La pequeña academia de historia de Avilés es el Centro de Estudios Alfoz de Gauzón (CEAG). Y lo es porque se ha planteado como objetivo divulgar cualquier esquina del pasado más cercano de la vida local. El pintor e investigador Ramón Rodríguez se sumó a esta lista de «académicos» ayer mismo. Lo hizo pronunciando un discurso en el que desmenuzó «el primer momento de oro» del arte avilesino: el de las exposiciones que organizaron en los primeros años veinte del pasado siglo dos de los impulsores culturales más importantes de la pequeña historia avilesina: el poeta y bibliotecario –fundó, de hecho, la Biblioteca Circulante– Luis Menéndez «Lumen», por un lado, y el crítico de arte y divulgador José Francés –uno de los más importantes del país en aquello años y también en los posteriores a la Guerra Civil–.
«La presencia activa de Francés otorgó a las muestras un reconocimiento institucional que trascendió lo provincial, asegurando así la posibilidad de inserción de los creadores en un horizonte cultural más amplio», apuntó Ramón Rodríguez en un discurso que fue contestado por Rubén Domínguez, el presidente del CEAG, que cerró una ceremonia que tiene su reflejo en los reglamentos de las reales academias.
Domínguez justificó el nombramiento de Rodríguez. Mencionó su «acreditada e intachable trayectoria, tanto en el ámbito artístico como en el académico». Y es que Rodríguez, aparte de ser un artista prolífico es un investigador y divulgador «contumaz de la creación artística contemporánea en Asturias, muy particularmente, la de artistas avilesinos».
Las palabras de Rodríguez y las de Domínguez se publicarán «próximamente». En este momento, el CEAG tiene en imprenta el discurso del profesor Lorenzo Arias.
La lista de académicos del Alfoz, por lo tanto, está formada por el catedrático Francisco Javier Fernández Conde, el profesor Lorenzo Arias, la escritora Fe Santoveña. Rodríguez es el cuarto de la lista que cerrarán «en próximas fechas» el arqueólogo Alejandro García y la historiadora Cristina Heredia.
Rodríguez desmenuzó las aportaciones de los artistas avilesinos que colocaron a la ciudad en el mapa de los oficios estéticos antes siquiera de que las administraciones públicas apostasen por la cultura. Dijo Rodríguez: «Las muestras reflejaron una pluralidad de lenguajes artístico que iban desde las pervivencias del regionalismo pictórico, muy arraigado en Asturias desde finales del siglo XIX, hasta las influencias de un modernismo tardío que todavía encontraba eco en las propuestas ornamentales y en ciertas búsquedas formales vinculadas al simbolismo».
Mencionó, en este sentido, el nombre de 33 autores. Sobresalieron los hermanos Soria (Jesús, Florentino y Nicolás), los hermanos Espolita (Juan, José y Gonzalo), pero también habló el doctor Villalaín, de Maruja Mallo, de Alfredo Aguado y Cástor González. Dijo que «algunos creadores» de los que participaron en las exposiciones de los años veinte, los del «primer momento de oro» de la cultura avilesina, «comenzaban a experimentar tímidamente con códigos de las vanguardias históricas, en particular con el postimpresionismo, el expresionismo y ciertos ecos cubistas, aunque casi siempre tamizados por un espíritu de moderación que garantizaba la aceptación pública. Esta tensión se manifestó en Avilés de un modo especialmente significativo», concluyó el nuevo académico del Alfoz de Gauzón.
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