Aunque la decisión del Banco Central Europeo (BCE) de mantener los tipos de interés invariables en el 2% no ha pillado a nadie por sorpresa, algo ha cambiado en el ánimo de los analistas. Las nuevas proyecciones del banco central, junto con sus comentarios sobre la evolución de la inflación y el crecimiento, han consolidado la idea de que Fráncfort se encuentra cómodo instalado en ese 2%, donde la política monetaria se considera neutral y dan por cerrado el ciclo de recortes de tipos.
Los analistas de UBS lo tienen claro. “Las nuevas proyecciones macroeconómicas dejaron una impresión más restrictiva de lo esperado, con previsiones de crecimiento e inflación más elevadas de lo que anticipábamos. Según nuestro escenario central, el BCE mantendrá los tipos en el 2% durante un periodo prolongado. Anteriormente, aún veíamos una probabilidad limitada de un último recorte hasta el 1,75% en los próximos meses; a la luz de las previsiones y comentarios del BCE de hoy, esta probabilidad ahora parece mínima”, señalan en un informe.
UBS introduce incluso el riesgo de que los tipos puedan subir en el futuro. “Creemos que el riesgo para los tipos del BCE en 2027 está sesgado al alza”, advierten, debido a factores como el aumento del gasto público en defensa e infraestructuras y la reducción de la fuerza laboral, que podrían reavivar presiones inflacionistas.
En la misma línea, Carsten Brzeski, director global de macroeconomía de ING, interpreta que la reunión confirma que el BCE se encuentra en una posición neutral, lejos de cualquier flexibilización. “Mantener los tipos de interés sin cambios durante más de medio año envía una clara señal de que se necesitaría una marcada reducción de la inflación y las expectativas de crecimiento para que el banco central vuelva a recortar. De hecho, la supuesta buena postura del BCE es simplemente una postura neutral en materia de política monetaria. Como se ha señalado, el obstáculo para pasar de neutral a una verdadera flexibilización monetaria sigue siendo alto”, valora.
Las nuevas previsiones del banco central, que se basan en una inflación del 1,9% para 2026, un 1,8% para 2027 y un 2% para 2028, refuerzan esta lectura. Para ING, “con una inflación prevista en torno al 2% y un crecimiento cercano a su potencial, no hay motivos para que el banco central modifique su postura política a corto plazo, ni al alza ni a la baja”.
Igualmente, PIMCO ofrece una perspectiva similar. Konstantin Veit, gestor de carteras de la firma, subraya que el BCE “se mantiene en una buena posición, con una inflación cercana al objetivo y un crecimiento resistente en niveles similares a los de tendencia”. Según el analista, la mayoría de los miembros del consejo del BCE considera que el tipo del 2% “se sitúa en el punto medio de un rango neutral”.
La gestora destaca que las nuevas previsiones siguen apuntando a una inflación estable alrededor del 2%. “Creemos que el BCE querrá preservar el margen de maniobra de la política convencional y pasará por alto las desviaciones a la baja previstas a corto plazo con respecto al objetivo”, explica Veit. En este contexto, el experto coincide con el consenso de los analistas. “El mercado ha descontado por completo cualquier flexibilización adicional de la política monetaria y ahora coincide con nuestra opinión de que el ciclo de recortes ha finalizado en el 2%”, concluye.
Eso sí, también hay voces (aunque en menor medida) que siguen apostando por una flexibilización de la política monetaria. Bank of America ofrece una lectura distinta. Su economista jefe para Europa, Rubén Segura-Cayuela, reconoce que las previsiones del BCE tienen un tono restrictivo, pero considera que todavía existe margen para un recorte. En ese sentido, explica que en su escenario central, el Banco Central Europeo aún tendría necesidad de actuar si los datos evolucionan como esperan. Bank of America mantiene su previsión de un recorte de 25 puntos básicos en marzo, con la posibilidad de dos ajustes a la baja en los próximos 18 meses.
“Un recorte en marzo sigue siendo probable si los datos evolucionan como esperamos”, afirma Segura-Cayuela. Según la entidad, ignorar una desviación temporal de la inflación podría tener un coste en términos de credibilidad y afectar al anclaje de las expectativas. “Ignorarla tendría un coste en términos de credibilidad, con consecuencias para las condiciones financieras y el anclaje de las expectativas”, apostilla.