Venía el Casademont Zaragoza de cuajar uno de sus peores partidos de la temporada ante el Peristeri, una derrota que le hacía complicarse la vida en Europa y que no le permitía más tropiezos si quería no despedirse anticipadamente, como ya es costumbre, de la FIBA Europe Cup. Parecía que a peor no se podía ir, pero este equipo lleva años en los que su capacidad de sorpresa siempre acaba llevándolo a términos todavía más negativos y oscuros.
Porque si lo sucedido en el Príncipe Felipe ante los griegos tenía ya poca justificación, el bochorno que perpetraron los de Ramírez en Turquía es de cárcel. Una tragedia que se resume en dos datos, 41 puntos recibidos en el último cuarto al que entraste por delante y solo un triple anotado en 24 intentos (y cuando ya no valía para nada), que reflejan a la perfección lo que es ahora mismo este Casademont Zaragoza, un auténtico sinsentido.
Porque lo peor de todo es que la nueva debacle llega tras una semana en la que, tras el varapalo frente al Peristeri, los aragoneses han tenido tiempo de sobra para aprender la lección. Craso error. Los de Ramírez, a la vista está, no aprendieron nada y ni el viaje de ida y vuelta a Valencia sirve para justificar el despropósito. El técnico catalán, en cada una de sus tres ruedas de prensa entre un choque europeo y otro, insistió en el mismo discurso. Algo así no podía volver a ocurrir y no había que olvidar lo que había sucedido, había que subsanarlo.
El mensaje que no llega
Pues ante el Petkimspor quedó demostrado o bien que el mensaje de Ramírez no cala en el vestuario o, por el contrario, que este equipo no tiene armas ni la claridad de ideas suficiente para trasladar la idea de su técnico a la pista. Uno no sabe cuál es la peor de las dos opciones.
Porque el Casademont Zaragoza, en el tramo central del partido, mostró una buena actitud. Es verdad que empezó mal y acabó peor, pero los aragoneses remaron y remaron hasta ponerse por delante y a pesar de su aciago día en el tiro exterior. Pero para ganar un partido europeo, a pesar de ser la cuarta competición en importancia del continente, hace falta algo más. En el momento en el que los de Ramírez vieron que los turcos volvían a adelantarse en el último cuarto, el equipo cayó a la lona dando una imagen preocupante, mostrándose un conjunto desnortado, frágil y perdido.
No es de recibo que en 10 minutos de baloncesto te metan 41 puntos cuando en los otros 30 se habían recibido 57. Nada justifica un cuarto para la historia negra del Casademont, ni la inspiración del rival ni las prisas por intentar darle la vuelta al partido. Nada.
La situación, ahora mismo, es caótica, y nada la explica mejor que protagonizar la actuación más humillante de tu historia desde el triple el día después de echar por la puerta de atrás a la que había sido tu apuesta como tirador para este curso (Stevenson) tres meses después de empezar el curso. El 1/24 desde la línea de 6,75 evidencia un problema que viene de atrás y que obliga a que haya cambios de inmediato. De momento, el Casademont mantiene su confianza en Jesús Ramírez y los cambios vendrán en la plantilla.