El número de contagios de gripe se ha duplicado en una sola semana en la Comunitat Valenciana. La incidencia, cuya curva es prácticamente vertical, se dispara hasta los 467,2 puntos, según el último informe del Sistema de Vigilancia de Infecciones Respiratorias Agudas (Sivira) que recoge los datos entre el 8 y el 14 de diciembre; el anterior dato era de 234,9 puntos. La consecuencia más directa es el aumento de la presión en los hospitales, sobre todo en las grandes ciudades, por la llegada de un mayor número de pacientes a Urgencias; algunos servicios están atendiendo a más de 500 personas cada día. En algunos servicios, el personal habla de «mucha saturación», como es el caso del Doctor Peset o el General de València; en este último, Satse denunciaba el martes que había más de 60 pacientes esperando una cama desde hacía cuatro días. En los centros de salud, la situación no es mejor porque la demora media para conseguir una cita es de dos semanas y, en los peores casos, la primera disponible es dentro de 43 días.
Esto está provocando un fenómeno incipiente, pero al alza en la sanidad pública valenciana: el de la migración a los hospitales comarcales en busca de una mejor atención sanitaria porque los de las grandes urbes están saturados. Se trata de pacientes de València ciudad que, ante la imposibilidad de ser atendidos en su hospital, deciden hacer kilómetros y desplazarse a los centros comarcales -más pequeños, pero con carga asistencial- de Requena, Llíria, Alzira o Sagunt.
De València a Requena
Es el caso de Mª Carmen Gómez, de 72 años y vecina del barrio de Malilla. Su médico está de vacaciones y le ha sido imposible conseguir una cita en Atención Primaria para el seguimiento de sus patologías y, también, para tratarse los síntomas de gripe que ha ido desarrollando en los últimos días. Lo intentó en Urgencias del Doctor Peset de València, su hospital de referencia, pero «estaba tan hacinado, que salí peor de lo que entré«, relata a Levante-EMV; lo hizo sin haber sido atendida. Entonces, se subió en el coche con su marido y emprendieron el camino hacia el hospital de Requena; tienen una segunda residencia en Jalance y saben que «allí atienden mucho mejor y más rápido«. Cuando la atendieron, era ya de noche y llovía, por lo que decidieron pasar la noche en un hotel. «Me atendieron muy bien, pero me costó dinero», reconoce. Sin embargo, la mujer califica de «intolerable que no haya suficientes médicos» y que «si uno está de vacaciones, no lo sustituyan». Y concluye: «Los médicos no pueden con tanto estrés».
El suyo es el caso más habitual del llamado desplazamiento sanitario. «Casi todos los que llegan de otras ciudades es porque tienen familiares viviendo cerca o porque tienen casa por aquí», explica una sanitaria del servicio de Urgencias de Requena, quien reconoce que «desplazados hay siempre», aunque no es fácil de detectarlos en las estadísticas. Su hospital está lleno y están notando el efecto de la gripe, pero no tienen «colapso»; no hay camas en los pasillos, ni problemas para ser atendido. La situación amenaza con saturar estos centros más alejados de las grandes ciudades.
Hasta Llíria
En Llíria, están detectando un fenómeno parecido, aunque, en su caso, con pacientes de su propio departamento, como constata parte del personal del centro. Este tiene dos hospitales: el Arnau tradicional, en el barrio de Campanar de València, y el de la capital del Camp de Túria. Ante el colapso del primero, vecinos de pueblos como Bétera y Nàquera, quienes deberían acudir al del ‘cap i casal’, optan por recorrer 25 kilómetros hasta el centro edetano. En centros más cercanos a la capital, como es el caso de Manises, el personal de Urgencias explica que se «está atendiendo prácticamente a los mismos pacientes de fuera que siempre». Está a apenas 10 kilómetros del centro de València y cuenta -por número de población a atender- con una «presión asistencial alta» en estos momentos.
El próximo año, la presión podría ser menor si se abren los centros de Urgencias 24 horas adicionales en los municipios de más de 50.000 habitantes, anunciados por el president Pérez Llorca en su discurso de investidura. Aunque este invierno, el sistema deberá afrontar el actual pico de gripe sin este servicio adicional.
La Navidad, en el foco
La transmisión de la gripe se ha adelantado este año respecto a lo habitual, como explicaban la pasada semana varios expertos a este periódico. El pico, habitualmente, se registra durante el mes de enero, después de la explosión habitual tras los festivos de Navidad. En estas fechas se multiplican los encuentros sociales, normalmente en espacios cerrados, un cóctel perfecto para el aumento descontrolado de los contagios. Sin embargo, con una incidencia de gripe superior a la de otros años -se ha rebasado ya el pico de gripe del pasado invierno-, el crecimiento a principios de año podría ser desmesurado. No obstante, puede también no producirse y que, simplemente, se haya adelantado el pico y no haya un nuevo repunte.
La ola de contagios vuelve a mostrar las debilidades de la sanidad pública y la falta de previsión del Consell. «Los picos ocurren cada año y, por eso, Sanidad debería contar con un plan para afrontar los problemas de esta saturación que ya es estructural -, argumenta Yolanda Ferrández, de CCOO-. Poder atender toda esa demanda asistencial requiere de un refuerzo de personal para que los servicios no se colapsen».
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