Más de 40 años después de su disolución como banda, ABBA sigue levantando pasiones. Se ve en el abrumador éxito del musical ‘Mamma Mia’, en su adaptación cinematográfica o en las casi 40 millones de escuchas mensuales que acumula solo en Spotify. Sin embargo, para calibrar su verdadero impacto viajé al pasado para experimentar un concierto que trasciende las leyes de la física.

Desde el año 2022, el mítico grupo sueco de música pop ejecuta en Londres un espectáculo único en el mundo que confirma su resurrección, si bien digital. El recital ‘ABBA voyage‘ no está protagonizado por los Agnetha Fältskog, Björn Ulvaeus, Benny Andersson y Anni-Frid Lyngstad de carne y hueso, sino por sus réplicas virtuales, unos hologramas hiperrealistas que asombran y convencen a los asistentes de estar presenciando algo más que una simulación.

Tras escanear sus cuerpos y rostros, los avatares del cuarteto formado en Estocolmo en 1972 recrean un revolucionario concierto que logra superar el llamado valle inquietante (o uncanny valley), la teoría que afirma que las réplicas digitales o robóticas cuya apariencia se acerca excesivamente a la de un ser humano real generan rechazo entre el público. Nada más lejos de la realidad. Aunque uno es consciente de estar habitando las entrañas de algo parecido a un videojuego, es fácil dejarse llevar por la euforia de los incontestables hits de ABBA.

Imagen promocional del grupo ABBA

Imagen promocional del grupo ABBA / ABBA

Prodigio tecnológico

Este prodigio de la tecnología, desarrollado por la empresa de efectos especiales Industrial Light & Magic, creada por George Lucas, se exhibe en el ABBA Arena, un espléndido auditorio con aforo para 3.000 personas construido con la única función de albergar un envolvente show de música, luces y colores.

Durante dos horas, los ABBA virtuales y una banda de músicos de cuerpo presente interpretan grandes éxitos como ‘Dancing Queen’, ‘Waterloo’, ‘Fernando’, ‘Gimme! Gimme! Gimme!’ o ‘Take a Chance’ que han permeado de generación en generación para formar parte del imaginario popular. Aunque figura en el repertorio, la única ausencia notable en el concierto que presencié es la pegadiza ‘Super Trouper’.

Aunque técnicamente es asombroso, vivir un concierto así encerrado en un dispositivo de realidad virtual podría ser insuficiente. Lo que multiplica la experiencia es vivirla en comunidad. Hay algo profundamente emotivo en ver a parejas y grupos de amigos de más de 50 años engalanados con largas melenas, ajustados tops de brilli-brilli y pantalones vertiginosamente acampanados gozar cómo cuándo tenían 20. Ayuda que el uso de móviles esté tajantemente prohibido para evitar revelar qué ocurre en el escenario londinense.

Para ellos, ABBA Voyage es la forma más marchosa de revivir su juventud. Para millenials, zoomers y otras generaciones más jóvenes, la oportunidad de teletransportarse y sentir como propio un universo pop que, cuatro décadas después de la disolución de la banda, sigue siendo sinónimo de bailar con una sonrisa en la cara.

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