El Real Mallorca mantiene la cadena de producción activa. El equipo de Jagoba Arrasate sigue sin romper a hervir, pero engarzaba este viernes su cuarta jornada puntuando después de empatar en Mestalla un partido que había empezado ganando gracias a un gol de Samu Costa pero que se ponía muy feo tras el descanso con el tanto de Hugo Duro y las embestidas del conjunto local. El punto, empaquetado fuera de casa, no sirve para que el equipo se llene del todo la barriga antes de las fiestas, aunque mantiene a raya a un compañero de vagón como es la escuadra de Carlos Corberán (1-1).

Empezó bien el Mallorca, al que no se le notaban las heridas de las últimas guerras. Lo hacía ataviado con un traje distinto al que lucía frente al Elche: sin Sergi Darder para tirar cables entre el centro del campo y el ataque y con Antonio Sánchez multiplicándose en una zona ancha a la que también regresaba Samu Costa. En los primeros 45 minutos transitaba por todas las fases posibles el conjunto de Arrasate. Desde momentos de una asombrosa lucidez y una rapidísima y certera circulación de balón al vibrante ejercicio de supervivencia de los minutos previos al descanso, con el Valencia atacando en manada y la defensa bermellona provocando un cortocircuito tras otro.

Antes de recular y dejar que fuera el equipo che el que se diera contra la pared, el Mallorca había avisado por medio de Jan Virgili (minuto 13) y había tomado el gobierno del marcador, algo poco habitual en su hoja de servicios reciente. La escuadra balear le sacaba brillo a la pizarra después de que un viejo conocido, José Manuel Copete, le hiciera una falta a Muriqi a muchos metros de la portería. Antonio Sánchez metía el balón en la olla, Raíllo se elevaba entre la espesura del bosque defensivo que había plantado el entrenador local y lo tocaba lo justo para que llegara en muy buenas condiciones a los pies de Samu Costa. El portugués, muy inspirado de cara al gol esta temporada —suma tres, todos lejos de Son Moix— superaba a Agirrezabala con un remate mordido y bien encaminado que le daba un vuelco al partido y que caía como una losa en la grada.

El Mallorca tenía en su mano la vara de mando y la posibilidad de gestionar las emociones de su rival, que además de jugar con un montón de necesidades caminaba en un entorno inflamable como el de Mestalla.

El Valencia, incapaz abrir el grifo antes del descanso volvió a salir al campo enrabietado en la segunda mitad, con la diferencia de que esta vez el Mallorca no iba a librarse del todo de la tormenta. Se le iba caer el cielo encima con un gol fotocopiado al que recibió contra el Elche. Thierry Correia hacía lo que quería con Mojica y el envío del portugués llegaba limpio al segundo palo, donde emergía Hugo Duro para embocar con el permiso de Maffeo. Empate y volver a empezar.

El tanto desnudaba al Mallorca. El plan para conquistar Mestalla se había marchitado de golpe y el Valencia quería aprovechar el oleaje para firmar su primera remontada en mucho tiempo. Lo intentaba por todas las vías el cuadro local, que durante el tramo siguiente tenía a los de Arrasate a sus pies. Solo cuatro minutos después del empate Gayà mandaba la pelota al palo y un poco más tarde Leo Román se ponía el disfraz de superhéroe para detener con el pie derecho un gol cantado de Lucas Beltrán.

Arrasate decidía cortar la hemorragia a la vieja usanza. Sacaba del campo a un Virgili que ya no estiraba y que apenas ayudaba en defensa para apuntalar el muro con Kumbulla. Protegido por tres centrales, el Mallorca respiraba a otro ritmo. Al Valencia le costaba mucho más encontrarle las cosquillas y los isleños, tras un montón de minutos metidos en la cueva, volvían a estirarse a la contra. A estirarse y a amenazar, porque iban rozar el gol en un par de ocasiones. En una, el colegiado anulaba lo que habría sido un tanto de Muriqi por un fuera de juego milimétrico y provocado por el talón de Samu Costa. En la otra, Mateo Joseph se sacaba un latigazo que se iba muy cerca del palo izquierdo de Agirrezabala. Al final, un punto de continuidad que lo mantiene todo en el aire. Acaba un año duro para los de Son Moix, que al menos se llevan algo dentro del equipaje.