Cada verano, las salas de cine se convierten en el templo de las explosiones, los superhéroes y las franquicias millonarias. Las grandes producciones hollywoodienses inundan las carteleras y los espectadores acuden en masa ya sea en busca de entretenimiento o de un buen chorro de aire acondicionado. Sin embargo, más allá de estas películas hay otras propuestas nacionales más modestas que también dan buena cuenta de nuestra capacidad para hacer cine palomitero.
Películas como Ocho apellidos vascos consiguió amasar hace poco más de diez años la friolera de 56 millones de euros, inaugurando una lucrativa saga que llegaría alcanzar una recaudación total de más de 105 millones. El éxito demostró que el humor costumbrista, bien hilado y cargado de referencias locales, puede competir, y en ocasiones superar, a los grandes éxitos que llegan desde el otro lado del charco.
No es un fenómeno nuevo. Ya en los años 60, el cine español se hacía eco de los grandes cambios sociales y económicos del país. En plena explosión del llamado desarrollismo, y con el turismo como nueva tabla de salvación económica, directores como Pedro Lazaga supieron retratar con inteligencia y humor el espíritu de una época. El turismo es un gran invento es un claro ejemplo de ello.
Los excesos del desarrollo
La cinta, protagonizada por Paco Martínez Soria, narra el viaje de un alcalde de pueblo que decide convertir su localidad en un destino turístico siguiendo el ejemplo de la floreciente Costa del Sol. Lo que comienza como una misión técnica para aprender de los expertos, termina convertido en una sátira sobre la modernidad mal entendida, los excesos del desarrollo y la pérdida del norte por el dinero fácil. Todo ello, bajo una mirada amable, pero crítica.
El éxito de la película fue rotundo. En un país que comenzaba a mirar al exterior, El turismo es un gran invento conectó con el público al mostrar con humor lo que estaba ocurriendo en tiempo real: la transformación radical del paisaje, de las costumbres y de la propia identidad nacional. El turismo no solo movía la economía, también reconfiguraba el imaginario colectivo.
Spain is different
Personajes como el alcalde de Valdemorillo del Moncayo o el clásico macho ibérico se convirtieron en arquetipos que ayudaron a definir una forma de ser y de mirar al mundo. La ‘españolada’, ese género híbrido entre comedia, crítica social y retrato de tópicos nacionales, no solo triunfaba en taquilla, sino que sentaba las bases de una identidad fácilmente exportable. Ya lo decía el lema de Manuel Fraga: Spain is different.
Hoy, con más de medio siglo de distancia, El turismo es un gran invento continúa captando nuevos espectadores. La película se revisita como un clásico del cine español y como una pieza clave para entender cómo el turismo se convirtió en el gran motor del país. Un éxito de su tiempo, comparable al fenómeno de Ocho apellidos vascos, que todavía se puede ver de forma gratuita en la plataforma de RTVE hasta el 25 de agosto, o bajo suscripción en FlixOlé y Movistar Plus +.