmediaciones del Santuario de Arrate, símbolo de la resistencia de un proyecto ligado a la lengua y la identidad local. En las últimas décadas, Eibar ha contado también con una notable presencia de cadenas comerciales. Herri Irratia de Eibar (2006-2010), Onda Cero, Radio Loyola, Radio Marca, HIT Radio o Kiss FM han tenido señal o ventanas locales en la ciudad. Muchas de estas emisoras han funcionado como auténtica cantera de profesionales, periodistas y técnicos que luego han dado el salto a medios autonómicos o estatales.
La ciudad también aportó su propia experiencia al movimiento de radios libres. Radio Pottoka, nacida en 1980, destacó con programas con programas de todo tipo y, espacios musicales sin corsés comerciales ni políticos. En 2002 surgió Matrallako Irratia, radio libre en euskera integrada en la coordinadora Arrosa.
Su programa Gora Euskadi Txistulari alcanzó gran popularidad en todo Euskal Herria hasta el fin de las emisiones en 2008.
En el ámbito de la radio local comercial, un nombre clave fue Radio Estudio, creada el 1 de octubre de 1990. En 1992 se integró en la Cadena COPE, manteniendo la vocación de cercanía con más medios a su alcance. En 2002 se asoció finalmente a la Cadena SER y adopta la denominación actual de Radio Eibar–Cadena SER. Desde entonces se ha consolidado como una referencia informativa y social de la ciudad. Su programación combina la red general de la SER con contenidos centrados en la actualidad eibarresa, el deporte, la cultura y el tejido asociativo.
Setenta y dos años después de la primera emisión, la historia radiofónica de Eibar muestra un rasgo constante: la radio ha sido mucho más que un medio; ha sido un lugar de encuentro, memoria compartida e identidad colectiva para varias generaciones.
Frente al modelo actual de cadenas nacionales con desconexiones breves y contenidos regionales limitados, Ruiz de la Serna subraya que el oyente eibarrés ha llegado a conocer personalmente a quienes le hablaban desde el micrófono. Esa relación casi de vecindad ha convertido a la radio en un elemento de identidad compartida, un lugar donde se reconocen acentos, historias, bares, plazas y montes propios. Más allá de la efeméride, el estudio de Ruiz de la Serna invita a una reflexión de fondo: en una época dominada por pantallas y redes sociales globales, la radio local sigue siendo uno de los espacios más eficaces para escuchar y reconocerse como comunidad. En Eibar, concluye el investigador, la historia también se ha escrito –y se sigue escribiendo– con ondas. Y buena parte de la memoria colectiva de la ciudad late todavía en aquellas voces que, durante décadas, entraron en las casas sin pedir permiso y se quedaron para siempre en el recuerdo.
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